Público
Público

La cineasta Michaela Pavlátová defiende en 'My Sunny Maad' la fuerza de las mujeres y la familia en Afganistán

La cineasta lleva al cine una historia de la corresponsal de guerra checa Petra Procházková, que por amor se fue a vivir a Afganistán. Premio César a la mejor película de animación.

La familia afgana de la protagonista de la película 'My Sunny Maad'
La familia afgana de la protagonista de la película 'My Sunny Maad'. Pirámide Films

La cineasta Michaela Pavlátová no tenía un interés especial en Afganistán mientras buscaba una historia para su primer largometraje, pero se encontró con Frišta, una novela en la que la corresponsal de guerra checa Petra Procházková contaba su historia personal. Enamorada, abandonó Europa y se fue a vivir a Afganistán con su amor. Lo que vivió allí, justo antes de que tomaran el poder de nuevo los talibanes, conectó profundamente con la directora, que ha llevado este relato al cine con My Sunny Maad.

Pavlátová también dejó su país para seguir a un amor. Ella fue a San Francisco, un lugar radicalmente distinto, pero allí vivió situaciones que luego encontró en el libro de la periodista y que crearon un vínculo especial con ella. Con esa conexión comenzó este proyecto, ópera prima de la cineasta que ha sido reconocida en decenas de festivales del mundo, especialmente en Annecy, y se ha alzado con el Premio César a la mejor película de animación.

¿Cómo conoció a Petra Procházková y cómo trabajó con ella?

Petra Procházková es una periodista muy conocida en mi país, es una mujer muy valiente y muy buena persona. A menudo ha sido comentarista de la situación en Rusia y en Afganistán, ahora está en Ucrania. El encuentro con ella fue una gran casualidad. Yo nunca pensé en buscar un libro que tuviera un fondo político activo, yo quería una historia de amor, de relaciones y de vida, y además no tenía especial interés en Afganistán.

Pero me enamoré de la historia y con ella todo ha sido muy fácil, porque nunca tiene tiempo para nada y me dijo que cogiera el libro y que lo usara como quisiera. Seis años después, cuando ya terminamos la película, ella casi se había olvidado. Solo hablé con ella sobre ciertos detalles, si el personaje llevaría el pelo tapado o no, o cosas así. Ahora somos muy buenas amigas.

Hace seis años, cuando empezó la película, la situación de Afganistán no era la de hoy, ¿cómo siente ahora haber hecho esta película sobre Afganistán?

Es verdad, es tristísimo. Allí todo va de mal en peor. Nadie en Afganistán podrá ver la película, pero creo que es importante que las personas de Afganistán que están viviendo ahora fuera de su país sepan que no las hemos olvidado y que nos preocupan sus problemas. Me temo que no hay una solución fácil para el país y hoy, con todos los otros conflictos que hay en el mundo, ya están en el puesto veinte de interés, ya no es para muchos un problema urgente.

Como mujer cineasta, ¿siente la responsabilidad de mostrar la situación de las mujeres en Afganistán?

Sí, pero la verdad es que no creo que la película pueda ayudarlas porque la situación allí es espantosa. Pero si la película fuera una sola gota de esperanza, de ánimo, ya sería hermoso. Al principio sentí mucha más preocupación por esto y mucha responsabilidad, pero luego pensé que yo era una cobarde que ni siquiera estaba viviendo esa situación horrorosa y que debía hacer la película, mostrar lo que la gente siente allí.

Al parecer, usted, como el personaje, también abandonó su país por ir con un gran amor…

Sí, también me fui detrás de un amor, pero fue muy diferente porque yo me fui a San Francisco. Yo no me atrevería a seguir a ningún amor a Afganistán o a cualquier otro país parecido. Los directores de cine siempre buscamos un hilo común con la historia que estamos contando y cuando ella se va con su amor a Afganistán y ve que ese hombre es diferente en su país que en otro entorno, yo lo entendí perfectamente porque lo viví. Es complicado.

¿Hay algo más en ese personaje que sienta propio?

Es curioso porque mientras leía el libro la sentía como una amiga, así que mis temores del principio se diluyeron porque sentí la obligación de no abandonarla y de llevar su historia al cine.

Hay un momento en que es inevitable preguntarse por qué esa mujer no vuelve a su país…

Esta es una coproducción con Francia y es curioso porque en Francia la vida es más cosmopolita y las mujeres están más emancipadas que en la República Checa. Allí no entendían que ella no se fuera de Afganistán. Y yo les explicaba, primero que estaba enamorada, y segundo que, por ejemplo, a las mujeres checas de mi generación les gustan los hombres dominantes. Las jóvenes ya no son así, pero las mujeres de mi generación, sí.

¿Cómo se decidió hacer esta historia desde el cine de animación?

La primera idea era que la hicieran unos directores diferentes, que eran hombres, y con acción real, pero no encontraron financiación. Y aunque la animación es más cara, creo que se pensó que sería una película con más interés. A mí lo que me interesaba era la historia y demostrar que desde el cine de animación se puede tratar cualquier tema. Con una película animada parece que todo sucediera tras un cristal, mientras que con acción real todo es más directo y más brutal.

Pues justo iba a preguntarle si, teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de los espectadores identifican la animación con el cine infantil, ¿no sería esta una manera más impactante de contar esta historia?

Esperemos que sí y que lo haga más atractivo. Al principio yo fui un poco egoísta y solo pensaba en demostrar que una película animada puede contar cualquier cosa, por eso quería esta técnica para una historia real. Ahora creo que por ser cine de animación, tal vez irá menos gente a verla.

Bueno, el cine de animación ha cogido mucho empuje…

En el festival de Karlovy Vary hubo un periodista húngaro interesadísimo en la película y se metió en la sala, se puso en el centro y de pronto se dio cuenta de que era animación y se decepcionó. Pero como no podía irse, se quedó y le encantó. Se olvidó de que era animación y al final le llegó lo importante, la historia.

El Premio César y el de Annecy ¿han ayudado a su próximo proyecto?

Los premios siempre ayudan, especialmente el César. Antes de recibirlos ya tenía un proyecto de película, de largometraje. Es más personal, pero también habla sobre la mujer. Antes hablaba en el cine de sexo, ahora de vejez, y la película será algo de eso.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?