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“La libertad de las mujeres enloquece a los hombres en el peor sentido”

La cineasta Catherine Corsini y la productora Elisabeth Perez, veteranas en la lucha por los derechos de la mujer y del colectivo LGTB, reivindican en su película Un amor de verano la energía y alegría con la que lucharon las feministas francesas de los años setenta

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La directora francesa Catherine Corsini.

Actualizado:

MADRID.- En los primeros seis meses de este año se han producido 98 agresiones homófobas en la Comunidad de Madrid, una cada dos días. Ya hay 23 mujeres asesinadas en España en 2016. En algunos países árabes y africanos es mucho peor, claro, pero cada vez que salta la noticia de una de estas tragedias en Europa la sensación de retroceso y pérdida crece y entristece. En medio de este panorama, la cineasta Catherine Corsini y la productora Elisabeth Perez, veteranas en la lucha por los derechos de la mujer y del colectivo LGTB, han querido rendir homenaje a las feministas francesas de los setenta que, entre muchas otras cosas, visibilizaron a las lesbianas hasta entonces en la sombra. Lo han hecho con su película Un amor de verano.

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¿Hay en su película una intención de homenaje a aquellas mujeres feministas de los años setenta que lucharon con tanta energía?

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Catherine Corsini.- Sí, en realidad me dieron muchas ganas de hacer esta película porque quería mostrar esta especie de utopía y que se puede luchar por algo con alegría, con ganas colectivas. Se puede pasar bien luchando por algo. Pero hoy la gente tiene muchos miedos, llevamos como un sombrero de plomo que nos aplasta. A lo mejor ha sido ingenuo por mi parte querer hacer esta película, pero es que de verdad pienso que se puede luchar con alegría. Estoy muy contenta y muy feliz de haber hecho esta película, de haber plasmado esa energía y de mostrar ese movimiento de la política y de la palabra.

Un amor de verano es también una historia de amor entre dos mujeres. Muchos dicen que la ola de homofobia que recorre hoy el mundo se debe a la crisis…

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C.C.- En los setenta, las chicas se desnudaban y la gente estaba en contra, no estaban nada contentos, pero había un respeto, hoy, no. La extrema derecha se ha liberado y se atreve a hablar. Ahora gritan “maricón” en voz alta y te tiran botella a la cabeza y todo está permitido, no se cortan un pelo. Ahora no hay límites y la violencia está muy presente.

Eso explica la homofobia, pero ¿qué explica el machismo, el odio que se tiene hacia las mujeres?

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C.C.- Las mujeres son las primeras víctimas de los rencores de los hombres, de las sociedades dictatoriales… intentan casi que la mujer no exista. Todo ello es porque la mujer representa algo libre. Las mujeres no somos asesinos en serie, somos más tolerantes y somos más libres. Nuestra libertad les enloquece en el peor sentido de la palabra.

Un instante de 'Un amor de verano'.

Estamos en el siglo XXI y se vive un retroceso en todo esto ¿qué sensación les produce ello?

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C.C.- Antes, cuando luchábamos estábamos juntos. Ahora nosotras nos manifestamos en Francia en solidaridad con las mujeres españolas por lo de la ley del aborto. Pero eso somos las viejas feministas, no hay gente joven. Con el tema de la homosexualidad ves las manifestaciones en contra, son muchísimos y son violentos. Ahora sabemos que tenemos a tres cuartas partes del pueblo francés en contra nuestra. Homófobos, machistas…

No hay personajes masculinos negativos en su película, ¿ha puesto especial cuidado en ello?

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C.C.- Sí. A menudo me han dicho que me metía con los hombres en mis películas. Aquí quería mostrar hombres inteligentes, que entienden… están heridos porque no se les ha escogido y ven que una mujer puede preferir a otra mujer antes que a ellos, pero son nobles, no reaccionan con violencia. Es la forma de ofrecer un espejo en el que a lo mejor los homófobos descubran algo bueno.

La película juega con el plano íntimo de los personajes y con el colectivo del movimiento. ¿Hay que comprometerse primero con uno mismo para hacerlo después con el grupo?

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C.C.- Sí, pero además, quería que la historia de lo colectivo desbordara en lo íntimo y al contrario. Es una película de dos colores. El campo y la ciudad, lo personal y lo colectivo…

Decía que no hay gente joven en las manifestaciones…

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C.C.- Si creen que no hay problema ya, que sepan que no es así. En Francia cuando violan a una mujer, siempre hay alguien que sale con el “no debería vestir así” y cada vez hay más hombres que te meten mano en el metro. Cada vez son más violentas las reacciones contra las mujeres.

¿No han ido al cine a ver su película?

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C.C.- Han ido todas las lesbianas de Francia, pero ésas ya están convencidas. La película no funciona con los jóvenes. Un ayuntamiento de derechas prohibió el cartel de la película y eso hizo que unos cuantos espectadores más fueran a verla. Pensé que irían los hombres heterosexuales atraído por la historia de amor, pero bien sabían que la había dirigido una mujer.

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