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Estrenos: 'Hotel Salvación' Quince días para morir

El joven cineasta Shubhashish Bhutiani consigue en ‘Hotel Salvación’ convertir los rituales de la muerte de la ciudad sagrada de Vârânasî en una tragicomedia que llega a desatar alguna carcajada sin renunciar a la sutileza y la esencia de espiritualidad de India.

Imagen de la película 'Hotel Salvación'

“Cada día, los niños se encuentran con muertos al ir hacia la escuela, pero no se incomodan por ello”. ¿Morboso? ¿Grotesco? ¿Tenebroso? El director indio Shubhashish Bhutiani consigue que la oscura realidad que sugiere la ciudad de Vârânasî (Benarés), a orillas del Ganges, en el estado de Uttar Pradesh, se convierta en paisaje de una tragicomedia sensible, sutil, cargada de ironía y multipremiada en festivales de todo el mundo. ‘Hotel Salvación’, su ópera prima, es, en realidad, un relato de liberación.

Premio UNESCO en el Festival de Venecia y Mejor Película en el Festival de Cine Indio de Nueva York, entre muchos otros, la película narra el viaje de un padre acompañado por su hijo a la ciudad sagrada, a uno de los hoteles en la ribera del Ganges a los que acuden moribundos y ancianos a morir. Es la vida cotidiana en medio de una ciudad que celebra la muerte y que se ha hecho famosa por ello.

Portales de la muerte

El título ‘Hotel Salvación’ alude directamente a estas residencias, portales de la muerte, que se extienden a lo largo del río. Establecimientos de lujo para los ricos, hoteles a precios asequibles para la clase media de India y chabolas construidas de cualquier manera por los pobres a unos metros del agua probablemente más contaminada del mundo, donde cientos de personas se lavan a diario para limpiar sus pecados.

Crematorios con piras funerarias que arden constantemente, vacas que pastan felices entre los habitantes de Benarés, mendigos que duermen al lado de pilas de basura, turistas occidentales y asiáticos que hacen fotografías de la ‘pintoresca’ muerte y cadáveres, cadáveres y cadáveres. El negocio de la muerte arropando la convicción hinduista de que quien muere allí quedará liberado del ciclo de las reencarnaciones y se dirigirá directamente al Nirvana.

Y vuelta a la vida 

Daya ha tenido un sueño que él interpreta como el anuncio de su muerte y convence a su hijo Rajiv para que abandone su trabajo, que le absorbe completamente, a su mujer y a su hija, y le acompañe en sus últimos días en Benarés. La experiencia será el reencuentro entre ambos, un padre y un hijo mucho tiempo emocionalmente distanciados, además de una liberación para Rajiv, que no tiene más remedio que reflexionar acerca de la dependencia que significa su manera de aferrarse a los hábitos de una vida moderna.

El recorrido de ambos hacia la supuesta despedida se narra desde una mirada nada convencional en ‘Hotel Salvación’. Bhutiani no desprecia la espiritualidad que millones de personas buscan en su país, pero tampoco evita ‘refrescar’ ese tópico de India con un poco de humor negro y mucha ironía. Cuando Daya llega al hotel de Benarás empieza a sentirse cada vez mejor y, siguiendo las normas de estos establecimientos, si a los quince días no has muerto, tienes que desalojar la habitación. Y vuelta a la vida.

“Me dio la risa"

El cineasta, que visitó estos hoteles y conversó con muchos de sus huéspedes antes de hacer su película, reconoce que cuando se enteró de que en esos hoteles “los huéspedes regresan a su casa después de quince días si no han fallecido, me dio la risa. Incluso tienen una normativa propia – tener una alimentación vegetariana, mantener el silencio… ¡casi parece una escuela! Ni siquiera necesité imaginar momentos cómicos. El humor surgía espontáneamente del lugar y de las circunstancias”.

Imagen de la película 'Hotel Salvación'

Imagen de la película 'Hotel Salvación'

La victoria que significa para los hindúes morir en Benarés se da por completo la vuelta si eso no ocurre y si, como el personaje de ‘Hotel Salvación’, tienes que volver a tu casa quince días después, lo haces ‘manchado’, señalado y, de alguna manera, impuro. “Es un lugar ideal para explorar la muerte, tal vez el más apropiado –dice el cineasta-. La muerte forma parte del ambiente de la ciudad. Los habitantes de Vârânasî celebran la muerte, pues la consideran como un triunfo: morir en aquella ciudad santa brinda salvación, por lo tanto, la muerte ya no es un tapujo sino una fuente de felicidad, una celebración, un triunfo. Vârânasî aborda muy abiertamente el tema de la muerte, pero no es así en todo el país: los seres humanos lo tememos mucho y no nos suele gustar hablar de ello”.

Cadáveres flotando

El veterano director y actor Lalit Behl y Adil Hussain, un intérprete que ha ganado mucho prestigio en los últimos años, son los protagonistas de esta película plagada de personajes absortos en el proceso de “lavar sus errores” en medio de un micro universo de ‘pecado o salvación’. Todos los hombres –las mujeres están vetadas en las ceremonias, aunque por la ciudad vagan como auténticos fantasmas decenas de viudas acarreando su ‘pesada’ carga- que mueren en Vârânasî aspiran a ser incinerados antes de llegar al Nirvana. Sin embargo, algunos terminan envueltos en lienzos blancos flotando por el río hasta que se hunden.

Son los elegidos por Brahma, seres puros que no necesitan purificarse con el fuego, y son los hombres santos, las embarazadas (el feto se considera puro), los niños pequeños y los que han sido mordidos por una cobra, una de las representaciones de Shiva y cuyo veneno ya es purificador. Afortunadamente, tampoco se incinera a los leprosos, aunque la causa es mucho más terrenal, evitar la epidemia.

"Puede parecernos morboso. Pero ver cadáveres flotando produce un aire natural y despreocupado en el paisaje de Varanasi. Creo que es un aspecto cultural interesante de la ciudad. Ellos siguen liderando sus vidas a pesar de estar rodeados de muerte”, aseguró Bhutiani a un diario de India antes de presentar la película en Venecia, donde desató algunas carcajadas entre el público.

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