Este artículo se publicó hace 17 años.
Fetish dolls
La industria de las prendas fetiche se nutre de seres virtuales que se proponen como modelos desde sus blogs
La industria erótica se nutre de juguetes eróticos, disfraces perversos, lencería sexy… ¿Algo más? Por supuesto. Para que estos productos seduzcan, han de pasar por una sesión de fotos de alto voltaje, que tiene en las fetish dolls a sus verdaderas estrellas.
Se trata de chicas que trabajan posando con estos objetos a pesar de no ser modelos profesionales. En algunos casos, esta actividad no representa su fuente principal de ingresos, pero un rasgo común es que esconden su identidad bajo enigmáticos seudónimos y fomentan su alter ego en Internet. Desde sus sitios web, estas criaturas virtuales presentan sus trabajos anteriores y ofrecen la posibilidad al internauta de enviar un email. El sistema les sirve para captar la atención de fotógrafos interesados en su potencial frente a la cámara. De este modo, se fraguan colaboraciones que en algunos casos son muy duraderas, como el tándem entre Bloody Cherry y el objetivo de Josselin Guichard.
Estas modelos imponen sus propias tarifas y suelen estar disponibles para viajar siempre y cuando los gastos del viaje estén cubiertos. Su sitio web no especifica teléfono alguno, pero sí características corporales, como color de ojos, altura y medidas varias. Igualmente, se precisan tallas nada pudorosas de corsé, pantys y demás ropa interior. Todo desgranado al milímetro para que la sesión de fotos transcurra como la seda. Sin imprevistos de última hora.
Filón promocional
Este mercado se apoya en una sólida red de eventos, organizados en su mayoría por los fabricantes de juguetes eróticos o prendas sexy. Las fetish dolls saben que es un filón para hacer contactos y promocionar su trabajo, y la mayoría incluye estas convocatorias en sus blogs. Es el caso de Bloody Cherry, que ha participado en el Skin Two Rubberball, en Londres, el pasado octubre; Fetish Projetc, en Bruselas; La Nuit Demonia, en París,
y lo hará en el German Fetish Ball, que se celebrará el próximo mes de mayo en Berlín.
Muchas veces la vida de estas divas virtuales es de lo más estimulante. Kitty Meoww, por ejemplo, trabajó como gogó y asistente para un lanzador de cuchillos antes de convertirse en una “modelo que posa para fotógrafos”, tal y como se define ahora. Con esa inquietud, creó su sitio Stigmata, que está a punto de abandonar por uno más actual, del que asoma una muñeca destroyer con esparadrapos en los pezones, botas hasta la rodilla con plataforma, coletas malévolas y una máscara de oxígeno que le cubre nariz y boca. Su experiencia profesional abarca desde videoclips a sesiones de fotos, pasando por shows en locales nocturnos.
Mara Mars (Chicago) lleva trabajando en el mundo del fetish desde hace una década. En su currículum, figuran varias fotografías publicadas en The beauty of fetish, de Steve Diet Goedde. Sus gustos están muy vinculados a su mundo profesional, ya que confiesa ser una apasionada de la ropa íntima vintage y de látex, firmadas por Atsuko Kudo, H.W. Design, Vex, Inner Sanctum, Geoffrey Mac, So Hip It Hurts, H.O.W. ¿Más pruebas? “Tengo 300 pares de pares de zapatos”, afirma en su página web.
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