Este artículo se publicó hace 14 años.
"Nunca he ganado dinero con el cine"
Brillante Mendoza. Director, Mejor Director en Cannes 2009 por 'Kinatay'
Andrea Rodés
El director filipino Brillante Mendoza (Pampanga, 1960) continúa siendo un tipo humilde aunque lleve menos de cinco años haciendo películas y ya haya logrado un palmarés extraordinario. "El cine es mi pasión, pero no mi profesión", explica el director filipino, que recibe a Público en las oficinas de su productora de publicidad de Manila. Mendoza ganó el premio al mejor director en la última edición del Festival de Cannes por Kinatay, la historia de una prostituta filipina que es torturada y asesinada por un grupo de policías corruptos. En su cine, Mendoza retrata sin tapujos la violenta realidad social de Filipinas, en un estilo que le aproxima al documental. Ahora compite en el Festival de Las Palmas con Lola, la historia de dos abuelas coraje en el contexto de unas inundaciones en Manila.
"Expongo una historia o un problema sin ocultar detalles"
Sus últimas películas han sido premiadas en numerosos festivales internacionales pero no se proyectan en los cines de Manila, ¿Por qué?
Yo hago películas independientes y la mayoría del público filipino sólo quiere ver grandes producciones comerciales, al estilo Hollywood. Es cierto que los directores alternativos estamos cada vez más valorados gracias al reconocimiento internacional, pero eso no quiere decir que la gente vaya a ver nuestros filmes o que recibamos ayudas. De hecho, nunca he ganado dinero haciendo cine. Me gano la vida grabando anuncios publicitarios o campañas electorales.
¿ Ha recibido ofertas de productoras occidentales después de su premio en Cannes o Locarno?
"El público europeo es demasiado sensible a la violencia psicológica"
Sí, he recibido algunas, pero las he rechazado todas. El cine es mi pasión, no mi trabajo. Empecé a hacer cine con 45 años y no quiero más presión. Quiero poder controlar el proceso de creación. Además, sólo en Francia se han proyectado tres de mis películas: Serbis, Kinatay y Lola. El público europeo es demasiado sensible a la violencia psicológica que aparece en Kinatay. En Asia estamos más acostumbrados a este tipo de violencia, porque convivimos con ella. En Filipinas, por ejemplo, es más fácil hablar de violencia que de sexo. Somos un país católico, yo mismo lo soy. La censura sexual es alta y a veces ridícula: ¿Por qué exponer dos pechos se considera pornografía y uno, no?
¿Cómo se lleva con la censura?
He adoptado una posición realista. Yo no voy a luchar contra la censura, soy artista, no activista ni político. Para eliminar la censura es necesario cambiar la ley y ningún senador lo hará por temor a la Iglesia. Tampoco serviría de nada que permitieran proyectar mis filmes sin censurar en los cines comerciales, no vendría nadie. En Manila ya hay salas alternativas donde puedo hacerlo.
"Lo que pretendo es causar un impacto en el espectador, no entretenerle"
En sus filmes expone la corrupción, pobreza y violencia de Filipinas. ¿Nunca tuvo miedo?
No. Todos estos problemas son un secreto público, aunque nadie quiera hablar de ellos de forma abierta. Pero el cine es mi manera de abordar la realidad y, de paso, de descubrirme a mí mismo. Por eso expongo una historia o un problema sin ocultar detalles y, sobre todo, trato de no denunciar a nadie.
¿Alguna película nueva en marcha?
Estoy preparando una sobre el conflicto entre católicos y musulmanes en Mindanao, en el sur. En Filipinas todo el mundo cree que los musulmanes son violentos y peligrosos, que no se puede confiar en ellos. Son prejuicios ancestrales, desde la colonización española. Es uno de los temas más sensibles que he tocado. Lo que pretendo es causar un impacto en el espectador, no entretenerle.
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