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"La corrupción en el estamento militar es algo connatural"

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David Torres (Madrid, 1966) habla como escribe. Su verbo es ágil y conciso, en cada frase va directo al grano y siempre da con la palabra certera sin perderse en florituras. Acaba de publicar Todos los buenos soldados (Editorial Planeta), una novela en la que rescata un conflicto y un tiempo olvidados, una historia dura que evidencia el trauma de la Guerra Civil  y el peso de la impunidad aderezada con el humor negro de Miguel Gila.   

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¿Cómo surge la idea de situar a Gila en medio de una insurrección armada en el 57?

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Fue Fernando Marías el que me sugirió esta posibilidad. En un principio, la idea tenía muchos visos cómicos porque piensas en Gila y te viene a la cabeza un personaje divertido y ocurrente. Pero apenas escarbas un poco en su biografía y en la historia de la guerra de Ifni te das cuenta de que si hay humor, va a ser un humor muy negro.

¿Por qué?

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"En la guerra de Ifni los legionarios iban  vendidos. Si en la España de Franco se trataba así al estamento militar, cómo debía de tratarse al resto" Para empezar por la propia experiencia de Gila durante la guerra; su paso por la cárcel, sus varias detenciones y, cómo no, la historia del fusilamiento en Viso de los Pedroches, Córdoba. Un suceso que él mismo contó en sus memorias y que yo he recogido en este libro tal cual Gila lo recordaba. El humorista fue puesto junto a otros compañeros frente a un pelotón de ejecución, pero resulta que los que iban a disparar estaban borrachos y no acertaron con los disparos. Gila se hizo el muerto y sobrevivió.

Los monólogos geniales de Gila son perfectos para cualquier guerra sobre la que escribiera pero especialmente para la de Ifni, porque es una guerra en la cual los soldados de reemplazo y también los legionarios iban prácticamente vendidos con fusiles que no disparaban, o con alpargatas, mal alimentados, mal equipados y con bombas que estallaban a destiempo. Un reflejo de lo que fue la España de Franco, porque si se trataba así al estamento militar que en teoría era el que más se cuidaba, cómo debía de tratarse al resto de la sociedad. Eso te da una idea de la insania de este país, de la mentira y de la desinformación constante en la que vivimos, de hecho fue una guerra que ni siquiera salía en los periódicos.

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La venganza es una de las claves de esta novela

"No hay duda. Vivimos en un país en el que el fascismo triunfó" Creo que hay una verdad básica en la Guerra Civil y es que resulta imposible cerrar las heridas si no se han curado, si no se ha restituido la memoria de los muertos, si no se ha investigado, en definitiva, si no se ha dicho la verdad. Nadie ha pedido perdón por lo que ocurrió ahí, incluso se ha negado y se sigue diciendo que no hay muertos en las cunetas, entonces todo eso es como una enorme cantidad de pus psíquico. Hay una gran sensación de odio y de venganza, se ha echado cal sobre los muertos y tenemos una aberrración como el Valle de los Caídos, que podría ser un monumento para la reconciliación y no lo es, al contrario, es una afrenta, porque allí no hay realmente una memoria de los caídos, sino una serie de muertos revueltos que nadie sabe de quién son. No hay duda, vivimos en un país en el que el fascismo triunfó.

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El conflicto más grave que ha sucedido en la historia de este país está sin resolver y en el año 57, que es cuando tiene lugar la guerra de Ifni, esas heridas están mucho más abiertas, más recientes, y es muy curioso cómo reacciona Gila en ese sentido, siendo —como fue— víctima de un fusilamiento y habiendo visto cómo mataban a muchos de sus compañeros.

¿Por qué la guerra de Ifni?

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Enseguida me di cuenta de que la guerra de Ifni era una especie de metástasis de la Guerra Civil. Una de las cosas que sale apenas escarbas un poco en la historia de España es que Marruecos fue el campo de pruebas del ejército franquista, las barbaridades que se hicieron desde antes de Annual, en esas aldeas pasadas a cuchillo es donde Franco y sus generales aprendieron lo que más tarde iban a hacer durante la Guerra Civil.

Trata también la corrupción en el Ejército, ¿cómo te documentas?

