Este artículo se publicó hace 13 años.
El ejemplo de los nonagenarios
Stéphane Hessel y José Luis Sampedro presentaron '¡Indignaos!'
Ambos nacieron en 1917, el año de la revolución rusa. Los dos vivieron un conflicto bélico en su juventud: la II Guerra Mundial en el caso de Stéphane Hessel y la Guerra Civil española en el de José Luis Sampedro. Y los dos tuvieron que sufrir una dictadura (la Francia de Vichy del mariscal Petàin y el franquismo).
Esta trayectoria vital llena de sangre vuelve a cruzarse ahora contra la indignación que ambos sienten ante el desmoronamiento de los valores políticos y éticos en el mundo occidental. Ayer, los dos nonagenarios demostraron durante la presentación del librito de Hessel que hay que seguir batallando hasta el final y plantar cara al sistema. "Lo único que quiere es que seamos productores y consumidores y no pensemos. Tenemos que luchar por la libertad de pensamiento", señaló Sampedro al inicio de la charla.
"Hay que luchar por la libertad de pensamiento", dijo Sampedro
Hessel, que en su juventud fue miembro de la resistencia francesa, se refirió al mito de Don Quijote para alabar la cultura y el carácter español de rebeldía. "Cervantes creó la imagen más poderosa de una persona luchando por el bien y ese no es otro que Don Quijote. Además, este personaje ha tenido sus herederos en personas como Jorge Semprún, con quien compartí muchos momentos en el campo de concentración de Buchenwald", manifestó.
Los dos escritores y activistas se mostraron convencidos de que hoy la verdadera amenaza procede de los agentes económicos. "En este momento, el poder es el del dinero. Y más que de los banqueros, dependemos de unos técnicos que dicen quién es solvente y quién no. Es el dinero el que pretende convertir todo en mercancía", añadió Sampedro. Con respecto al problema del terrorismo, Hessel ratificó que lo que hay que hacer es "aceptar la pluralidad de las culturas".
El derecho a la vida"Se deben unir los más necesitados y los que más saben", afirmó Hessel
A pesar de que ambos ya han pasado la barrera de los 90 años de edad, no tuvieron ningún reparo en afirmar que si hoy tuvieran 19 años, harían lo mismo que hicieron en aquel momento. "Yo siempre he sido aprendiz de mí mismo. Y con esa edad ya pensaba en eso. Porque no sólo tenemos derecho a la vida, también tenemos el deber de vivirla. Aunque hemos progresado mucho en la ciencia, el gran problema de nuestra sociedad es que no ha aprendido a vivir en paz y seguimos poniendo barreras", reconoció Sampedro.
Hessel, que a esa edad ya combatía en la guerra europea, manifestó que lucharía por un mundo mejor: "Y eso sólo se consigue uniendo las fuerzas de los que tienen más necesidades y los que más saben", explicó. El ejemplo de dos nonagenarios que aún permanecen indignados.
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