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Había una vez un nuevo director

Emilio Aragón se estrena tras las cámaras con 'Pájaros de papel', un homenaje al oficio de cómico del que proviene

SARA BRITO

Puede que parte de la magia que el elenco atribuye a Pájaros de papel se deba a las sesiones de jamón y vino que cerraban cada día el rodaje de la primera película dirigida por Emilio Aragón. 'Cuando el trabajo se cruza con la mesa, con la charla y con la vida sucede algo. Ha sido un trabajo muy intenso, pero compartir tus inseguridades, tus miedos y tus angustias con la gente con la que trabajas es muy agradable', comentaba ayer el cómico, actor, empresario y compositor, que ahora, a los 50 años, ha cumplido un sueño añejo: dirigir un filme.

Cine y vida se han dado la mano en Pájaros de papel. No sólo por ese compadreo que el equipo reprodujo en la presentación a los medios de ayer en Madrid, sino porque Aragón ha emprendido un homenaje personalísimo a la profesión de cómico de la que proviene él y su familia. Para los que no llegan a los treinta y tantos, un apunte: Aragón era Milikito, uno de aquellos payasos de la tele (junto a su primo Fofito, su padre Miliki y sus tíos Gaby y Fofó).

Muchas de las anécdotas y los números que aparecen en la película son cosecha de la experiencia de Emilio Aragón: 'Hay historias maravillosas sobre esa gente que amaba con pasión su trabajo', dijo, y recordó que, como los protagonistas, su familia también tuvo que emigrar a América Latina.

Pájaros de papel es de una manera libre y tangencial la historia de su padre, Miliki. 'Pensar en la historia de este niño (Miguel) era pensar en mi padre (Miliki). Él perdió a su madre con 3 años y a su padre con 14. Hacerte adulto y ser padre con esa carencia no es fácil para aquellos que lo hemos vivido', confesó. 'He intentado comprender a mi padre a través de la película. En toda creación hay algo de psicoanálisis', aseguró.

De hecho, es a su padre al que dedica los últimos minutos del filme, en la forma de un monólogo-testamento emocionante. Miliki, tras ver la película en un pase privado, tardó en darle un dictamen. 'Me dijo que estaba procesándolo', recordó.

Pájaros de papel, que se estrena el viernes, cuenta la vida de unos artistas de varietés y sus alegrías y penurias en la España de la posguerra. La historia se centra en el actor y músico Jorge del Pino (Imanol Arias), al que el pasado no deja vivir en paz; el ventrílocuo Enrique Corgo (Lluís Homar), que acaba de hacerse cargo del pequeño Miguel (Roger Princep), un huérfano que quiere ser artista, y la cupletista, Rocío Moliner (Carmen Machi).

Los protagonistas se verán envueltos en una trama política en la cinta aparece un intento de atentado a Franco a la que Aragón no ha querido dar peso: 'Sobre todo he intentado bucear en el mundo emocional de los personajes', dijo. A lo que Imanol Arias añadió: 'La película habla de la superación del dolor sin revanchas'. Visto de cerca, eso tiene un buen pedazo de tela política de la que cortar, pero Aragón insiste: 'Me interesaba la manera en la que procesamos las ausencias'.

Con estos guisos, no extraña que Aragón defina la experiencia tras las cámaras de intensa. Tanto que engordó diez kilos (el vino y el jamón ayudaron) y volvió a fumar después de 16 años.

Tiene claro que su carrera en el cine no ha hecho más que empezar. 'Quién no ha soñado en querer contar una historia con imágenes al ver Rebelde sin causa', se pregunta, al tiempo que se dice admirador de Sam Mendes. 'Incluso cuando compongo música me invento una trama'.

Ya está escribiendo su segundo guión, otra vez con su cómplice Fernando Castets (pluma detrás de El hijo de la novia, de Campanella). ¿Habrá comedia? 'Quizás más adelante. Lo que me está saliendo ahora tiene una fuerte carga dramática y no quiero frenarme'.

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