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Javier Royo: "Los hombres seguimos sintiéndonos amenazados por el feminismo"

El ilustrador maño publica 'Homo Machus. De animales a hombres', un libro en el que pasa revista al heteropatriarcado a través de sus viñetas. Una indagación personal en tiempos feministas y una llamada a la empatía entre hombres y mujeres.

El ilustrador Javier Royo en un hotel céntrico de Madrid.- JAIRO VARGAS

Dice Javirroyo que no sabía dónde se metía. Dice también que no pretender sentar cátedra, que lo suyo es más bien una búsqueda de la empatía, que sólo así logaremos “viajar al lado de las mujeres; no delante ni detrás de ellas, sino a su lado, en el mismo barco”. Con ese fin se embarcó el ilustrador maño en una travesía hecha de contradicciones, consciente de que su posición privilegiada le proveía de más preguntas que respuestas. Homo Machus (Lumen) es, siguiendo la imagen, un primer punto de amarre en ese trayecto al centro del machismo.

“A mitad del libro me di cuenta de que no tenía ni idea de los constantes abusos que sufren las mujeres, y con esto no me refiero a los más flagrantes, sino a aquellos que parecen pasar desapercibidos”, confiesa Royo. Tuvo que detener la marcha, hacer un parón y documentarse. Para ello, echó mano de su Instagram y pidió a sus seguidoras casos prácticos de abusos, ejemplos de menosprecio, cosificación o acoso que la cotidianidad y el silencio parecen camuflar.

El resultado no se hizo esperar y Royo quedó tocado: “Recibí unos 300 mensajes en apenas 24 horas, experiencias que iban de los abusos en el trabajo a las violaciones intrafamiliares, pero lo que más sorprendió es que para muchas de las víctimas era la primera vez que lo contaban. Entendí que si me lo contaban a mí, un desconocido para ellas, es por esa tendencia que tiene la sociedad de culpabilizar a la víctima”. Ya saben; que si qué hacías por ese barrio sola con esa falda tan corta, que si qué horas son esas de volver a casa, que si por qué te metiste en ese portal…

Así fue como Royo fue tirando del hilo y se dio de bruces con una realidad que, si bien no le era del todo ajena, era incapaz de calibrar en su justa medida. “Creo que los hombres apenas nos hemos movido de nuestro sitio, en cambio ellas sí lo han hecho, están replanteándose su lugar frente al feminismo y dentro del feminismo, pero nosotros, los hombres, seguimos sintiéndonos amenazados, me gustaría que este libro sirviera a muchos para alcanzar un mayor grado de empatía”.

Desconocemos si lo conseguirá. Sí sabemos, por contra, a quién va dirigido: “Ojalá me lean muchos hombres, me gustaría que fuera un libro que ellas le regalaran a ellos, eso sería una buena señal”. A fin de cuentas, Homo machus muestra las miserias de lo que supone ser un hombre en tiempos de marejada, una deriva que Royo afronta con el salvavidas de la empatía, la comunicación y el entendimiento hacia más de la mitad de la población del planeta. “Este libro no es más que un acto de libertad frente a ese traje que nos han impuesto desde pequeños”.

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