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El mago de las canciones pobres

Jeffrey Lewis inicia una gira de ocho conciertos por España

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J. M. DeMatteis, guionista de cómics de Spider-Man en los ochenta, comentaba en una entrevista por aquel entonces que el mejor final para una historia es cuando el personaje cae en un profundo y oscuro agujero y, al mirar hacia arriba, ve el rostro de Dios. Jeffrey Lewis, cantante y dibujante, no cree en Dios, pero sus composiciones beben de esa idea expresada por DeMatteis: al final, se trata de encontrar el hilo de esperanza en medio de la desesperación.

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Por eso sus canciones son como despojos alegres, tartanas sonoras llenas de color y sentimiento que cuentan historias inverosímiles en las que el dolor se exprime hasta sacar una gota de luz. "El sentimiento que inspira mis canciones es que todos estamos perdidos en esta vida y que ni siquiera podemos ayudarnos unos a otros. Lo único que podemos hacer, al menos, es tener el deseo de ayudarnos. Eso es lo mejor que tenemos", responde el músico.

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Lewis, que inicia hoy en Granada una apretada gira por España de ocho conciertos, es uno de los cabecillas del antifolk neoyorquino, esa vertiente desaliñada y casera de la canción de autor que terminaría encumbrando a una de sus compañeras de generación, Kimya Dawson, número uno en EEUU gracias a la banda sonora de la película Juno. "El arte de ser famoso es un arte diferente al de la música, en el que además necesitas algo de suerte. No vale con hacer una o dos grandes canciones, tienes que hacer una tras otra, hasta que al mundo le sea imposible ignorarte. Eso es lo que ocurrió con Kimya Dawson", cuenta Lewis.

La fuerza de atracción de sus canciones es un enigma que ha seducido a personalidades como Jarvis Cocker, líder de Pulp, que le considera el compositor más brillante en la actualidad. Son melodías simples e historias cotidianas (pero muy imaginativas) sobre una base musical cruda y deshi-lachada. En sus conciertos, ilustra algunas de ellas mostrando carteles pintados por él mismo, como la descacharrante History of communism, que comenzó como un tema de ocho minutos y ya va por la quinta parte, dedicada a Corea del Norte.

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Por fuera, sus canciones parecen inofensivas, pero esconden una poderosa carga de emoción y sus efectos desar-man. "Es un misterio. ¿Por qué una canción funciona y otra no?", se pregunta. "Puedes mirar una canción con un microscopio y aun así no saber por qué funciona. Por supuesto, la melodía y la actitud del cantante es muy importante. Como Woody Guthrie: sus letras las podría escribir y cantar cualquiera, pero tenía más poder que cualquier película millonaria de Hollywood. Es magia".

Lewis ha ido adquiriendo el gusto por enriquecer su música, encontrándole el ángulo artístico a la producción. Sus canciones han ganado profundidad, atmósfera y detalles sin perder el espíritu inmediato que aprendió de sus grandes maestros: Daniel Johnston y Yo La Tengo. Este giro de tuerca se percibe en A Turn in the Dream-Songs, el álbum que presenta estos días en España.

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