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Manara desnuda el mobiliario

Las sensuales creaciones del dibujante italiano se integran en una colección de mesas, biombos, sillas y paneles de luz

REBECA FERNÁNDEZ

Cada rincón de la sala está marcado por las curvas de sus voluptuosas mujeres. Milo Manara (Italia, 1945) las muestra rotundas, carnales y ausentes de pudor. A tamaño natural, en paneles de luz, en mesas, sillas y coquetos biombos de metacrilato, las creaciones del dibujante italiano posan con descaro para seguir convertidas en las reinas del erotismo. Además, tienen un secreto: han logrado cumplir el sueño de muchos de sus seguidores de poder vivir junto a ellas cada minuto.

El salto de estos personajes desde las historietas a soportes como los paneles de LED, el aluminio y la tela, se ha producido de la mano de la firma Nekko Design, que expone en Madrid la colección que integra los dibujos de Manara en su mobiliario.

'No me gusta el uso del erotismo en la publicidad ni en el mercado'

El hecho de mostrar sirenas semidesnudas y mujeres con gesto de placer en un salón o en un comedor forma parte de la intención que Manara tiene de mostrar el erotismo sin sentimiento de culpa. 'El erotismo es la energía vital, la fuerza que hace seguir adelante al mundo', relata a Público Manara, sentado en una silla con una de sus hadas impresas en el respaldo.

A juicio del autor de El Clic y El Gaucho, la cultura siempre se ha apoyado en dos patas: Eros, el dios griego del amor, y Tánatos, la personificación de la muerte. Desde los 14 años, Manara se decantó por seguir al primero de ellos, justo en el momento en el que empezó a mirar a las mujeres de una forma diferente. 'Empecé a dibujarlas para intentar comprender ese secreto, de la misma forma que los primeros hombres pintaban sobre la pared de una gruta', relata este artista italiano, que continua dibujando porque sigue sin descubrir el misterio.

Es precisamente esa magia, esa fantasía la que está en la raíz del erotismo que siempre ha retratado Manara, y que tan claramente diferencia de la pornografía: 'Si la intención es comerciar, se trata de pornografía. No me gusta el uso del erotismo en la publicidad, en el mercado, prefiero hablar de erotismo sólo para hablar de él'.

'En Italia no hay política, sólo hay una situación cómico-teatral'

A lo largo de los más de 40 años que ha dedicado a retratar el cuerpo femenino y el deseo, Manara ha visto cómo el concepto de erotismo ha cambiado y, en cierta forma, se ha aligerado del componente subversivo que tenía en los años sesenta y setenta. 'Ese concepto, esa idea de emplearlo como arma ideológica ha desaparecido casi completamente', señala Manara, que alude a internet como una fuente demasiado amplia para profundizar en casi cualquier fantasía. Por eso, él tiene claro su camino a seguir: 'Ahora lo que quiero hacer es ser divertido, no revolucionar'.

La obra de Manara está plagada de ninfas que pasean su desnudez y que disfrutan dejando que lo sugerente se imponga a lo explícito. Tanto es así, que nunca ha dibujado a una pareja manteniendo relaciones sexuales, porque prefiere mostrar los efectos sociales del erotismo a los privados. 'Lo que me parece interesante es lo escandaloso, el aspecto de la transgresión del sentido del pudor. Es lo que más me divierte. Además, lo que sucede en un dormitorio es más o menos igual a lo que pasaba hace 3.000 años', afirma.

Lo que es obvio es que la fuente de inspiración de este autor, que ha trabajado con Hugo Pratt, Federico Fellini y Alejandro Jodorowsky, no parece agotarse. De momento, trabaja en el cuarto libro de Los Borgia, y está preparando otra historia erótica sobre una modelo de Caravaggio, Anna Bianchini, 'una prostituta que vivía libremente en la Roma de 1600'.

Además de esta devoción por la sensualidad, Manara tiene otra cara: la del artista comprometido políticamente. Con una clara vinculación con la izquierda, este dibujante no oculta su opinión sobre el Gobierno de Silvio Berlusconi. 'En Italia no hay situación política, sólo hay una situación cómico-teatral. Berlusconi controla la mayor parte de los medios de comunicación y también dirige la cultura. Tiene en un puño a la opinión pública', explica.

Manara mantiene su esperanza en los intelectuales 'todos están en contra de Il Cavaliere', y recuerda las reiteradas victorias electorales de Berlusconi con una media sonrisa, que queda refleja sobre una mesa plagada de los retratos de sus eternas compañeras, sus mujeres.

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