Juan Luis Cano: "La fe sigue teniendo una fuerza brutal porque es un asidero de esperanza para los desheredados"
El escritor, humorista y locutor publica 'Yo fui santa', una novela sobre una aparición mariana que ha sido finalista del Premio Ateneo Ciudad de Valladolid.
Madrid-Actualizado a
En tiempos de bulos y noticias falsas, de posverdades y mentiras tan repetidas que se convierten en certezas, Juan Luis Cano (Madrid, 1960) se ha sacado de la manga una historia de vírgenes castañeras y niñas visionarias, protagonistas de una aparición mariana en un pueblo minero leonés. Yo fui santa (Menoscuarto), el último libro del escritor, humorista y locutor —junto a Guillermo Fesser— del legendario programa radiofónico Gomaespuma, ha sido finalista del Premio Ateneo Ciudad de Valladolid.
No extraña que los milagros tengan lugar en escenarios pobres o en épocas de crisis económicas, existenciales o de valores.
Las apariciones marianas y los fenómenos milagrosos tienen más eco donde la gente necesita algo a lo que agarrarse, porque todo lo demás le ha fallado en la vida. Los crédulos precisan un asidero existencial, por lo que pierden su espíritu crítico.
En este caso, la protagonista de la farsa es una víctima más. Una niña que guarda su pequeño tesoro en el hueco de un árbol, donde una mujer ve una luz…
La niña se ve envuelta en una madeja siniestra de la que es incapaz de salir, porque es una víctima de su propia mentira y del ecosistema en el que vive.
Todos la usan. Su madre luce estigmas en las manos e incluso el cura del pueblo, don Baudilio, decide organizar los sábados una procesión desde la iglesia hasta el castaño y celebrar una misa en la explanada, que termina siendo un éxito.
En todos los fenómenos de apariciones marianas, siempre hay un cura de por medio, que suele convertirse en el guía espiritual del visionario. En cuanto a la madre, es una narcisista de libro que me ha servido para encarnar la presión ejercida sobre la niña, pero también como una figura que acostumbra estar presente en todas las historias de apariciones reales.
Ojo, no he querido decir que sean reales, me refería a los fenómenos relatados por los visionarios [risas]. Es decir, a esos personajes esotéricos que aseguran tener visiones o contactos celestiales. Surgen tras la aparición primigenia para apropiarse de ella y aprovecharse de la gente. Esa figura me ha ayudado a construir la semblanza de la niña.
Siempre, hasta en el drama, el humor, si bien en un ambiente minero procede el humor negro.
A nivel creativo, siempre me sale ese ramalazo, aunque escriba sobre algo serio. Llevo el humor pegado en la chepa.
El ecosistema español —Catalunya, la nueva política, las migraciones, la pandemia, la guerra de Ucrania y, claro, sus efectos en la economía, etcétera— también ha favorecido otro tipo de engañifas.
Sí, pero en el caso de la actualidad sociopolítica española hay una gasolina que está ayudando a que ese clima permee: las redes sociales, que consiguen que la gente no tenga tiempo para profundizar en nada y que pierda el espíritu crítico, necesario para tener una sociedad sana. Hay tal cantidad de mensajes que, al final, triunfan los cortos y simples. Es el caldo perfecto para que los bulos y las mentiras se propaguen. Un peligro terrible…
¿España es muy crédula?
No lo sé, porque no conozco en profundidad otros países para poder establecer una comparación. Sea como fuere, la educación es clave para que la gente tome sus decisiones de una manera más sustentada en el conocimiento.
¿Los políticos llegan a creerse lo que dicen e, incluso, a sí mismos?
Nadie se cree sus propias mentiras. Las actitudes de los políticos se corresponden con estrategias muy estudiadas, sobre todo en campaña electoral. Son papeles interpretados de un modo consciente en busca de unos objetivos claros. No es que termine creyéndose sus mentiras, sino que el ser humano tiende a buscar una justificación a sus actitudes, a pesar de que sepa que ha cometido un error y aunque sea para exculparse a sí mismo.
¿Le sorprende no tanto que sigan produciéndose apariciones marianas como que haya gente dispuesta a creerlas?
La fe sigue teniendo una fuerza brutal porque es un asidero de esperanza para los desheredados. Eso no significa que haya gente culta que crea que Moisés abrió el mar Rojo, pese a que no entiendo el proceso por el que llega a esas conclusiones. Me parece muy digno y respeto a los creyentes, aunque habría que analizar las carencias afectivas y sociales de cada ser humano. Por poner otro ejemplo, hay personas inteligentes y cultas que caen en las redes de las sectas, porque quizás les tocan la fibra emocional y estas rellenan su vacío.
¿Calificaría a Vox como una aparición?
Siempre habrá quien dude de si una aparición es verdad o mentira, pero Vox es verdad. Bueno, más que verdad, es un susto.
Desconozco si la Iglesia ha aceptado el fenómeno.
[Risas]
Los testigos de las apariciones suelen ser niños y pastorcillos….
Y también personas muy incultas que casi siempre viven en entornos aislados.
La Virgen ha aparecido en cuevas, pozos y barrancos, aunque sobre todo en lugares elevados, sean una cumbre, una peña, un árbol… En el caso de su libro, es un castaño, si bien en España tiene cierta querencia por las encinas.
Porque son los árboles que más abundan en la dehesa [en Extremadura, valgan como ejemplos Nuestra Señora de la Encina, de Burguillos del Cerro; o la Virgen de Belén, patrona de Cabeza del Buey, quien se les apareció a unos chavales sobre la copa de una encina y cuya silueta, todavía hoy, sigue siendo vista por los fieles en las bellotas de las carrascas del lugar].
¿La cabra de Santiago Abascal también tira al monte?
La cabra no es de Abascal, sino de la Legión [risas]. En todo caso, para ver a la Virgen siempre hay que mirar hacia arriba.
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