Este artículo se publicó hace 14 años.
Dag Solstad refleja la crisis existencial en la era capitalista
El noruego recrea en Novela once' la frustración de un hombre de mediana edad
El escritor Dag Solstad (Noruega, 1941) se quedó tranquilo cuando le dijeron que la firma de sus novelas en la Feria del Libro sería el domingo por mañana, cuando no hay partidos del Mundial. "Llevo dentro de mí el fútbol. No lo puedo evitar", afirma. Tiene un favorito: Inglaterra.
A este marxista-leninista convencido, el fútbol le da la felicidad de la que carecen los protagonistas de sus novelas. Como ya ocurría con Elias Rukla en Pudor y dignidad, en su último libro publicado en español Novela once. Obra dieciocho (Lengua de trapo), un hombre de mediana edad atraviesa una profunda crisis existencial que le lleva a tomar una decisión drástica. "Me cuesta escribir de otras cosas. De joven sí pensaba que podía escribir de todo, pero con el tiempo he visto que los hombres somos bastante limitados", sostiene.
"La tragedia de la novela hoy es que se escribe para vender mucho"
No obstante, en su literatura hay siempre un esfuerzo por transgredir ya desde el título. Es el caso de este críptico Novela once. "Este tipo de títulos no es habitual en la novela pero es porque la gran tragedia del género es que se escribe para vender mucho", comenta.
Obligado a transgredirLa transgresión no debe ser, según él, una provocación. "Entender de esa forma el arte es no tomárselo muy en serio. La provocación se adapta muy bien al mercado. Yo prefiero buscar una nueva mirada que sea más precisa", apostilla el escritor, quien cree que, a pesar de todo, aún quedan tabúes por romper. "Hace poco comenté en un artículo que cada vez que se hablaba de libertad de expresión en realidad querían decir libertad de comercio. Hubo polémica porque señalé un tabú con el dedo".
Dag Solstad dice que en los tiempos que corren todavía merece la pena seguir siendo marxista-leninista. Pero hay que ser realista ("No está claro que el marxismo vuelva a tener peso en la sociedad") y ponerle algo de humor: "En 200 años las cosas sí van a cambiar".
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