Este artículo se publicó hace 14 años.
"Hay que vigilar sin descanso a nuestros políticos"
Mel Gibson, que estrena 'Al límite', habla sin tapujos sobre su visión del poder
Es posible que en Europa seamos demasiado delicados como para entender bien a un tipo como Mel Gibson (Nueva York, 1956), mundialmente conocido por sus interpretaciones de matones fuera de control (Mad Max, Arma Letal), su dirección de películas ultra sádicas (La pasión de Cristo) y su militancia católica romana tradicionalista. Pero, aprovechando que el viernes estrena Al límite, la historia de un policía que venga a lo bestia el asesinato de su hija, vamos a intentarlo.
Para empezar estaría bien comprender qué le llevó a estar ocho años sin actuar. "Sentí que me faltaba frescura, que estaba estancado. Es muy fácil relajarte cuando las cosas van bien y adquirir hábitos perniciosos", cuenta. Pues empezamos mal: no se entiende que, si lo dejó para no caer en rutinas, vuelva a la palestra para interpretar al vengador de siempre. "Creo que todos nosotros, en algún momento de nuestras vidas, hemos buscado hacer justicia de un modo u otro. Es un deseo bastante normal. Y un argumento recurrente en el cine", se defiende.
"Estamos cansados de ver cómo abusan de nuestra confianza"
Lo que Gibson sí está dispuesto a admitir es que sus trabajos como director son mucho más arriesgados, aunque, en su opinión, la culpa de que interprete papeles convencionales la tienen los otros cineastas. "Como director escojo proyectos más osados que el resto de cineastas. Y cuando me limito a actuar, debo plegarme a la visión de otro".
Desconfiar de los que mandanLos personajes de Gibson no sólo son hombres con ansias de venganza por la pérdida de un familiar, sino que se suelen ver obligados a enfrentarse a conspiraciones descomunales. En Al límite, por ejemplo, lucha contra un contubernio formado por empresarios nucleares sanguinarios y políticos sin escrúpulos. A la pregunta de si cree que este tipo de conspiraciones se producen también en la vida real, Gibson responde con una gran carcajada. "¿Estás de coña? Por supuesto que sí. Estamos en medio de una crisis económica provocada por ese tipo de manejos. No creo que sea un secreto. Hay muchos trapos sucios expuestos".
"La crisis económica ha sacado un montón de trapos sucios"
Llegados a este punto hay que recordar que Gibson, al que se podría calificar de derechista convencido, estuvo a punto de producir Fahrenheit 9/11, el furibundo alegato antiBush del izquierdista Michael Moore. Puede sonar extraño, pero quizás no lo sea tanto. El pensamiento político de Gibson no es ajeno a esa tradición conservadora que señala que ningún maldito burócrata puede violar el sacrosanto derecho del americano medio a tomar sus propias decisiones. Que se lo pregunten si no a los padres fundadores. "Thomas Jefferson dijo que el precio a pagar por la libertad es la vigilancia eterna y constante. Y tenía razón. Uno no puede apartar la vista ni un segundo de las personas que dicen que nos representan. Estamos cansados de ver cómo los políticos abusan de nuestra confianza y de su poder", espeta.
Y procede a soltar la traca final. "Tengo un amigo que dice que no cree en las teorías conspiratorias, sino en los hechos conspiratorios. Hay conspiraciones reales. Ya lo creo que sí", zanja.
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