Este artículo se publicó hace 4 años.
'Maquis', la resistencia antifranquista con nombre de mujer
La ficción se pone en este largometraje al servicio de una época olvidada y de un contexto complejo: la rebelión en los montes durante la posguerra y la red de ayuda que se creó entre los guerrilleros y las mujeres de los pueblos.
Madrid-
España, 1949. Mientras en el monte sigue la guerrilla, en el llano las mujeres sufren la represión. En cada casa hay un conflicto del que nadie quiere hablar; algunas prefieren olvidar y otras, seguir luchando. Las mujeres de los pueblos guardan terribles secretos, entre el miedo, el machismo y el silencio de un país que no quiere recordar.
Es un tiempo de confesiones sotto voce, de un catolicismo tan recalcitrante como omnipresente y de encuentros furtivos en la noche. Maquis refleja esa España rural tallada en las toscas aristas de un clérigo medieval, pero también esa otra España que anhela el progreso y que se sacude, como puede y cuando le dejan, siglos de padrenuestros.
Maquis, que acaba de ser seleccionada en el Wales International Film Festival, indaga en ese país que fuimos hace no tanto. Lo hace a través de personajes exclusivamente femeninos y en blanco y negro. Una apuesta que llega tras nueve años de investigación y desarrollo de una narrativa propia en otros formatos como el teatro o la literatura. Al frente de la iniciativa está el director y guionista Rubén Buren, biznieto de Melchor Rodríguez, el llamado ángel rojo, último alcalde del Madrid republicano que salvó de la muerte a 11.000 presos políticos.
El grueso de Maquis –que se acaba de estrenar en Filmin– lo conforman tres mujeres que buscan la felicidad, cada una a su manera. Pilar, Adela y Sagrario, interpretadas por Paloma Suárez, Zaida Alonso y Fátima Plazas, representan a tres generaciones de mujeres víctimas del silencio y la guerra civil. "Son las perdedoras de los perdedores", confiesa la joven actriz Fátima Plazas –Sagrario en la ficción–, cuyo personaje carga con la pesada mochila de una guerra que apenas vivió.
"Muchas veces nos volvemos muy abstractos hablando de la guerra, como que perdemos la perspectiva más sencilla, la que se pregunta qué siente una madre cuando pierde a un hijo, qué siente cuando no se le puede dar de comer o cuando da igual lo que sueñe porque no lo vas a poder cumplir... Y si encima de sufrir todo eso ni siquiera tienes el reconocimiento porque lo que viene es el silencio, esa creo que es la derrota más dura", apunta Plazas.
Maquis aparece como una película que quiere utilizar la ficción para hablar de una época olvidada y de un contexto complejo: la rebelión en los montes durante la posguerra y la red de ayuda que se creó entre los guerrilleros y las mujeres de los pueblos. En ese escenario, Adela, Pilar y Sagrario tensionan con sus realidades y anhelos una trama hecha de suspicacias y secretismos.
Mientras en el monte los hombres mantienen una lucha a muerte contra los guardias civiles y esperan la venida de los americanos –cada vez con menos moral–, en el llano Adela, que quiere luchar contra el nuevo régimen fascista, les sirve de enlace y lleva una doble vida en casa de su suegra Pilar, que ha perdido a su marido y a su hijo en la guerra y lo único que quiere es dejar de sufrir. Sólo le queda en el mundo su hija Sagrario, una joven que quiere salirse del camino prefijado que les toca a las de su clase.
Rosa Fernández Cruz, que forma parte del elenco de Maquis interpretando a una monja, incide en la necesidad de reivindicar el papel de la mujer durante la contienda y la dura posguerra: "Apenas se ha contado las historia de estas mujeres y de este silencio que se generó en muchos pueblos, pequeñas sociedades en las que derrotados y vencidos convivían puerta con puerta, y que además sabían que había gente que colaboraba con los maquis y gente que ayudaba a la Guardia Civil".
Urge editar ese viejo relato que nos habla de plañideras encomendadas a un Cristo de madera. Maquis se revuelve también contra esa imagen que pervierte el legado de tantas y tantas mujeres durante la guerra. "Claro que había mujeres que esperaban en casa, pero es que esperar no significa sentarse y llorar, esperar es también superar condiciones lamentables, mujeres que sacaron adelante sus familias con valentía y dignidad".
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.