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Londres presume de Da Vinci

La National Gallery reúne desde hoy la colección más completa jamás expuesta del genio del Renacimiento

DAVID BOLLERO

La National Gallery de Londres inaugura hoy y hasta el próximo 5 de febrero la exposición más completa jamás reunida de las joyas pictóricas de Leonardo da Vinci (1452-1519). Este recorrido por siete salas, titulado Leonardo da Vinci: un pintor en la Corte de Milán, nos sumerge de pleno en el genio del Renacimiento a lo largo de más de 60 obras, entre las que se encuentran nueve de las 15 pinturas del artista florentino que aún se conservan en todo el mundo. En realidad, Da Vinci no fue un pintor profuso, tan sólo se le atribuyen 20 cuadros.

Tras esta ambiciosa exhibición hay cinco años de negociaciones para obtener préstamos de más de una docena de pinacotecas y colecciones privadas, desde el Louvre de París, el Hermitage de San Petersburgo o el Museo Vaticano a la Galería de la Academia de Venecia, la Real Academia de Artes británica, el Museo Nacional de Cracovia y numerosas colecciones privadas, incluida la Royal Collection de Isabel II que, entre otras joyas, cuenta con buena parte de los dibujos preparatorios de Da Vinci para La última cena.

Un duro trabajo, con un seguro que asciende a 1.500 millones de libras (unos 1.700 millones de euros), cuya labor, sobre todo de cara al traslado de las obras, se ha visto facilitada por otro de los enigmas que rodean a Da Vinci: el artista pintó la mayor parte de sus cuadros en paneles de madera de nogal, en lugar de álamo, que es a lo que se acostumbraba en la época.

En la muestra están 9 de las 15 pinturas que aún se conservan del genio florentino

La exposición se centra en la producción del genio florentino durante su paso por la Corte de Milán, donde contó con el mecenazgo del duque Ludovico Sforza. Diecisiete años en la Corte (1482-1499), durante los cuales Da Vinci conjugó arte y ciencia. Sus obras combinan arte sacro, retratos y dibujos con los que crea desde ideales de belleza a teorías científicas como sucede con su disección de Los ventrículos del cerebro y las capas del cuero cabelludo (1490-94).

Casi dos décadas concentradas desde la primera sala, donde se exponen los claroscuros de El músico (1486-87), hasta las últimas, con el rostro sensual de un restaurado Cristo como salvador del mundo (1499), atribuido a Da Vinci este mismo verano, en la que se descubren técnicas del pintor como la recolocación de las manos. Entremedias, La dama del armiño (1489-90), posiblemente el retrato más conocido de Da Vinci tras La Gioconda (1503-06), que no ha viajado hasta Londres. La pintura, que representa a Cecilia Gallerani, la amante del duque cuando tenía 15 años, descubre una sonrisa a punto de romper, quizás un primer ensayo de lo que vendría con La Mona Lisa.

La National brinda la oportunidad de contrastar el Da Vinci más perfeccionista en su magnífica La Belle Ferronière (1490-95), en la que posiblemente retrató a la mujer del duque Sforza, Beatrice d'Este, con el artista más disperso por su hiperactividad renacentista, lo que nos dejó obras inconclusas como su San Jerónimo (1488-90), curiosamente sin barba, en la que se ve cómo la pintura ni siquiera ha cubierto buena parte del boceto inicial.

El final del recorrido, ya en el edificio anexo (Sala Sunley), se cierra con una imponente copia de Giampietrino de La última cena (1520) de ocho metros de ancho, cedida por la Royal Academy, y sirve para descubrir el proceso creativo del artista hasta llegar a la obra final. Alrededor del lienzo que Da Vinci pintó entre 1494-1498 para el convento dominico de Santa Maria delle Grazie, los bocetos y dibujos que utilizó para ejecutarla, con diversos estudios de las figuras masculinas o de las manos de San Juan o Judas.

Cuenta con préstamos del Louvre, el Vaticano y el Hermitage, entre otros museos

Si hubiera que reprochar algo a tan magna exposición sería, quizás, la inclusión de cerca de una treintena de obras de alumnos y seguidores del artista florentino. Las obras de Marco d'Oggiono, como La Madonna de las violetas (1498-1500) y, sobre todo, de Giovani Antonio Boltraffio, del que entre su docena de dibujos podemos ver el Estudio de la cabeza del Niño Jesús (1490-91) o La Madonna de la rosa (1487-90), distraen al visitante, dispersando la atención entre casi el centenar obras de expuestas.

La exposición está llamada a ser la más vista en la historia de la National Gallery. El museo ya baraja ampliar los horarios de apertura e incluso abrir el día de Año Nuevo.

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