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'Marseille' se mancha las manos con la política más sucia

La cocina de la política francesa

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Gerard Depardieu protagoniza la serie 'Marseille'.

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MADRID.- El desembarco en Europa de Netflix prometía producciones en el Viejo Continente y la primera acaba de llegar a la plataforma de streaming bajo el título de Marseille, serie francesa que tiene en la corrupción política su razón de ser. Esa es la premisa de la que parte y de la que, en ocasiones, se olvida para dejarse llevar por otros derroteros que tienen más que ver con el drama familiar que con el thriller político. Pero es que en Marseille todo está relacionado. Protagonizada por Gerard Depardieu, sin duda el rostro más conocido del cine y la televisión galos, Marseille gira en torno a la lucha por el poder en la alcaldía entre maestro y discípulo con la traición del segundo al primero como detonante de la trama.

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Vestida de thriller político, la primera producción europea de Netflix se adentra en los bajos fondos del poder sin dejar ninguno por tocar. Corrupción e intereses urbanísticos, drogas, delincuencia, adicciones, juegos de poder y sillones, favores sexuales a cambio de otro tipo de prestaciones, relaciones con la prensa, intereses personales, traiciones, diferencia de clases… En Marseille se mezcla todo esto como en una coctelera con un guión a veces fácilmente predecible por ajustarse, quizá en exceso, a lo que marcan los cánones.

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En Marseille se mezcla todo esto como en una coctelera con un guión a veces fácilmente predecible por ajustarse, quizá en exceso, a lo que marcan los cánones

Pronto se ve que la traición de Barrès tiene mucho de venganza. Da la impresión de que el espíritu de Montecristo, ese al que Depardieu dio vida en una miniserie francesa de finales de los noventa, sobrevolase continuamente la ficción marsellesa. La venganza por un hecho pasado en la vida de Taro que Barrès conoce y del que parece ser víctima desde el principio está siempre latente hasta que estalla y tanto espectador como alcalde conocen al fin confirmándose la sospecha sembrada ya en el piloto.

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Marseille cambia de género con demasiada facilidad haciendo que el segundo a veces se coma al primero, mucho más interesante. Cierto es que ambos están íntimamente relacionados. Después de todo, Taro ha tratado a Barrès como uno más de la familia compuesta por su mujer, chelista con aquejada de una enfermedad degenerativa, y su hija, periodista que se niega a firmar con su apellido para desmarcarse del ‘hija de’.

La cocina de la política francesa

'Marseille' está contada con cierto toque de búsqueda de la trascendencia y a un ritmo pausado que se dispara en los últimos tres episodios

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Todo contado con cierto toque de búsqueda de la trascendencia y a un ritmo pausado que se dispara en los últimos tres episodios (los mejores), con las elecciones a solo unos días y los dos aspirantes a la alcaldía jugando una partida de ajedrez vertiginosa en la que los trapos sucios son su mejor baza. ¿Hasta dónde están dispuestos a llegar por ganar la partida? Taro y Barrès parten de un punto. El actual alcalde es visto como la víctima de una traición. Pero eso es solo al principio. Dos personajes que van y vienen evolucionado con la trama hasta un punto de no retorno en el que no hay más víctimas que quienes les rodean.

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