Este artículo se publicó hace 13 años.
Todos los De Kooning en el MoMA
El Museo de Arte Moderno de Nueva York dedica una amplia retrospectiva a uno de los padres del expresionismo abstracto
Isabel Piquer
No son varios, sino todos los aspectos de la vida y obra de Willem de Koo-ning los que se pueden ver en la amplia retrospectiva que el MoMA dedica al pintor neerlandés nacionalizado estadounidense. El del expresionismo abstracto, del action painting, de las mujeres multidimensionales o de sus aventuras cromáticas, siete décadas de creación de uno de los artistas más importantes de la Escuela de Nueva York. A lo largo de 200 obras, repartidas en orden cronológico, empezando por una pintura que realizó con tan sólo 12 años, la muestra explora muchas más facetas de las que normalmente se asocian con Willem de Kooning (Ro-tterdam, 1904-Long Island, 1997). "El arte no debería ser de una cierta manera", solía decir el artista y así lo demostró a lo largo de su trayectoria.
Queda claro después de estar en el MoMA que el pintor no siguió ningún camino definido y tuvo el valor, pese a las presiones de los críticos y del mercado, que siempre prefieren encasillar y clasificar a los creadores, de reencontrarse en distintos estilos. Concebía el arte como "acción unida a la energía y al movimiento corporal" y trabajaba con una concentración dirigida exclusivamente al acto creativo sin predeterminar su resultado.
La muestra reúne 200 obras, repartidas por orden cronológico, desde 1916 a finales de los ochenta
Y no tenía miedo de viajar entre la pintura figurativa y la abstracta, dos opciones que podían explorarse, a veces de forma simultánea o consecutiva, o acabar en un mismo trabajo. De Kooning podía empezar un lienzo durante una sesión y terminarlo años más tarde como fue el caso de Woman I (Mujer I), un tema tan tradicional como una mujer sentada que dio paso a una obra de vanguardia. Alrededor de 1945, las dos tendencias se fusionan perfectamente en Pink Angels.
Cuando muchos artistas de su generación promovían un mundo artístico utópico y puro, que marcaba una clara frontera entre el arte y la vida, el voraz apetito de De Kooning le llevó a explorar todas las formas. Solía decir que "ser antitradicional es tan cursi como ser tradicional". En 1949, declaró que "la carne era la razón por la que se habían inventado los óleos" y que la pintura, ante todo, era "una ilusión", una representación espacial, "algo bonito sobre el espacio que perdura".
La exposición del MoMA se articula en torno a siete grandes etapas del autor. Las obras tempranas (1916-1945) exploran las que realizó en su tierra natal antes de embarcarse como pasajero clandestino rumbo a EEUU en 1926 e incluye su primera serie de mujeres que le consagró como artista con tan sólo 40 años.
"Ser antitradicional es tan cursi como ser tradicional", solía decir el pintor
Violencia y agitaciónEntre 1946 y 1949, De Kooning navega entre lo abstracto y lo figurativo y sobre todo crea su serie en blanco y negro que afianza su reputación y su influencia como expresionista abstracto. Light in August y Black Friday son esencialmente negras con elementos blancos, mientras que Zurich y Mailbox son blancas con negro. Tiene su primera exposición individual en la Charles Egan Gallery de Nueva York en 1948.
Los dos años siguientes (1949-1950) marcan su culminación. Es una época en la que realiza su segunda serie de Mujeres, más violenta que la primera, y un momento especialmente ambicioso durante el que termina Excavation, su obra más grande. Su trabajo se orienta hacia las abstracciones complejas, agitadas, tales como Asheville y Attic, que reintroducen el color.
El voraz apetito de De Kooning le llevó a explorar todas las formas pictóricas
Entre 1950 y 1959, De Kooning realiza su tercera serie de Mujeres empezando por Woman I, que marcará el cambio artístico más importante de su carrera; inicia también una serie de paisajes abstractos, que prolongará a lo largo de toda la década y que tan profundamente influyen en los jóvenes artistas de la época. Los años sesenta empiezan con una mudanza. De Kooning deja Nueva York para instalarse en las afueras, en Long Island, lo que le da todavía más libertad para crear cuadros mucho más fluidos, con una técnica más abierta y un tono erótico más sugestivo.
En los años setenta explora nuevas direcciones, se dedica a la litografía, vuelve al dibujo y realiza esculturas cada vez más ambiciosas, a las que sigue la serie, realizada entre 1975 y 1977, de los exuberantes "paisajes del cuerpo". Ya en los ochenta se centra en largas cintas de pintura, suaves con colores transparentes, sencillas y a la vez complejas, antes de volver a diseños más complicados en los últimos momentos de su vida.
Se debate mucho sobre la relevancia y significado de sus últimas pinturas, que se hicieron claras, casi gráficas, aunque seguían aludiendo a las líneas biomorfas de sus primeras obras. Algunos dicen que su estado mental (se le diagnosticó alzhéimer) y los intentos de recuperarse de su alcoholismo le habían incapacitado para consumar el talento de sus primeros trabajos. Otros han visto en sus últimas obras el precedente de los pintores de los años noventa.
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