Este artículo se publicó hace 3 años.
'Kraut', carta ilustrada de un hijo a su padre nazi
Ferviente católico, voluntario en las SS, reportero de guerra, periodista rosa... La vida del holandés Joop Pollmann fue excesiva hasta sus últimos días. Su hijo, el viñetista Peter Pontiac, la ilustró en una novela gráfica de culto que marcó época.
Madrid-
Hay vidas que condensan una época. La de Joop Pollmann fue intensa y extravagante, como lo fue su siglo. Nacido en 1922 en la localidad holandesa de Leiden, Pollmann fue sacudido por un tiempo único; ferviente católico, lector voraz, voluntario en las SS, reportero de guerra en el frente oriental, luego periodista rosa y, finalmente, desaparecido en la bahía de Daabooi, en Curazao.
Su hijo, Peter Pontiac −nacido Peter Pollmann (1951-2015)− pasa revista a una vida que recompone a través de documentación diversa y recuerdos de familia. Lo hace a través de una carta interminable, a cabo entre lo confesional y el ajuste de cuentas, una suerte epístola biográfica que llamó Kraut y que vio la luz en su país en el año 2000. Dos décadas después llega a España de la mano de la editorial Fulgencio Pimentel.
Kraut le habla a un muerto. Le interroga a veces con ternura y otras con la severidad de un fiscal. Kraut va sobrado de soliloquios, Peter Pontiac le pide las vueltas a ese inmenso vacío que es el paso del tiempo y construye una obra monumental. Una obra que bebe de grandes autores de la talla de Will Eisner y Art Spiegelman y que le toma el pulso a la historia de una deshonra familiar, a saber; la de tener un padre que integró las Waffen-SS.
El rencor de las primeras páginas da paso a un progresivo intento por comprender sus razones, un viaje al centro de la ignominia paterno-filial a base de recuerdos ilustrados con todo tipo de detalles y documentación de la época. Viñetas que evocan un estilo "underground" y que remiten de forma directa a autores consagrados como Robert Crumb.
Kraut es también un fresco de la Europa pre nazi. Aquellos años previos a lo imprevisible en los que el mundo parecía encaminarse sin remedio a un choque sin precedentes. Y en ese cuadro viviente, en ese polvorín en el que todo está por suceder, urgía tomar partido. El padre Pontiac lo hizo, abrazó el nacionasocialismo, ingresó en las SS y fue reportero de guerra nazi. Un periplo fascista que terminó con una exigua "penitencia" de cuatro años de cárcel.
La reconversión fue, también, extravagante. Joop Pollmann aprovechó sus habilidades redaccionales para desempeñarse con relativo éxito en el ámbito de la prensa rosa. También se dedica a empinar el codo con cierta asiduidad, lo que deriva en una psicosis maniaco-depresiva. Por no hablar de sus líos de faldas y sus flirteos con la extrema-derecha.
Kraut, por momentos, es una letanía inmundicias. Un juicio sumarísimo a un padre que hizo bandera del fascismo. Es la búsqueda por comprender lo incomprensible. El amor incondicional de un hijo y la deriva de un hombre cuya pista se pierde en la bahía de Daabooi, en Curazao. Una desaparición que su hijo, Peter Pontiac, quiere entender como un acto de justicia: "Ahora sé que no hay palabra más sucia que pureza, es evidente que lo único que puedo hacer es perdonarte por el suicidio, ¿una voluntaria pena de muerte ejecutada por ti mismo?".
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