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"Nos cuesta mirar con objetividad al pasado"

Lertxundi, Premio Nacional de Ensayo, vuelve a la novela con 'Los trapos sucios'

 

GUILLERMO MALAINA

Suele ocurrir con cada novela, con cada artículo de opinión de Anjel Lertxundi (Orio, 1948). Uno acaba de leer sus letras y siente la necesidad de echarse un rato a reflexionar impulsado por ese punto de vista crítico que destila su obra. Lo ha vuelto a hacer en su última novela, Los trapos sucios [Etxeko hautsa, en la edición en euskera], la primera que publica desde que recibió el Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Ensayo el año pasado.

La novela, editada por Alberdania, es un esfuerzo por describir el Euskadi del periodo entre 1970 y 1990, lejos de estereotipos y de esa manía de endulzar el pasado por romanticismo. Cuenta Lertxundi que escribió estas páginas para ofrecer su visión de lo acontecido y tratar de despertar en el lector una reflexión. El back-ground de la historia es su 'conocimiento' sobre aquellos años, aunque plasmado con 'hechos imaginados': 'La literatura puede aportar un poco de luz a la historia. Ni esta novela ni otras ilustran por sí solas la historia, pero sí van conformando una especie de mosaico del pasado'.

'En ETA también había militantes que eran hijos de padres del régimen'

La narración discurre sobre las notas que va escribiendo en los años noventa el propio protagonista, Gorka, a modo de guión para contarle a su padre, que ha perdido la memoria enfermo de alzheimer, todo lo que no le quiso contar veinte años atrás. Es su forma de saldar una deuda, de salvar sus grandes diferencias. Sobre esa base, Lertxundi describe el inmenso abismo que separaba a ambas generaciones en política, religión... La historia arranca en el momento en que el protagonista le cuenta a su padre, fiel al régimen franquista y excombatiente en el levantamiento militar, cómo veinte años atrás había trasladado una vez en su coche a unos miembros de ETA.

'Esa imagen que se tiene sobre el inicio de ETA, con hijos de padres nacionalistas, es verdad, pero sólo en parte, porque también había militantes de padres del régimen', recuerda Lertxundi.

'Lo de mirar al futuro y no al pasado viene ya de la Guerra Civil'

El libro, en cualquier caso, no se centra en ETA como tal. Es más, suele aparecer con referencias a 'ese mundo', porque a Lertxundi le interesaba sobre todo 'la idea de la clandestinidad': 'Sea ETA, las Brigadas Rojas o el IRA, los comportamientos son parecidos en todas las partes'.

En la narración de la historia, que discurre con continuos saltos entre décadas, desnuda totalmente la personalidad de los personajes, sobre todo la de Gorka, con sus miedos, sus obsesiones, sus contradicciones...

La falta de memoria del padre y el hecho de que nunca le hubiese hablado a su hijo de la Guerra Civil también encierra un significado. 'Esto que se dice ahora de mirar al futuro y no al pasado viene ya de la Guerra Civil', lamenta Lertxundi, que pone como ejemplos de la 'dificultad para tratar con objetividad hechos sucedidos hace muchos años' la convulsa tramitación de la Ley de la Memoria Histórica y el 'también triste episodio del Diccionario Biográfico Español'.

El escritor califica de 'triste' el caso del 'Diccionario Biográfico Español'

En definitiva, la novela señala que no todo es blanco o negro en la realidad vasca, pese a que 'cierta prensa y ciertos periodistas de Madrid' no quieren enseñar más colores: 'Han tenido falta de responsabilidad al tratar la situación política de Euskadi'.

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