Este artículo se publicó hace 16 años.
Jugar al despiste
Nada es lo que parece: los artículos eróticos se confunden con objetos cotidianos
La frase cariño, no es lo que piensas sólo quiere decir que la sospecha de infidelidad es cierta. Sin embargo, esa frase también puede ser dicha con menos compromiso. Por ejemplo: Laura y María entran en una boutique erótica para encontrar algo con lo que animar una despedida de soltera. En las vitrinas hay falos y piezas de maquillaje. Se miran extrañadas hasta que la dependienta interviene: "No es lo que parece", informa con una sonrisa. Alcanza el pintalabios, lo destapa y gira la base. La punta roja empieza a vibrar y las chicas explotan en carcajadas. Con la brocha sucede exactamente lo mismo, con la diferencia de que el grosor y la longitud son mayores. Cualquier mente avispada podría pensar que ambos artículos permiten llevar el polvo en el bolso, pero ¡ojo! no sirven para penetrar, sino para estimular el clítoris.
Los chicos son mucho más rápidos comprando. A veces andan muy perdidos y te piden consejo, pero el público mayoritario son mujeres, admite Sara, de Los Placeres de Lola. En el final de la tienda hay un reducto bucólico. Flores, patos, ciempiés, peces de ojos saltones y pingüinos de plástico, que recuerdan a un batallón de juguetes infantiles. Nada más lejos de la realidad. La corona de pétalos de la flor se quita y deja al desnudo una bola que vibra. El pingüino es un masajeador con ocho velocidades, el pez sólo tiene dos. Ambos incluyen un soporte de plástico y dos ventosas, para hacer las duchas más desinhibidas y refrescantes.
Pero hay más objetos para salir del baño con la sonrisa puesta. En diferentes tamaños, Sara señala a unas esponjas muy especiales. Camufladas bajo inocentes formas frutales (fresa, naranja), incorporan una batería de pilas que las hacen vibrar entre la espuma y tu cuerpo. Más allá se expone una de las novedades de la tienda: La Petite Leçon, una regla de madera cuyo vínculo con el bondage se adivina muy fácilmente en un sex shop, pero que queda más disimulado en cualquier mesa de estudio. Muy cerca, Sara coge una cinta negra. Podría servir para embalar cajas, pero es el perfecto aliado de la exigente casta dominatrix.
En un ejercicio de imaginación, Laura y María adjudican un orificio a cada cilindro, mientras Sara aclara los casos más dudosos. No. Este sirve para la penetración anal. Fijaos en que lleva una base para evitar que se quede dentro, explica. En este apartado, los mejores materiales son los menos porosos. El acero quirúrgico, el cristal y la silicona son superiores en calidad al plástico reblandecido, nos explica y las chicas, encantadas, se quedan con la copla.
La cesta de la compraMás colorete
Una brocha con la que te podrías maquillar, pero no sólo. El mango vibra y sirve para estimular el clítoris (¡no para penetrar!). Es un ejemplo de que tus predilecciones sexuales pueden pasar inadvertidas, aunque tengas tus juguetes a la vista de todos. En la misma línea, podrás vacilar (o sorprender) al personal con unos pintalabios cuya barra de color vibra. Los hay para todos los gustos: desde rojo intenso a rosa pálido.
Pececillo
Sumerge a este ‘nemo' de ojos saltones en el agua para que siga vivo y achúchale. Vibrará para ti y podrás disfrutar de un masaje acuático que puede convertirse en una montaña rusa.
Gemelos
¿Son bolos, son protectores para el mango de la puerta? ¡Nooo! Son succionadores de pezón. Coloca uno sobre la piel, aprieta la esfera y sentirás de inmediato el efecto ventosa.
Esponja
Esta esponja tiene la particularidad de que se asemeja a una gran fresa y ¡además tiene un sistema de vibración progresiva! Lávate las axilas, los tobillos... ¡¡¡y la vulva!!!
Falo
¿Será un dedal, será una representación de la torre de marfil? Nada de eso. Este objeto tan discreto es un vibrador anal que admite cambios de temperatura. ¿Frío o caliente?
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