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James Benning, el hombre que mira

Pamplona y A Coruña ofrecen una retrospectiva del cineasta

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Mirar y escuchar. El documentalista americano James Benning (Milwaukee, 1942) imparte una clase bajo ese título en la Universidad de las Artes de California, donde enseña a sus alumnos cómo prestar atención, al tiempo que desvela los dos gestos esenciales de su cine.

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Construida a base de planos fijos, la suya es una propuesta contemplativa, que ha creado una cartografía minimalista de EEUU: desde que filmó, en 1977 los márgenes de su ciudad natal en One way Boogie Woogie experiencia que repetiría 27 años después, sus filmes ponen en juego tiempo y espacio y dejan una melancólica constatación: no hay nada que acabemos de conocer, nada que el cine acabe de atrapar. Sucede en Casting a Glance (2006), donde registra los cambios sutiles y/o dramáticos en la gran obra del Land art, Spiral Jetty, de Robert Smithsson, una escollera de escombros en el Gran Lago Salado de Utah, en 1970.

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Prácticamente desconocido en nuestro país, el festival Punto de Vista, fiel en su objetivo de traer a España la obra de cineastas de difícil acceso, le ha dedicado una retrospectiva, que ahora y hasta marzo, se pasa en el CGAI de A Coruña.

Benning es un independiente, en el sentido literal: viaja y rueda solo, se ocupa de cada aspecto de sus filmes, desde comprar los carretes de 16 milímetros, en los que solía filmar hasta ahora, a grabar el sonido y montarlo. Si bien su cine vive, comercialmente, en un no lugar, Benning no es ningún don nadie: Neil Young lo tiene en un altar, el Museo Whitney de Nueva York lo ha incluido en cuatro de sus bienales, y en países como Alemania y Austria genera devoción.

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El paisaje obsesión de su cine es, para Benning, una función del tiempo. "Mi cine trata de ver las cosas a lo largo del tiempo, filmar grandes y pequeños cambios en un tiempo limitado", explica. Lo hace en Ten Skies, donde filma el cielo desde su casa.

La narración en Benning, alejada de los esquemas tradicionales y exasperante para el ojo poco paciente, está apoyada en la estructura. Para él "la forma es la narración". En Landscape suicide, nos pone frente a dos casos de asesinato, contados en una estructura de espejos, que muestra "cómo el estado mental afecta y construye lo que nos rodea y a la inversa". Pero la trama también puede adivinarse fuera del encuadre, sea por el montaje de sonido, que sugiere cosas que ocurren al margen de la visión, o porque el espectador tiene conciencia de su presencia solitaria tras la cámara.

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"Después de 20 años haciendo cine", cuenta, "decidí que sólo necesitaba dos criterios de trabajo: hacer películas en lugares donde quisiera estar y que, al mismo tiempo, me permitieran ponerme en un contexto más amplio, para así comprenderme mejor. Eso me ha llevado a esa exploración solitariade lugares".

Las matemáticas son la otra clave de su obra. Benning plantea cada uno de sus filmes como un problema. "Intento captar la sensación de un lugar a través de una estructura rígida, que he de solucionar". Y nosotros, llegado el momento.

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