Este artículo se publicó hace 15 años.
Mandad a vuestros padres al infierno
Publicado en 1963, 'Donde viven los monstruos' fue tachado de oscuro
Castigado a la cama sin cenar por amenazar con comerse a su madre, que le había llamado "¡Monstruo!", Max, de 9 años, hizo crecer un bosque en el interior de su habitación. De ahí a coger un barco, visitar la tierra donde viven los monstruos y proclamarse rey de todos ellos, estaba a sólo un paso de imaginación. Allí le querrían sin condiciones y podría mandar a todo el mundo a la cama sin cenar.
Publicado en 1963 y con apenas 30 páginas, Donde viven los monstruos pronto se convirtió en un libro tachado de oscuro por tratar temas no habituales en el género infantil. Su autor, Maurice Sendak (Nueva York, 1928), en un escritor incómodo, de los que no gustan a todos los padres. Poniendo en primer plano sentimientos como la ira, la rabia, la venganza y la frustración, su visión de la infancia no es amable y refleja el instinto de una criatura en continuo aprendizaje, que no sabe comportarse. Y menos tal y como espera un adulto que lo haga.
Porque el mayor pecado de Donde viven los monstruos es no querer enseñar.
Personajes en los márgenesEs un libro que no trata de enseñar a los niños, sino a sus padres
O tal vez, sí, pero no a los niños sino a sus padres. Disney está muy bien y el propio Sendak ha declarado todo lo que le debe a Fantasía (1940), pero también ha demostrado interés por separarse de los personajes infantiles que no entran en conflicto, que no chocan con el entorno para comprobar su dureza.
¿Son los niños los verdaderos monstruos? Según contaba el autor a The Guardian, esos seres tan achuchables y peligrosos como una fiera de peluche nacieron como reflejo de sus parientes, judíos polacos que llegaban a EEUU con su extraño lenguaje y sus extraños modales: "Así que ahí tienes quiénes son los monstruos. Ellos eran extranjeros, perdidos en América". Sendak, el pequeño de tres hermanos, pensaba que, si no les gustaba la comida de su madre, podrían comerle a él.
Además de no tolerar las lecturas paternalistas, en esta entrevista soltó un mensaje claro para todos los padres preocupados: "Les diría que se fueran al infierno".
Editado en España por Alfaguara Infantil que acoge otras lecturas infantiles que soportan lecturas maduras, como El pequeño Nicolás, de Goscinny, o los relatos de Roald Dahl, Donde viven los monstruos permite también deleitarse con las ilustraciones del autor, que capturan el misterio y la magia de la infancia, lo inexplicable de todo esto. Hoy se considera un clásico en EEUU y su reflexión final aclara el mensaje: ni la imaginación ni el resentimiento ante un castigo paterno pueden con algo tan primario como el olor de una cena. Todavía caliente.
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