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'House' goza de buena salud

Cuatro preestrenó el jueves Solo, el primer capítulo de la cuarta temporada. El resto de la serie llegará en enero.

PEDRO CALVO

La noche temática con House ha sido una buena jugada. El jueves Cuatro batió récords de audiencia. Los tres millones y pico de espectadores –y un 17,7% de share– que se engancharon al primer capítulo de la cuarta temporada, Solo, tendrán que aguantarse el mono.

Los siguientes episodios de la serie no llegarán inmediatamente. La velada con el médico más borde de la televisión se completó con dos capítulos viejos pero premiados. Un poco caótico todo. En medio de aquel fantasmagórico relato de la operación de House, una aparición fantástica: la vigilante de la playa Carmen Electra con un problemita en la rodilla. Este penúltimo capítulo, Tres historias, de primera la temporada, se llevó el Globo de Oro de 2005.

La serie requiere cambios. La planilla de los guiones se está quedando demasiado ortopédica. Hay que dar más juego a los personajes. Solo no permitió entrever por dónde van a ir los tiros. House se ha quedado sin equipo, sin blanco para sus hirientes frases y otras crueldades. No teniendo con quien meterse, los guionistas colocaron al principio un chiste recurrente. Nos hemos tragado diagnósticos y diagnósticos escuchando a House sentenciar. “Sea lo que sea, no es lupus”.

Pues bien, en el papel de los ausentes Cameron, Foreman y Chase, un empleado de la limpieza  fue elevado al rango de doctor Proper. Y este atolondrado Dr. Proper, ya que su abuela había padecido lupus, sí fue autorizado a realizar las pruebas de la dichosa enfermedad.

Hay que pasar de entender los galimatías médicos, como en otras series hay que pasar de la jerga de los abogados o del laberinto de las pruebas policiales. Pero de lo que no puede pasar House es de tener un equipo. Volverán Cameron, Foreman y Chase, pero volverán en otros puestos y con la compañía necesaria.

Necesita vivir arropado

El individualismo del héroe ganador ya no es comprensible sin una tropa de colaboradores alrededor. Por muy a la contra que vaya House, necesita a sus chicos junto a él. Los guionistas también, o se encontrarán al galeno cojo dándose la brasa a sí mismo todo el rato. Y las soluciones médicas se resentirían. Solo se resolvió con un torpe artificio.

El caso de la señora cuyos síntomas no se correspondían con su historia clínica quedó zanjado con la treta de que la paciente era una señora equivocada. Sólo les faltó salir con que todo había sido un sueño. House no se cansa de repetir que todo el mundo miente. Sus guionistas no deberían darle la razón tan burdamente al protagonista.

El atractivo de House está en que saque los pies del tiesto para salirse con la suya. Es un miserable que se redime porque nunca da su brazo a torcer. Sus ocurrencias son maldades, maldades muy ocurrentes. Tiene una pasta especial de heroico granuja, de genio tocapelotas. Colgado de la vicodina, la vicodina no le afecta al cerebro. Un prodigio farmaceútico.

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