Este artículo se publicó hace 14 años.
Freeman calca a un superhombre de carne y hueso
El actor se pone en la piel de Nelson Mandela en 'Invictus'
Desde que Margaret Thatcher llamó "terrorista" a Nelson Mandela a principios de los años ochenta ha llovido mucho. Tanto que a Mandela, uno de los líderes de la lucha contra el régimen del apartheid, le ha dado tiempo a salir de la cárcel tras pasar 27 años en chirona (1990), ser el primer presidente sudafricano elegido por sufragio universal (1994) y hasta ver como Morgan Freeman (Memphis, 1937) se ponía en su piel en la nueva película de Clint Eastwood, Invictus, adaptación del libro El factor humano (John Carlin, Seix-Barral, 2009), que se estrena hoy en nuestras pantallas.
Es posible que a estas alturas de su vida y de su carrera política que pasó en pocos años del cero de la prisión al infinito del Premio Nobel de la Paz Mandela ya no se sorprenda por nada, pero no es difícil imaginarle estupefacto al comprobar el enorme parecido físico que tiene con el Morgan Freeman que vemos en Invictus.
"Era la segunda vez que interpretaba a un personaje vivo tras Lean on Me (John G. Avildsen, 1989)", rememora Freeman desde el mullido sillón de un hotel madrileño. "La clave está en pasar tiempo con él, compartir algunos momentos de intimidad, prestar mucha atención a sus gestos y a los pequeños detalles", cuenta rememorando sus encuentros privados con Nelson Mandela.
Un hombre poco comúnCon todo, Freeman zanja de golpe cualquier tipo de mitología sobre su trabajo. "Actuar no tiene nada de complicado. Si fuera tan difícil como dicen, no lo haríamos", razona antes de echar memoria y recordar un papel que le puso algo más que en dificultades. "Fue hace muchos años. Tenía que interpretar a Otelo. No es que lo hiciera mal, es que ni siquiera pude hacerlo", comentacon cara de tener una espinita clavada.
Está claro: nadie puede con William Shakespeare. Ni siquiera el Mandela que vemos en Invictus. Y eso que parece tener poderes sobrenaturales. En efecto, pese a que Morgan Freeman afirma queHollywood no está por la labor de recuperar las historias protagonizadas por personajes de carne y hueso ("¿No ha visto usted Avatar?", espeta al periodista), al Mandela de Clint Eastwood sólo le falta una capa para echar a volar para salvar al mundo. Es una especie de superhombre que siempre parece tomar la decisión política correcta en el momento adecuado. Y que tiene una capacidad asombrosa para convencer a todo el mundo, incluidos sus enemigos más acérrimos, de que si no le hacen caso el país se puede ir definitivamente a pique. Eso sí, en opinión de Morgan Freeman, méritos para convertir a Mandela en un superhombre no faltan. "Nelson Mandela cogió a un país a punto de caer en una guerra civil y con muchas dificultades económicas y lo sacó del atolladero", razona el actor estadounidense.
En otras palabras: la historia del final del apartheid es una historia con final feliz. Quizás este sea el motivo de que Invictus sea uno de los filmes más optimistas de toda la carrera de Eastwood como director. Aunque puede que alcanzar ese estatus no fuera muy difícil. "Bueno, en los últimos años, Clint ha rodado un filme sobre una paralítica que se quiere suicidar (Million Dollar Baby) y otro sobre la derrota japonesa en la guerra (Cartas desde Iwo Jima), así que se podría decir que este es su filme más positivo", zanja el actor entre risas.
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