Este artículo se publicó hace 16 años.
Karra, sin límites
El actor recrea tres estados de ánimo en ‘Los cronocrímenes’, de Vigalondo
El primer día le clavaron unas tijeras en el brazo. Así, de entrada, en primer plano y para empezar. Luego, durante el rodaje de Los cronocrímenes -el más accidentado que recuerda- corrió hasta partirse la espalda, le picó un bicho, Bárbara Goenaga -su compañera de reparto- le rompió una costilla con una patada mal dada y hubo hasta un huracán...
"Éste ha sido uno de los rodajes más accidentados, más extraños, duros y físicos que he hecho. También de los más enriquecedores", dice Karra Elejalde (Álava, 1960), que borda el papel de antihéroe en la película más comentada y esperada del año: Los cronocrímenes, de Nacho Vigalondo.
En el mecanismo de relojería que plantea Vigalondo en su debut en el largometraje, Elejalde es la manilla, el personaje que apunta el ritmo y quien, con sus distintos movimientos, mezquinos a veces, perplejos otras, hace correr la trama: "Karra es la película", dice Vigalondo.
Tres en uno
Con esta cinta, que se estrena mañana después de cruzar el tortuoso camino en busca de distribución nacional, Karra Elejalde confirma una versatilidad y una humanidad que ya había explorado desde aquella lejana primera colaboración con su director de cabecera, Julio Medem.
En Vacas (1992), Karra interpretaba a dos personajes, Ilegorri y Lucas, padre e hijo, y había demostrado que tanto podía hacer de organizador de duelos como de soldado republicano en la Guerra Civil. Nunca ha dejado Karra de bordar a personajes que se meten en todo tipo de embolados.
En Los cronocrímenes, no es que interprete a tres personajes, sino tres estados de ánimo de uno solo. "Es mas difícil interpretar tres estados tan particulares de un mismo personaje que hacer tres personajes distintos", reconoce el actor. Él, muy socarrón, lo llama "el personajes". Ese Héctor que llega a ser hasta tres versiones de sí mismo en un puzle de
paradojas temporales y deseo.
Le han puesto la medalla de ser algo así como James Stewart en las comparaciones inevitables que se han hecho entre Los cronocrímenes y La ventana indiscreta (1954). Pero es cierto que Karra es James: el hombre corriente que duda, tiene miedo, se mete en embrollos que se le escapan.
Karra, el antihéroe. Una filiación que ha ido modelando en el taxista Antón de La ardilla roja, en el machista Patricio de Tierra, en el lisiado
bonachón de Acción mutante.
También Karra, el múltiple: fuera del foco de una cámara, interpreta desde hace tiempo al personaje de La cabra en monólogos -como ése al que fue Vigalondo a ofrecerle el papel de Héctor en Los cronocrímenes-, recita poemas y prosa, a poder ser de Leopoldo María Panero, que le fascina. Y sigue escribiendo guiones: Airbag, Torapia o Año Mariano. Eso sí, lo de dirigir se acabó para él. "Soy feliz infligiéndome ese castigo", dice.
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