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Justifay, la cooperativa que busca un reparto equitativo de los ingresos en la  música en 'streaming'

Pretende consolidar un sistema de reparto justo sobre todos los ingresos provenientes del mercado digital y dotar de transparencia a un mercado totalmente opaco en sus contratos y acuerdos.

Concierto Love of Lesbian
Concierto de Love of Lesbian en el Palau Sant Jordi, el pasado 27 de marzo de 2021. Albert Gea / REUTERS

Con la música en vivo detenida hasta nuevo aviso y las ventas físicas estancadas, las miradas se dirigen a las plataformas de música en streaming, principales beneficiarias del parón covid y única vía de ingresos para una industria maltrecha. Un vistazo somero a las cifras del mercado digital nos habla de un crecimiento vertiginoso en los últimos años, alcanzando, según datos de Promusicae, los 223 millones de euros, frente a los 73 de la distribución física.

La hegemonía del negocio digital no está en discusión, sí lo está, en cambio, el modo en que se reparten sus ingresos y quién determina el total a distribuir. Con Spotify como dueña y señora de casi la totalidad del mercado de las plataformas, y con su posición privilegiada como intermediaria antes los consumidores finales, el flujo monetario (y las condiciones del reparto) queda al arbitrio de unas pocas manos.

El resultado, sobra decir, son ingresos millonarios para unos pocos y migajas para la gran mayoría. Todo ello revestido, además, de una opacidad que hace imposible (o muy difícil) entender la letra pequeña del reparto. La mayoría de las bandas y autores que no cuentan con contratos ventajosos con las plataformas acaban percibiendo unos ingresos ínfimos, aun habiendo alcanzado un número de reproducciones nada desdeñables.

Justifay nace como alternativa a un modelo que genera servidumbres a espuertas y privilegia a unos pocos muy pocos. Planteada como una "sociedad cooperativa integral sin ánimo de lucro", busca consolidar un sistema de reparto justo sobre todos los ingresos provenientes del mercado digital y dotar de transparencia a un mercado totalmente opaco en sus contratos y acuerdos. Una apuesta que nace con hechuras de herramienta para los músicos. 

Manolo Ballesteros, uno de los impulsores de este proyecto, explica que tanto la forma del reparto como el cuánto se reparte son las dos claves que explican el nacimiento de Justifay: "Nuestra filosofía es pagar lo mismo a todo el mundo e introducir una serie de variables en el modo en que se reparten los ingresos para que estos lleguen de la forma más justa al músico". 

En aras de la transparencia y del reparto equitativo, se introduce una unidad de referencia, el justi, cuyo cálculo impide que haya bandas o artistas que cobren un valor por reproducción diferente al marcado para el conjunto de obras de la plataforma, para corregir un sistema de reparto actual muy polarizado. Las plataformas al uso pagan por reproducción de más de 30 segundos, con una unidad de reparto distinta para cada banda.

"No hemos definido el precio de la cuota, pero lo que queremos ver es a quién has reproducido como usuario, de tal forma que podamos repartir tu cuota entre aquellas personas cuya música has reproducido, así los artistas minoritarios con fans incondicionales que pagan su cuota verán repercutido ese ingreso de alguna forma, el objetivo es que no se diluya, porque de lo contrario al final ese dinero se lo termina llevando el Daddy Yankee de turno, ese tipo de desequilibrio es el que queríamos corregir", explica Ballesteros.

Se trata, a fin de cuentas, de un pago por uso efectivo. O lo que es lo mismo, un pago en el que los royalties se calculen en función del uso efectivo de las personas usuarias de pago. El hecho de poder disponer de los datos pormenorizados de las escuchas puede permitir un sistema de reparto basado en el uso por tiempo de reproducción de cada persona usuaria Premium.

Economía social aplicada al 'streaming'

"Hemos optado por constituirnos como cooperativa entre otras cosas porque es una forma jurídica que te permite, en el caso de que dupliques usuarios, no tener que duplicar los costes de estructura, ni asumir bonos millonarios para tus directivos, simplemente contratas a las dos o tres personas más que necesitas para poder cubrir esa duplicidad de usuarios y ya estaría, con la particularidad de que estás duplicando ingresos", señala Ballesteros.

En efecto, la posibilidad de una cooperativa en el ámbito de la música digital permitiría fomentar no sólo otro modo de repartir los ingresos, sino también otra forma de tomar decisiones y un empleo de calidad. Una apuesta, si se quiere, arriesgada, en tiempos en los que prima la maximización del beneficio empresarial y el valor bursátil de las compañías cuyo único objetivo es el enriquecimiento de sus inversores.

"Justifay está pensado como un proyecto en código abierto, nuestra mayor felicidad sería que se replicara en cada país del mundo y que al final fuera una plataforma en la que los músicos de cada nacionalidad estuvieran cobrando lo que tienen que cobrar por lo usuarios de su zona, no en vano se ha sabido que Spotify pagaba más por reproducción a los autores de países de habla inglesa que a los de habla hispana". 

Es cuestión de tiempo saber si proyectos tan necesarios como el Justifay podrán hacer frente a monopolios de la envergadura de Spotify. De la suerte que corran depende, también, la suerte de muchas bandas y autores. 

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