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Fallece a los 67 años el crítico literario Miguel García-Posada

El catedrático fue uno de los críticos de mayor prestigio en España. Padecía desde hace tiempo la enfermedad de Parkinson.

PÚBLICO.ES

El crítico literario y ensayista Miguel García-Posada ha fallecido esta madrugada a los 67 años en el hospital de la Princesa de Madrid. Padecía desde hacía tiempo la enfermedad de Parkinson, dolencia que agravó su estado en los últimos meses.

García Posada, fue crítico de literatura de en el diario El País y, en los últimos años, en el suplemento cultural de ABC.

Nacido en en Sevilla el 22 de noviembre de 1944, fue uno de los críticos literarios de mayor prestigio en España. Estaba especializado en la obra de Federico García Lorca (suyo es el libros Lorca, interpretación de Poeta en Nueva York (1982), que corresponde a su tesis doctoral Los poemas neoyorquinos de Federico García Lorca: Poeta en Nueva York y Tierra Luna) y Benito Pérez Galdós, San Juan de la Cruz y Cervantes.

También fue jurado de los Premios Príncipe de Asturias, del Premio Nacional de las Letras Españolas, de los Premios Nacionales de Literatura, los Premios de las Letras, el Premio Cervantes, el Premio de la Crítica, el Premio Literario Europeo y el Premio Reina Sofía.

Durante su trayectoria como crítico mantuvo una enconado rifirrafe con el escritor Arturo Pérez Reverte, del que siempre descalificó sus obras a base de ignorarlas. No eran, desde su punto de vista, literatura.

El autor de La tabla de flandes respondió en alguna ocasión denigrando las incursiones en la literatura —escasas— del filólogo. Un ejemplo: 'Siempre evito hacer crítica literaria formal. Sin embargo, como lobo viejo que soy, a veces me gotea el colmillo ante ciertos pescuezos que piden dentelladas. Y resulta que acabo de zamparme algo escrito por un tal García-Posada. Se trata de una primera novela –La sangre oscura–, digna de olvido de no darse una deliciosa circunstancia: su autor es doctor en filología hispánica y presidente de la asociación de críticos literarios españoles, nada menos'.

Y remataba su texto: 'Vale la pena que se vendan cien o doscientos ejemplares de la novela, e incluso más. Es la mejor manera de que algunos lectores sepan en manos de qué individuos –los hay respetabilísimos también, pero este pobre hombre preside el gremio– se encuentra la crítica literaria en España'.

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