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Lectura La mejor literatura con ciencia para alimentar a tu adolescente

Complejos y desafiantes, fascinantes e inevitables. ¿Por qué hacer el esfuerzo de conquistar a un ser en plena pubertad? Quizá por la misma razón que dio Mallory para escalar el Everest: “Porque está ahí”. Sugerimos libros que pueden iluminar el ascenso. Coronar no será fácil, pero vale la pena intentarlo.

Una chica adolescente leyendo un libro / Pixabay

Mónica G. Salomone (SINC)

Belén Gopegui dijo en una entrevista que "la adolescencia es el momento de la vida en que mejor se leen novelas, (…) pues todavía no sabes cómo está hecho el mundo y quieres descubrirlo". Aun así, dar con libros seductores para adolescentes en ebullición puede ser un reto considerable. Se han dado casos –¡verificados!– de adolescentes que alternan El Mundo de Sofía con Los Cinco (Enid Blyton), e Instagram con Allan Poe y Agatha Christie. ¿Quién se orienta en ese bosque?

El lado bueno es que tanto bandazo puede abrir valiosas ventanas de oportunidad. Este texto, que complementa un anterior reportaje sobre literatura infantil con títulos también para adolescentes, tiene como propósito aprovecharlas.

Para lanzar el anzuelo…

… a adolescentes que no han mostrado interés por la ciencia, pero que aprecian un buen relato, puede servir Primates, que narra en cómic la historia real de las tres primatólogas Biruté Galdikas, Jane Goodall y Diane Fossey.

El increíble viaje de Alexander Von Humboldt también recurre a viñetas espectaculares en una obra que además disfrutarán los adultos. En cambio, pura ficción es la fascinación por la naturaleza de la niña Calpurnia Tate, cuya envolvente y rica historia transcurre en Texas (EE UU) a finales del siglo XIX.

La puerta de los tres cerrojos, con elementos de física de partículas, se desarrolla con estilo y ritmo de trilogía fantástica, al igual que las aventuras de la colección Código Ciencia, ambas para público muy joven.

Big bang: el blog de la verdad extraordinaria, de Belén Gopegui y su padre, el físico Luis Ruiz de Gopegui, parte del deseo de compartir placer: un abuelo se lanza a escribir un blog para contar a sus nietos “por qué los viajes espaciales son tan importantes como los museos, por qué es más fácil desordenar una habitación que ordenarla, cuántas probabilidades hay de que caiga en la Tierra un meteorito realmente grande...”.

Portadas de varios libros. / SINC

Portadas de varios libros. / SINC

Para picar la curiosidad…

… de quienes a veces parecen –solo parecen– indiferentes a todo, se puede probar con ¡No te lo vas a creer! y sus compañeros de colección, que abordan en pinceladas y con muchos gráficos todo tipo de cuestiones. Sí, todo tipo: las dimensiones de un virus, el peso de internet, cuánto se tardaría en caer al centro de la Tierra, cuánta agua cabe en la trompa de un elefante… ¿Tonterías? El físico Richard Feynman empezó el trabajo que le llevaría al premio Nobel pensando en el movimiento de un plato lanzado al aire.

También Cómo ser humano y El origen de (casi) todo, para lectores algo más mayores, parten de preguntas en principio poco relevantes. En las respuestas, los autores, de la revista de divulgación New Scientist, ofrecen abundante ciencia conservando el toque irreverente de la veterana publicación.

Para amantes de Youtube

¿Por qué contraponer la pantalla a los libros? Más bien, únete al enemigo. Varias editoriales convierten el tirón adolescente de algunos divulgadores en YouTube en obras impresas. Complicidad con su público y contenido jugoso es lo que ofrece, por ejemplo, El bosón de Higgs no te va a hacer la cama, donde Javier Santaolalla habla de “viajes en el tiempo, agujeros negros, motores de antimateria, aceleración del universo… La física moderna suena a película, pero es ciencia, de la de verdad verdadera”.

