Este artículo se publicó hace 16 años.
Dos habitaciones y un destino
Los ilustradores Judas Arrieta e Igor Skinja comparten reflexiones irónicas en la galería ADN
Equívocos casuales. Judas Arrieta (Hondarribia, 1971) luce un nombre vasco, potente y bíblico. No es en absoluto traidor a su causa (la causa pop); es más, pocos autores de su edad lucen una trayectoria y logros tan coherentes. Curiosamente, su nombre real es Igor Arrieta y este mes coincide con Igor Eskinja (Rijeka, Croacia, 1975) en espacio ADN del Eixample barcelonés. Cada uno con su habitación propia. Como dos hermanos que se curiosean de reojo, cuando abandonen la galería (15 de marzo), cada uno se llevará un poco del otro.
Habitación 1: Judas
Judas ama Oriente sobre todas las cosas. Sobre todo, Japón, China y Corea. Hace tres años, estuvo mostrando su trabajo en Beijing, gracias una beca por la que luchó como gato panza arriba. Hoy, reside allí de nuevo. Tuvo que volver, quizá añorado de su destino. La cigüeña, tal y como cuenta él de su nacimiento, desvió la ruta París-Tokio y aterrizó de
emergencia en Hondarribia.
Enganchado a la televisión, de pequeño se quedaba hipnotizado con Mazinger Z o Ultraman. Se empezó a interesar por la cultura asiática y, en la universidad, descubrió "la pintura/deporte, dibujar mi héroe preferido en 2x2 metros. Mi personalidad otaku-nipona convive plácida con la vasca".
Digámoslo ya: Judas es todo un personaje. "Un alma asiática atrapada en un cuerpo occidental", como le describieron durante su muestra en la Casa Asia de Barcelona. Se ha buscado siempre la vida. Ha cribado sus propias fuentes y no se le han caído los anillos en trabajos alimenticios, como el de retocador de fotos de una
funeraria.
Cocina él mismo los pintxos que ofrece en sus inauguraciones. No ha dudado en jugar a un tímido cosplay en algunas fotos de promoción, es especialista en arte digital y escultura, pero lo suyo es sobre todo la pintura y el dibujo. Por tener tan claro lo que le gusta, no va a ceder ni un centímetro. Dicen de él los críticos que es uno de los artistas más prometedores de la próxima década. Su obra figura en colecciones públicas como ARTIUM o INJUVE, además de participar en la última edición de ARCO.
Habitación 2: Igor
Eskinja se licenció en Bellas Artes en Venecia en el año 2002 y es un experto del juego de las dimensiones. En sus llamadas "experiencias visuales", la materia no se crea ni se destruye, se barre debajo de la alfombra. Como muestra, una foto en la que él aparece junto a una alfombra gris extrañamente plana. No es de tejido, está hecha a plantilla, dibujada con el polvo gris que acumuló en su
habitación.
Eskinja intenta crear "situaciones preocupantes y lúdicas a la vez, críticas y subversivas", con intervenciones mínimas. Expone obras transitorias y relativistas, donde todo puede estar y al segundo, no estar. En ambos rasgos, es el yang de Arrieta. En la ADN, se muestran obras físicas acompañadas de fotografías asépticas que aportan nuevos modos de ver sus trabajos.
Obsesivo de los pequeños detalles, la creación de las obras fue meticulosa. El título de la habitación, Fleeting (Fugaz), resume lo efímero, iluso y relativo de los hábitos
perceptivos.
Personajes de dibus animados
y cinta adhesiva
Pop asiático
El universo de Arrieta se compone de iconos del mundo de la animación japonesa y del cómic manga. Los saca de contexto y los trae a vivir a Occidente, para lo que no duda en reciclar, recortar y utilizar madera, insertándolos en composiciones de colores brillantes.
experiencias visuales
En las propuestas de Esjkinja, el protagonista no es el objeto expuesto, sino el observador y su experiencia perceptiva. Por su discurso, suele preferir instalaciones e intervenciones en espacios públicos, neutros. Usa materiales povera, de chapucero uso cotidiano, como la cinta adhesiva.
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