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Diseño sin diseñadores

Una exposición en el Círculo de Bellas Artes recoge lo mejor de un oficio que busca conectar con el público y las empresas

BRAULIO GARCÍA JAÉN

Oscar Mariné ha seleccionado a 40 autoridades del diseño español para exhibir el trabajo de un oficio al que le gustaría, ante todo, pasar desapercibido.

'La mejor expresión y halago para el diseño consiste en que pase inobservado, que sólo prevalezca en el producto de su invención', según él mismo ha escrito en la presentación.

La idea de Todo es diseño, que así se llama la exhibición, es que las empresas y los ciudadanos entiendan que puesto que las cosas están inevitablemente diseñadas, más vale diseñarlas bien que mal. Mariné, diseñador además de comisario, se apasiona: 'El diseño no es un barniz. Es el corazón'.

La exposición, sencilla como un huevo, está pensada para viajar. Aunque hasta el 28 de agosto estará en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Los atriles —mitad pata de Mac, mitad caballete de dibujante— están dispuestos circularmente alrededor de la Sala de Columnas, sobre fondo negro.

En el anillo de fuera, los diseños españoles. Lo que no quiere decir que los diseñadores en sí sean españoles. Hay al menos cuatro argentinos (Juan Gatti, Carlos Rolando, América Sánchez y Mario Eskenazi), todos ellos premios Nacionales de Diseño en España. Ni que todos los diseños sean de empresas españolas: la portada del New Yorker, por ejemplo, de Javier Mariscal. En el anillo interior, una selección de 20 diseños extranjeros.

'Aquí todo el mundo piensa que el diseñador no piensa. En Inglaterra, sin embargo, en la tarjeta de Norman Foster pone arquitecto y diseñador: diseñador es un grado'. Pareciera que Mariné está ahora, acabado el paseo-rueda-de-prensa circular, reclamando más presencia bajo los focos. Pero no, está pensando en los objetos: 'El diseño es traspasar el tiempo y seguir funcionando. Lo que no podemos es cambiar cada seis meses la forma de los productos en los supermercados. O las portadas de los libros en función de si sale una película o no'.

'El lenguaje en España no nos favorece. La gente no identifica todavía el buen quehacer del colectivo. Cree que es sólo frivolidad', dice. Su propuesta es que en el arte del diseño una pipa es una pipa, nunca una pipa de diseño. Habría que admitir, sin embargo, que si algunas siguen pareciendo 'de diseño', quizá no sea sólo manía lingüística de la gente, sino fracaso del diseñador. El texto de la presentación lo subraya: 'No es una plusvalía el diseño, es una función que simplifica; no es un lujo, sino una necesidad que interviene tanto en la creación como en la producción y en la comunicación, un triángulo sobre el que se despliega su verdadero potencial'.

La muestra, organizada por DDI (la Sociedad estatal para el Desarrollo del Diseño y la Innovación), quiere viajar (aunque no hay confirmada todavía ninguna otra ciudad) y vender. 'Las grandes empresas españolas son las primeras que tienen que perder los complejos y apostar por el diseño nuestro', dice.

Precisamente por eso, podría objetársele a la selección que los productos culturales están muy sobrerrepresentados (carteles de cine y teatro, portadas de libro y revistas, comunicación institucional y política, etc.), frente a otros sectores. Aunque hay, eso sí, 'los primeros paquetes de arroz que no son horrorosos', según Mariné, diseñados por el valenciano Pepe Jimeno. Un reproche menor que podría en todo caso corregirse si, como quieren los organizadores, se repite en próximos años.

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