Este artículo se publicó hace 15 años.
El policía que defiende la memoria histórica
Alejandro M. Gallo habla de guerrillas antifranquistas en Operación exterminio
Es un hombre fornido. Sus ojeras dicen que no duerme todo lo que necesita. A primera vista, no lleva pistola, aunque viene desde la comisaría de Gijón, donde cada día dirige las operaciones de la Policía local. No llega para hablar de delitos, sino de literatura. Alejandro M. Gallo acaba de publicar Operación exterminio (Ediciones B), su quinta novela y segunda que le dedica a la guerrilla antifranquista, el grupo de milicianos que tras el fin de la Guerra Civil mantuvo resistencia.
Su conversación seca y su gesto adusto le confieren la etiqueta de la autoridad. Pero Gallo no es un policía convencional. Al menos no responde al estereotipo. Empezó a escribir a los 16 años, estudió Filosofía y se confiesa un lector "de los filósofos de la sospecha, Freud, Marx y Nietzsche, que fueron los que pusieron patas arriba la modernidad". Él da relativa importancia a sus estudios: "Creo que ya acabó la época del policía opresor y sin estudios. Ahora se necesita más un pedagogo".
El interés de Gallo por la guerrilla antifranquista procede del desconocimiento que existe "de todas estas personas que aún siguen vivas y que siguen luchando", afirma. Para su última novela, basada en hechos reales, partió de un episodio de Maquis, el libro del catedrático de Historia Secundino Serrano, en el que se cuenta cómo empezó el principio del fin de estos guerrilleros. "En los años 1945 y 1946, Franco vio que los aliados ya no intervendrían en España. Se sintió fuerte y decidió acabar con estas personas. Se emprendió una operación de exterminio porque era así, no se quería sólo detenerlos sino acabar con ellos", cuenta Gallo. Lo hizo engañándoles con una venta ficticia de armas. "Consiguió que acudieran a las playas y allí les cazaron", apunta.
La tragedia para este policía fue que, en ese momento, el Gobierno en el exilio de Indalecio Prieto decidió evacuarlos por el puerto de Luanco y dictaminó la guerrilla como una forma obsoleta de lucha. ¿Una traición? "No, ellos no se sintieron traicionados porque tampoco había una posición clara en el Gobierno del exilio sobre la guerrilla. El problema es que mientras se decidían, Franco intentó acabar con ellos. Por eso a nadie le gusta hablar de esto", señala.
Para las mujeresEl peso de esta narración la lleva una muchacha de 15 años. Gallo quiso homenajear a todas esas mujeres que también estuvieron en el frente, mientras sus compañeros preferían mantenerse en la retaguardia. "En aquella época, sólo el movimiento anarcosindicalista y el POUM estaban de acuerdo con que las mujeres también cogieran las armas. Es evidente que sin el apoyo de sus novias, sus mujeres y sus hermanas ellos no se hubieran convertido en héroes", destaca.
Uno de los espacios por los que transita la novela es la cárcel de Carabanchel de Madrid, símbolo de la dictadura. Al hilo de la reciente destrucción de la cúpula de la galería principal de la conocida cárcel, el policía señala que "parece que hay un interés por vivir en un alzhéimer colectivo". Precisamente, cuando alude a la Transición, Gallo reconoce que nos olvidamos de las palabras de Picasso: "Si queremos crear algo debemos destruir lo anterior".
Sin embargo, es optimista acerca del movimiento de recuperación de memoria histórica de los últimos tiempos. Sabe que es un proceso lento, "pero ya todo el mundo se hace preguntas". El mejor ejemplo son las cerca de 20.000 fosas comunes que ya se han detectado en Asturias. "Hay muchos colectivos en esto", afirma.
Alejandro M. Gallo también escribe guiones para novelas gráficas, en los que vuelve a la trama de sus novelas y las adapta en viñetas. Lo hace "para llegar a esos lectores que no pretenden coger una novela de 400 páginas", reconoce. Para Operación exterminio, sin embargo, no hay proyecto de novela gráfica, sino de documental. Él escribirá el guión y lo dirigirá Miguel Barrero. Como protagonistas todos aquellos jóvenes de 16 y 17 años que sirvieron como enlaces y que aún siguen vivos defendiendo la memoria.
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