Este artículo se publicó hace 13 años.
Francia anula el homenaje a Céline por antisemita
Su pasado aparta al escritor, en el último momento, de las Celebraciones Nacionales de Francia
Ángel Calvo (EFE)
Louis Ferdinand Céline es para los críticos uno de los mejores escritores franceses del siglo XX pero también un personaje controvertido, y su pasado antisemita acaba de apartarlo, en el último momento, de las Celebraciones Nacionales de Francia en este año en que se cumple el 50 aniversario de su muerte.
Tras la presión ejercida en los últimos días por los Hijos e Hijas de Deportados Judíos de Francia (FFDJD), el ministro francés de Cultura, François Mitterrand, se encargó de corregir el tiro en el último momento, en la presentación de las personalidades que el país va a conmemorar durante 2011, en las que Céline (1894-1961) figuraba hasta ayer mismo por la tarde.
El escritor (recordó Mitterrand) figura en la colección de la Pléiade que es el verdadero altar de la literatura francesa y "merece todas las celebraciones literarias por su genialidad incontestable" pero al "haber puesto su pluma al servicio de una ideología repugnante, el antisemitismo, no encaja con el principio de las Celebraciones Nacionales".
Afirmó que no pretendía desautorizar al comité que había establecido la lista en la que aparecía el autor de "Viaje al fin de la noche" o "Muerte a crédito", y que asumía "plenamente" su decisión de última hora, que en realidad tiene su origen en la petición lanzada por el presidente de FFDJD, Serge Klarsfeld.
Tras el anuncio del ministro, Klarsfeld le agradeció "un gesto raro en un político, pero normal para una República que no debe honrar al peor de los antisemitas que haya tenido el país, aunque sea un escritor genial".
"Su talento literario reconocido lo puso al servicio de una causa abyecta", concluyó Klarsfeld, que había recordado cómo el novelista había lanzado "llamamientos al asesinato de los judíos durante la ocupación" de Francia por los nazis en la Segunda Guerra Mundial.
Las razones de que su nombre hubiera aparecido en la lista inicial las había escrito el académico Henri Godard, gran especialista en Céline, y entre ellas estaban que no había participado en las instituciones del régimen colaboracionista de Vichy y que "la creación artística es un valor que reconocemos incluso cuando no coincide con nuestros valores morales o hasta cuando los contradice".
Godard, que se quejó de "censura", insistió en que en su reseña sobre el escritor en la selección para conmemoraciones de 2011 había dejado bien claro que "no se pueden distinguir a los dos Céline: el gran escritor y el antisemita".
En la misma línea, el académico Frédéric Vitoux consideró vano sacar al novelista del catálogo de conmemorables: "eso no impedirá que Céline haya escrito horrores y que sea uno de los mayores escritores franceses. Negar que se le ha traducido en el mundo entero, e incluso en hebreo, es ridículo".
Al contrario, Vitoux argumentó que a su juicio lo que habría que incitar desde la posición de FFDJD es multiplicar los estudios para tratar de entender cómo pudo llegar a salir de su pluma en 1937 algo como "Bagatelas para una masacre", donde daba rienda suelta a su antisemitismo.
Las conmemoraciones que se celebran cada año en Francia desde 1998 son resultado de un proceso de selección que inicia un grupo de expertos en archivos y que luego pasa por un alto comité antes de que el ministro de Cultura tenga la última palabra.
En el pasado hubo otro escritor descartado, Robert Brasillach, fusilado en 1945 por su implicación en la prensa colaboracionista de Vichy, pero su nombre no pasó los primeros filtros y no se suscitó ni un conato de polémica, a diferencia de este caso.
El presidente de la Sociedad de Estudios Celinianos, François Gibault, evitó echar leña al fuego y recordó que a Louis Ferdinand Destouches (el verdadero nombre del escritor) "no le gustaban los honores ni las conmemoraciones. Era un francotirador. Lo único que cuenta es que tenga lectores".
Y a juicio de Gibault, toda la polvareda levantada estos últimos días por Klarsfeld ha sido "una formidable publicidad" para quien en vida había recibido el premio Renaudot en 1932 y murió tras haber pasado los últimos diez años en una especie de exilio interior en Francia, una vez purgado por colaboracionista.
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