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Daniel Calparsoro: "Somos unos ingenuos por pensar que los malos siempre son los Estados Unidos"

'Invasor' denuncia la guerra y propone una reflexión sobre la responsabilidad colectiva y el compromiso ético de cada uno

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Daniel Calparsoro regresa al cine después de siete años y lo hace con Invasor, una película de acción, un thriller protagonizado por militares del Ejército español, que contiene un interesante dilema ético y que pretende una reflexión sobre la responsabilidad individual y colectiva. "No siempre tiene la culpa de todo el de enfrente", dice el director, que ya abordó una ficción bélica con Guerreros, donde los personajes eran también soldados destinados a Kosovo en el año 2000. La película se estrena este viernes.

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Ahora sus personajes son soldados españoles en Irak. Allí, un médico militar (interpretado por Alberto Ammann) sufre un ataque y consigue refugiarse con su compañero Diego (Antonio de la Torre) en una casa. Tras una intervención de otra unidad del Ejército, que provoca varias muertes, ambos salvan la vida y regresan a casa. Pero Pablo sospecha de la versión oficial sobre lo ocurrido en aquel lugar antes de ser herido y al indagar descubre una verdad terrible. A partir de ese momento, se enfrentará a su amigo, a sus compañeros y a los altos mandos, para sacar a la luz lo que realmente ocurrió. Aspirante a Mejor Película en la gala de los Premios Ariel de la Academia de México, la película -una adaptación de la novela de Fernando Marías- no es tanto una crítica directa a la intervención española en la guerra de Irak, como una denuncia de la guerra y del compromiso ético de cada individuo.

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¿En el proceso de documentación al preparar la película, conoció casos parecidos al que se cuenta en ella?

Nos documentamos, pero hay mucho secretismo. Nos llamó la atención que al retirar Zapatero las tropas de Irak empezaron a aparecer artículos sobre legionarios que habían pedido la baja del Ejército por temas psicológicos. Nos habían vendido una campaña de horticultura, de jardinería, pero una guerra es una guerra. Todo lo sabemos.

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Sin embargo, no parece que la película pretenda denunciar concretamente la guerra de Irak, ¿o sí?

No hay una intención específica de denuncia de la guerra de Irak, pero nosotros estuvimos ahí. Y lo que pasó o no, no lo sabemos. Otros países asumen o no sus barbaridades, pero las hacen públicas. Nosotros, en España, tenemos una idea de las cosas relacionada siempre con negarlo todo. No tenemos autocrítica.

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¿Invasor plantea el dilema de si uno arriesgaría su seguridad por hacer público un caso de ilegalidad, corrupción...?

Si sabes algo terrible, ¿harías el esfuerzo de arriesgar posición social y trabajo para sacarlo a la luz? o ¿aceptarías un soborno y callarías? Es una cuestión que podría ocurrir en un caso como el de la película, en una guerra, pero también en un ayuntamiento, en una empresa... Los personajes aquí están más al límite y se conecta con las emociones.

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¿Usted qué haría?

Me gustaría pensar que haría lo mismo que el personaje. Pero eso es algo que solo sabes cuando te llega el momento de verdad. Es curioso, porque en algunas proyecciones que ha habido con público, hay gente que piensa que sí lo haría y otra que dice que no. No debería haber discusión sobre esto, pero eso dice mucho de la sociedad en la que vivimos.

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¿Ese dilema que plantea Invasor obliga a reflexionar también sobre la responsabilidad de cada uno?

Sí. La película no habla solo de injusticias, sino también de que las personas somos responsables. Uno tiene un margen de maniobra con sus propias acciones, no siempre tiene la culpa de todo el de enfrente. Con cuestiones como la que se muestra en la película, por ejemplo, estamos acostumbrados a pensar que el malo siempre son los EEUU. Somos unos ingenuos.

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Usted apuesta desde el personaje por asumir la responsabilidad...

Sí. Es un tema que sí tiene actualidad. Como país, España no asume sus responsabilidades, los gobiernos españoles tampoco lo hacen. Así no vamos a ningún lado. No podemos pensar que los malos son los otros. No hay gente buena solo porque sea española. Y España es un país que tiene una tradición de barbarie muy grande. No hay más que salir a la calle y mirar un poco, somos lo que somos. Debemos intentar ser mejores.

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Hay mucha polémica en torno al papel que debe tener el Ejército español en Oriente Medio. ¿Usted qué opina?

El Ejército español no tiene que tener ningún papel en Oriente Medio, entre otras cosas, porque no tiene capacidad suficiente. Otra cuestión es la visión humanista, de los cascos azules. Pero yo no le veo sentido. Los ejércitos son señores armados que invaden un territorio con una excusa cualquiera, son invasores. No tenemos por qué invadir Oriente Medio.

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El Ejército negó su apoyo a la película...

Entiendo que así lo decidiera después de Guerreros. Aunque ésta no es una película contra el Ejército español. Aquí hay soldados, como hay obreros en las fábricas. El tema va más sobre lo que interesa que se sepa y lo que no.

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Pero tuvieron asesores militares, ¿ellos les dieron pistas?

No venían del Ejército. Pero todos podemos pensar que la versión oficial no es casi nunca la verdad.

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¿Cuál cree que debe ser el papel del cine hoy en España?

Es muy claro, estamos demostrando que tenemos grandes éxitos de taquilla y eso levanta el ánimo de la gente. El cine puede ser entretenimiento bien hecho, pero el cine de denuncia, reflexivo, siempre es necesario, es fundamental. Ahora todo está muy mal, pero habrá una renovación generacional de talentos. La situación del cine no es desesperante, aunque la subida del IVA... Pero en España hay seis millones de parados, 300 desahucios al día... ¡tantas burradas! Al mundo del cine y a los creadores solo se les puede pedir que trabajen duro.

¿Invasor en qué categoría está?

Esta es una película para disfrutar, pero hemos querido darle algo más. No es una película ambigua. Siempre hay que agitar al personal, aunque no siempre se consiga.

Al parecer, vivieron momentos muy emotivos en el rodaje con la figuración. ¿Qué pasó?

Entre la figuración había saharauis, marroquíes... gente que había sufrido mucho, los grandes olvidados. A ellos les parecía muy importante lo que estaban haciendo, se lo tomaron como algo propio.

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