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El joven flamenco que iluminó las canciones de Leonard Cohen

El cantautor desveló en la entrega de los galardones la historia del guitarrista español que le enseñó los seis acordes que están en la base de toda su obra

SUSANA D. MACHARGO

El público escuchaba en silencio, con el corazón en un puño, mientras el maestro movía sus manos de predicador como acariciando el aire. Leonard Cohen estaba desnudando su alma. Ayer, en el abarrotado Teatro Campoamor de Oviedo, reveló que su fraternidad con España es incluso anterior a su admiración por Federico García Lorca.

Nació en Montreal de las manos de un guitarrista español, que tocaba flamenco en un parque cercano a su casa. Allí lo conoció Cohen y allí lo contrató para que le diera unas clases particulares que le ayudaran a arrancar música de unas cuerdas que se le resistían. Las lecciones sólo duraron unos días, el tiempo necesario para aprender seis acordes que, según el cantautor, 'han sido la base de todas mis canciones, de toda mi obra'.

Aquel guitarrista tocaba flamenco en un parque cerca de su casa

Un día, aquel joven no se presentó a su cita. Cohen llamó a su pensión para saber qué había pasado: el guitarrista flamenco se había suicidado. Nunca supo quién era, de dónde procedía o qué le había pasado para tomar esa decisión fatídica.

Sobre el escenario del Teatro Campoamor, el cantautor y poeta canadiense improvisó un discurso de agradecimiento que trascendió al premio Príncipe de Asturias de las Letras. Porque Cohen reflexionó 'toda la noche, entre barras de chocolate y cacahuetes del minibar' del hotel en el que se quedó en Oviedo, y se dio cuenta de que se había hecho viejo y aún no había dado las gracias a la persona que está en la base de toda su creación musical. 'Todo lo que encuentren favorable en mi música y mi poesía viene de ahí', sentenció.

Cohen: 'La poesía viene de un lugar ambiguo que nadie puede conquistar'

Con Lorca encontró la voz que antes había buscado en los poetas ingleses y no había encontrado. Con Lorca se alejó de la imitación y la representación y le 'dio permiso para tener una voz propia'. Pero entonces aún era un 'guitarrista indiferente', que rasgaba el instrumento entre copas y amigos. Fue el joven español el que le iluminó, el que puso sus dedos 'de forma correcta sobre el mástil' y logró sacar esos seis acordes que le han acompañado durante toda la vida.

Ese es el agradecimiento que compartió en Oviedo. No sólo está emocionado por cómo España acoge su obra y a su persona. La base de su emoción, visible en sus lágrimas tras el concierto de homenaje en el Teatro Jovellanos de Gijón del pasado miércoles, es que cree que a este país le debe gran parte de su trayectoria como músico.

A pesar de que entre las manos no sostenía ningún papel, sus palabras no fueron fruto de la improvisación. Las había alimentado la noche anterior con chocolatinas y las había comenzado a sopesar mientras hacía el equipaje en Los Ángeles. Entonces estaba inquieto porque no sabía qué iba a contar, 'porque la poesía viene de un lugar ambiguo que nadie puede conquistar'. Leonard Cohen admitió que si él supiese 'de dónde vienen las canciones, habría hecho más'.

El cantante dijo que debe a España gran parte de su trayectoria musical

Quizá rescató de la profundidad de su memoria la historia del guitarrista español porque mientras hacía ese equipaje sujetó en sus manos una guitarra española que tiene desde hace más de 40 años. La acarició y la olió. Recordó el aroma a 'madera viva' del instrumento y supo que había llegado el momento de dar las gracias 'al suelo y a la tierra'.

Sus palabras brotaron de forma armónica, aunque Cohen admitió que no estaba acostumbrado a estar sobre un escenario sin estar arropado por una orquesta detrás. Aún así habló de forma pausada, con picos de emoción que mantuvieron en vilo a un público que ya estaba entregado de antemano y que rompió en aplausos antes incluso de que Cohen volviera a su silla para cubrirse con su eterno sombrero, ese que le protege también el alma de miradas indiscretas.

Riccardo Muti animó a utilizar la música para buscar la belleza

'La armonía y la belleza son básicas en este mundo para seguir adelante. Pero vivimos en la desarmonía, en la lucha, la guerra y el odio. No hemos alcanzado todavía la belleza para que el bien derrote al mal'. Riccardo Muti, premio Príncipe de Asturias de las Artes, que el jueves encandiló al público del Auditorio de Oviedo con la batuta, ayer lo hizo con la palabra. A Muti, premiado por el jurado por su capacidad de 'transmitir al público el mensaje intemporal de la música' así como 'por su vocación investigadora y su formación humanística', le sorprendió que la Fundación le pidiera que hablara, porque cree que 'un director de orquesta nunca debería hablar'.

Aún así tomó la palabra para transmitir optimismo, para animar a utilizar la música como herramienta para buscar la belleza y así 'llegar a la fraternidad'. La herramienta puede ser la música, pero el motor que mueve a Muti y que ayer compartió es la pasión. Según confesó, su tarea como músico no sólo es demostrar que puede dirigir una orquesta, sino que puede transmitir 'belleza y fraternidad'.

El director italiano, que fue el último de los premiados en intervenir, destacó, al igual que Cohen, su íntima relación con España. 'Porque soy profundamente mediterráneo y una parte de mi sangre es española, este premio tiene un doble significado'. Muti recordó así que proviene de Nápoles, una ciudad con gran ascendencia hispana y una historia común, con vínculos 'fuertes e importantes' con nuestro país; se acordó igualmente de vía Toledo, una céntrica zona de la ciudad, donde su madre le enviaba para comprar el pan (según recordó, las calles más apasionadas de la ciudad llevan el nombre de 'barrio español'), o del Teatro de San Carlos, que ordenó construir un Borbón, el rey Carlos III, y que considera el teatro 'más hermoso de todo el mundo'.

Su futuro también pasa por la conexión española. En breve estrenará una obra de Giuseppe Mercadante, un napolitano de principios del siglo XIX. El texto se había extraviado y Riccardo Muti lo ha conseguido rescatar de la Bilioteca Nacional en Madrid.

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