Este artículo se publicó hace 13 años.
Una guerra sorda contra los migrantes
El cineasta Fernand Melgar presenta 'Vuelo especial', un polémico documental sobre un centro de reclusión en Suiza
El de Frambois, en Ginebra, es un centro de internamiento de inmigrantes modélico. No hay más de 25 reclusos y los guardas son amables y cercanos. Hay abundante comida, las celdas son individuales, el recinto, limpio y amplio. Sin embargo, es una cárcel, una en la que los internos no son delincuentes, sino inmigrantes sin papeles, algunos de los cuales llevaban décadas trabajando en Suiza, pagando impuestos y seguro médico.
Todos ellos esperan en Frambois hasta dos años (ahora 18 meses, en España son 60 días) hasta que las autoridades suizas los metan en un vuelo especial, en el que irán esposados y atados de pies a cabeza, de regreso a los países de los que huyeron. El documental Vuelo especial, de Fernand Melgar, es el primero en meterse a fondo en estas cárceles-guetos contemporáneas.
"Todos están detenidos por un sistema que es más grande que la voluntad de cada uno. No importa lo simpáticos y amables que sean los guardias, no es cosa de buenos y malos. Todos trabajan dentro de un sistema que trata de hacer humano lo que es inhumano", explica Melgar, que presenta hoy Vuelo especial en un Festival de Cine de Gijón cargado políticamente.
"Trabajan dentro de un sistema que trata de hacer humano lo que es inhumano"
Hijo de exiliados españoles, Melgar sabe lo que es ser un extranjero clandestino en Europa. Sus padres emigraron a Suiza en los setenta en busca de trabajo. Melgar y su hermana llegaron dos años después a escondidas, porque las autoridades del país no permitían la reagrupación familiar. De niños, él y su hermana se metían debajo de la cama cuando alguien tocaba a la puerta en su casa. "Yo fui un niño clandestino, esta situación me toca de cerca", admite a Público.
Tanto es así que Vuelo especial es la segunda parte de un proyecto de mayor envergadura, que empezó con La fortaleza en 2008, donde documentaba la vida en los centros que albergan a los que piden asilo para entrar a Suiza y con el que ganó el Leopardo de Oro de Locarno. "La fortaleza es la puerta de entrada. Vuelo especial es la puerta de salida", apunta. Melgar está cerrando ahora una tercera parte, donde sigue a seis de los inmigrantes que conocemos en Vuelo especial hasta sus países de origen.
Libertad para el espectadorLa película no hace uso de la voz en off ni de ningún comentario que guíe al espectador en sus conclusiones. Por esto, fue tachado de fascista por el productor portugués Paulo Branco, miembro del jurado en el Festival de Locarno, que sólo había visto diez minutos del filme.
"Hay pintadas donde se presenta a los inmigrantes como ratas"
Esta no ha sido la única polémica. Algunas escuelas han recibido presiones de la derecha suiza para evitar su exhibición a los jóvenes. "Unos 2.500 alumnos se han quedado sin verla, si bien las autoridades culturales han tenido que decir públicamente que no hay censura", aclara Melgar, que denuncia el crecimiento del poder de la ultra-derecha en su país y la cobardía del socialismo que teme perder votos.
"En Europa hay una guerra sorda declarada contra los migrantes. La situación es preocupante: en los muros de las calles de Suiza, aparecen pintadas en las que se representa a los inmigrantes como ratas, como ocurría con los judíos en la Alemania de los años treinta", asegura.
Para Melgar, la situación rebasa lo kafkiano. "Está más cercano a lo que HannahArendt llamó la banalidad del mal'. Vemos a gente que dice yo sólo respondo a mi trabajo', pero todos somos parte de una cadena que mantiene en pie este sistema monstruoso", denuncia el cineasta, que prefiere no hablar de compromiso: "Soy documentalista. Soy un testigo de mi tiempo".
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