Público
Público

La doncella más vigilada del palacio

'La dama del armiño', de Leonardo da Vinci, se expone por primera vez en España en 'Polonia. Tesoros y colecciones artísticas'

JESÚS ROCAMORA

'Si es un perro, es muy feo', soltó la princesa polaca Izabela Czartoryska cuando, en el año 1800, su hijo Adam le hizo entrega de La dama del armiño, un cuadro que había comprado durante su estancia en Italia como embajador de Polonia. Izabela iba a poner en marcha el primer museo polaco abierto al público y el retrato de Leonardo da Vinci pronto pasaría a formar parte de sus fondos y a estar vinculado desde entonces a la historia de su familia, que llegaría a emparedar el óleo hasta en dos ocasiones (las dos guerras mundiales) para evitar su robo. El perro feo al que se refería la princesa era un armiño y, como en toda obra de Da Vinci, su presencia en el regazo de la dama que le da título al cuadro era cualquier cosa menos accidental.

Dos siglos después, el sexto heredero de Izabela, Adam Karol Czartoryski, relata en Madrid los avatares del retrato, que le fue devuelto por el Estado polaco en 1991 después de que, tras la Segunda Guerra Mundial, la República Popular de Polonia confiscara los bienes de su familia. 'Es una dama con mucha fuerza por haber podido con todo lo que le ha pasado', dijo ayer Adam Czartoryski. La dama del armiño llegó a Madrid el lunes en un avión del Ejército polaco mientras en tierra 'estaba la Guardia Civil con metralletas esperando', cuenta Czartoryski, que se ha tomado este préstamo como algo personal desde que hace cuatro años el Prado ya intentara mostrarlo en España. Aquí se quedará casi tres meses, hasta el 18 de agosto, día en que partirá a Berlín y a Londres.

Da Vinci pintó en el cuadro al duque Ludovico el Moro como un armiño

La dama del armiño está en Madrid como parte de la exposición Polonia. Tesoros y colecciones artísticas, que recorre 400 años de adquisiciones y de arte polaco. Pero es difícil que ninguna obra de las más de 190 que forman la muestra (salvo quizá la desafiante Niña en un marco de Rembrandt) pueda hacer sombra al retrato luminoso que Da Vinci hizo de Cecilia Gallerani hacia 1490. El pintor trabajaba entonces al servicio del duque Ludovico el Moro, en una corte milanesa donde también se hizo popular Cecilia Gallerani por sus conocimientos de literatura y música: era la Musa. Y por ser la amante del duque.

Da Vinci también lo representó a él: Ludovico no es otro que el armiño, un animal que estaba en su propio escudo de armas y por el que era conocido (Ermellino) y que, con mirada de depredador, vigila desde el regazo de la joven, que entonces tendría unos 17 años. Ella, que llegaría a tener un hijo del duque, lo acaricia en el lienzo con devoción.

Según la conservadora Carmen García Frías, 'es un hito en la evolución del retrato'

Según dijo ayer Carmen García Frías, conservadora de pintura antigua de Patrimonio Nacional, La dama del armiño 'es un hito en la evolución del retrato, especialmente por su plasticidad y por la perspectiva tres cuartos', con la que Da Vinci abandonaba la tradicional representación de perfil. Según escribe en el catálogo Janusz Walek, conservador del Museo Nacional de Cracovia, Da Vinci hizo el trabajo de un científico, 'de un minucioso investigador de la naturaleza que poseía profundos conocimientos sobre las propiedades físicas de la luz, sobre la anatomía humana y animal, sobre la psicología'. Estamos ante 'una obra muy innovadora en su época' y en el contexto del desarrollo del retrato en la Edad Media.

Al siglo XXI ha llegado con cicatrices, algunas más visibles que otras, como la 'arruga' que luce en su esquina superior izquierda. 'Todos los cuadros sufren, sobre todo los pintados en madera porque no se seca como la tela', dice Adam Czartoryski, que revela que el color original del fondo no era negro, sino azul (que acentuaba la tridimensionalidad de la figura), pero que se cambió durante una reparación en el siglo XVII. También en esa esquina se puede apreciar una inscripción: 'La bele feroniere / Leonard d'Awinci'. No la hizo el propio artista, sino Izabela, que no sólo no sabía qué era un armiño, sino que confundió este retrato con otra de las damas de Da Vinci (La Belle Ferronnière, hoy en el Louvre, al igual que La Gioconda) y ahí quedó la marca para los siguientes siglos.

Polonia. Tesoros y colecciones artísticas, organizada por Patrimonio Nacional y Acción Cultural Española en colaboración con el Museo Nacional de Cracovia, incluye piezas notables de diferentes épocas, como una escultura de virgen abridera de finales del siglo XIV, los retratos colectivos de la familia Jagellón de Lucas Cranach y tapices de Bruselas del XVI. La muestra se podrá ver desde mañana hasta el 4 de septiembre en el Palacio Real.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?