Para nutrir a los iniciados

Cuando ya no hace falta seducir porque ya ha habido al menos un incipiente flechazo, a los más jóvenes les puede gustar Cómo explicar genética con un dragón mutante o Cómo explicar física cuántica con un gato zombie, editado por el colectivo de científicos y divulgadores Big Van Ciencia. Si además los destinatarios son de cacharrear, disfrutarán Experimentos para entender el mundo, explicados por el autor en la web.

Con un guiño a ellas por motivos obvios, pero por supuesto útil para todos, Programación para niñas Techie explica de manera clara como iniciarse en Scratch y Python. 

Portada de Y me llevo una.

Portada de Y me llevo una.

Y para quienes aún recuerdan las restas con llevadas, nada mejor que el bellísimamente ilustrado Y me llevo una: “Recuerdas cómo se hacía una división? Tal vez, aunque puede que haga mucho que no la hagas a mano. ¿Y una raíz cuadrada? Este libro no va de cómo se hacen, sino de para qué sirven y por qué funcionan”, dice su autor, José Ángel Murcia.

Muy cuidada es también la edición de El misterio de la vida –biología, evolución– y La respuesta eres tú –el clásico libro del cuerpo humano, pero con poco de clásico–, así como la de Nikola Tesla. Inventor –innovador diseño– y Mujeres de ciencia –magníficas ilustraciones–. Todos recurren a una fórmula que suele funcionar: textos breves pero ricos, con contexto histórico y personal que arropa la ciencia contando lo que, por lo general, en las clases se soslaya.

Son libros de coger y soltar, para cuando se tenga un ratito. Así da tiempo de pensar entre medias. Lo mismo ocurre con La cuchara menguante (edición juvenil), lleno de curiosidades sobre la tabla periódica, y No tenemos ni idea, que no es específicamente juvenil, pero el tono es divertido y resalta una idea importante para jóvenes: queda mucho y muy emocionante por hacer.

En la novela gráfica Los diálogos: conversaciones sobre la naturaleza del universo los protagonistas demuestran que se puede hablar tranquilamente sobre ciencia de vanguardia sin ser freak, y ya solo por eso –pero no solo por eso– es recomendable. Y, por supuesto, está el clásico Brevísima historia del tiempo, una versión más ligera del éxito de ventas ochentero Breve historia del tiempo

Para conectar… 

…con ellos recordando la adolescencia propia, cada adulto tiene sus clásicos de cabecera –muchos con sus correspondientes películas–. En ciencia ficción está Flores para Algernon (segunda mano), cuyo tema sigue vivo en los debates éticos actuales sobre edición genética; los cuentos de Yo Robot, para pensar sobre la convivencia con máquinas; o la mezcla de rigor, fantasía e inquietante suspense de Cita con Rama. También ha inspirado a muchos Crichton, con Parque Jurásico y el tecnothriller Presa sobre nanotecnología.

En el ámbito de la novela prehistórica destacan La Guerra del fuego –el libro que fascinó a Juan Luis Arsuaga– y, más reciente, El clan del oso cavernario –ojo, son obras de ficción que pueden estar desfasadas, pero cotejar lo que cuentan con lo que se sabe hoy puede ser un aliciente–. Para amantes de los viajes y la naturaleza, nada como Mi familia y otros animales.

Portadas de varios libros. / SINC

Portadas de varios libros. / SINC

Dentro de la no ficción, y probablemente para la segunda etapa de la adolescencia, es unánime el reinado de Cosmos y de dos obras que conviene leer o releer con perspectiva de género: la pionera El mono desnudo y la divertida ¿Está usted de broma, Sr. Feynman?, en la que se mezclan la historia de la física con la historia universal sin más. Lectores y relectores podrán hablar de cómo y cuánto han cambiado las cosas. Si han cambiado. 

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