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La corrupción en el estamento militar es algo connatural, en el momento en que hay una estructura de poder surge la corrupción. Además, la historia se desarrolla en un sitio que defino como una especie de orzuelo en la costa atlántica, un lugar que fundó el coronel Capaz y que es una tierra de nadie. Allí había marroquíes, franceses y españoles e inmediatamente pensé que debía haber tráfico de tabaco, de kif, alcohol... Otro aspecto que me llamó la atención y que no sale en las crónicas periodísticas de la época, pero que cuando he hablado con algún veterano en la guerra de Ifni, me lo han confirmado, es el hecho de que junto al desplazamiento de los soldados, de la comida y la intendencia, de forma paralela, también se desplaza un ingente cargamento de putas de Canarias. Me interesaba reflejar esa sordidez que hay detrás de los fastos de la gloria militar, pues es la triste realidad; las peleas, los cambalaches, el extraperlo, la prostitución...

¿De dónde le viene ese dominio de la jerga castrense?

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"Soy uno de los últimos españoles que ha hecho la mili, que es una gloriosa pérdida de tiempo"  Yo soy uno de los últimos españoles que ha hecho el servicio militar. La mili, que es una gloriosa pérdida de tiempo, por lo menos me sirvió para darme cuenta de que la palabra que mejor define esta novela es el absurdo de la guerra, el absurdo de la historia española, el absurdo del humor de Gila y de que el estamento militar se rige por normas muchas veces absurdas. Me ha permitido también no caer en incongruencias muy habituales en novelas españolas sobre la guerra. Es habitual, por ejemplo, leer expresiones como "sí, señor", cuando en España lo que se dice "sí, mi capitán" o "sí, mi coronel", aspectos menores pero que le dan verosimilitud a lo que estás escribiendo.+

Otras anécdotas las saqué de diversos libros sobre la historia de la guerra de Ifni, es el caso, por ejemplo, de los aguinaldos, regalos que las madrinas de la península enviaban a los soldados por Navidad. Debido a la burocracia estatal y a la militar, muchos soldados recibieron su barra de turrón o sus mazapanes a mediados de febrero o incluso marzo. Aquí se unen varios disparates; el de enviar mazapán al desierto y el de que un soldado que tenía tres fusiles y ninguno funciona recibiera turrón.

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Hábleme de los personajes, la figura de Adela por ejemplo, hija del comandante Ochoa y una de las claves de esta historia.

"Las mujeres, durante la dictadura, no cuentan nada"  Es el personaje más difícil y el más logrado. Adela es el único personaje femenino con cierto relieve y es relamente la víctima oculta de la historia de España. Pese a que es una novela muy masculina, yo creo que por debajo hay un ramal subterráneo que aborda la condición de la mujer en la España franquista. Aunque sólo sea por su ausencia de la vida pública, las mujeres durante la dictadura no cuentan nada. La mujer en nuestro país estaba supeditada a su padre o a su marido, no podía ni abrir una cuenta corriente, parece que fue hace mucho tiempo pero nuestras madres han sufrido eso.

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Pese a que muchos de los personajes se muestran despiadados en determinados momentos, no es una novela de "buenos" y "malos"...

El ser humano tiene una parte de luz y una parte de sombra. Creo que las obras literarias o artísticas que enseñan ese maniqueismo son malas estéticamente. El bien o el mal absoluto no existe y en una situación límite como es la de una ciudad sitiada sale a la luz lo mejor y lo peor de la condición humana, sale a la luz el odio y la violencia, pero sale también la ternura y el compañerismo.

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Hay escenas brutales, muy sórdidas, como por ejemplo la violación múltiple en un pueblo de Asturias. Cuesta creer que algo así pudo suceder en nuestro país.

Me basé en lo que cuenta Paul Preston en el libro El holocausto español porque necesitaba una acción de castigo como las que hacía la legión en la época. Es una escena muy salvaje, es cierto, pero nada que no puedas encontrar en cualquier libro sobre las barbaridades cometidas por el ejército franquista de la época. Los legionarios y las tropas de regulares hacían ese tipo de cosas y se les incitaba a ello, no hay más que leer los discursos de Queipo de Llano de aquellos días.

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