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Entrevista con Fatih Akin "No quiero ser el Bono del cine, soy lo más políticamente incorrecto que puedo"

El cineasta turco-alemán habla del auge de los movimientos neonazis, del terrorismo y el racismo en Europa y de un sistema legal ajeno a las víctimas en ‘En la sombra’, Globo de Oro a la Mejor Película de Habla no Inglesa y Premio a la Mejor Actriz (Diane Kruger) en Cannes

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Fatih Akin, cineasta alemán de origen turco.- EFE

MADRID, Actualizado:

El grupo Clandestinidad Nacionalsocialista (NSU) asesinó a diez personas —crímenes xenófobos y racistas— entre los años 2000 y 2007. Lo que siguió fue un fabuloso escándalo por los errores e irregularidades de los cuerpos de seguridad y la agencia de inteligencia policial que impidieron la captura de los terroristas durante una década. Otros olvidos y anomalías se repitieron después en el juicio sobre los delitos cometidos. Estos sucesos inspiraron al cineasta turco-alemán Fatih Akin para su nueva película En la sombra, una denuncia de la confusión ética que vive el mundo, del dolor que provoca la violencia y de un sistema legal completamente desencajado, “que no garantiza justicia”.

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Globo de Oro a la Mejor Película de Lengua no Inglesa y Premio a la Mejor Actriz (Diane Kruger) en el Festival de Cannes, la película es la historia de una mujer, Katja, que pierde a su marido y a su hijo en un atentado. La policía detiene a dos neonazis, pero tras un largo proceso judicial estos quedan libres. Ella, desesperada y sobrepasada por el dolor, necesita que se haga justicia.

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Combinación de thriller y película de juicios, En la sombra es cine político desde el que Fatih Akin vuelve a insistir en el racismo –“toda mi vida, desde niño, he conocido racismo”- y en la necesidad de justicia de las víctimas.

Antes de pensar en esta historia, su nombre apareció en la web Nuremberg 2.0 como objetivo de un grupo de extrema derecha. ¿Esta película tiene algo que ver con la ira que aquello le produjo?

Para responder a Nuremberg 2.0 utilizo los medios sociales, hacer una película es demasiado grande para ello. Bueno, tal vez aquella amenaza sí tiene algo que ver, aunque no creo que fuera tan importante. Pero lo que sí tengo es ira, toda mi vida he conocido el racismo, desde niño, y siempre he querido expresarlo en una película. Cuando eran adolescente, unos skin head me dieron una paliza en el metro. Pero el racismo es un tema delicado y, desde luego, no quería hacer una película correcta. Mis películas, es verdad, incluyen mucha política, pero yo soy políticamente incorrecto, no quiero ser el Bono del cine. De hecho, intento ser lo más políticamente incorrecto que puedo.

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Y en eso ¿cuáles son sus referentes cinematográficos?

Costa Gavras, Alan Parker… cineastas con los que en cierto modo me he criado. Como autor intento interesar a la gente sin hacer cine de palomitas.

En ‘En la sombra’, como en el caso NSU, la justicia falla. ¿No le parece que empiezan a aparecer demasiados cómplices y muchos consentidores de los movimientos neonazis en Europa?

Sí y creo que es un acto reflejo de la globalización. La globalización pone a prueba a muchas sociedades. Se ha producido un cambio enorme en el mundo, en nuestra sociedad hoy hay mucha gente en el paro porque producir en otros países es mucho más barato… y muchas cosas más. La globalización es el progreso de la sociedad, pero también trae muchas sombras y problemas sin resolver.

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Pero ¿respecto del nazismo?

La gente necesita expresar sus miedos y el auge del neoconservadurismo, también producto de la globalización, ha venido bien a los neonazis que se sienten como en casa en estos movimientos. Ahora son grupos más abiertos a todo el mundo. Así que sí, hay un vínculo entre la globalización y el racismo, y hay muchos cómplices.

Ha dicho que su protagonista se convirtió en una especie de alter ego, pero ¿no cree que si hubiera sido un hombre o una mujer sin hijos la reacción sería distinta?

Sí, completamente, sería muy diferente. Creo que cuando dije eso quería decir que ella expresaba mi lado femenino. Cuando escribía constantemente me preguntaba ¿qué haría yo en su caso? y después ¿qué haría yo? y… Por eso hice ese comentario, en realidad me sentí muy cómodo haciendo este trabajo. Disfruto despertando pensamientos y emociones en el público.

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¿Qué haría usted y qué haría la mayoría de la gente en su caso?

Creo que la mayoría de la gente podría sobrevivir con una cosa así, con terapia y ayuda, claro. Por otro lado, me he dado cuenta viendo la película de que el público, aunque no esté de acuerdo con las acciones de esta mujer, empatiza con ella.

¿Tal vez se sienten igual de huérfanos de justicia que ella?

No lo sé, pero lo que sí sé es que el sistema legal en Alemania es algo sin emoción, es lo más carente de emoción que conozco. Es pura matemáticas, lógica. Pero la gente como esta mujer, las víctimas, están en el nivel emocional más alto posible. Entonces ¿cómo una cosa así encaja? La necesidad de condenas, de justicia, que tienen las víctimas no puede encajar de ninguna manera con ese sistema legal. El sistema legal no garantiza justicia en ningún sitio del mundo.

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La reacción de esta madre hace pensar en casos de mujeres palestinas que se suicidan cargadas de bombas…

Lo que hace el personaje es perder el control. Lo que vemos es a una mujer que pierde el control por el dolor. Y claro que puede decirse que hay acciones terroristas que son resultado de una pérdida de control, sí, algunas mujeres palestinas… pero el propósito no es el del terrorista, que es alguien que pertenece a un grupo de personas que quiere imponer su agenda política por la violencia. La acción de esta mujer es individualista, aunque como está atacando a un grupo político, se puede ver también como una acción política.

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