Este artículo se publicó hace 16 años.
La mejor película española del año es 'La soledad'
Los Goya han apostado por la renovación en una gala en la que los galardones han saldado su deuda con la actriz Maribel Verdú y homenajeado al mítico Alfredo Landa
Fue la lluvia la encargada de recibir a las estrellas del cine español a la entrada del Palacio de Congresos de Madrid. La XXII edición de los Premios Goya, otorgados por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, ya sabe de luchar contra los elementos, por lo que este año apostó sobre seguro: repitió José Corbacho como irreverente maestro de ceremonias (le plantó un beso en la boca a Elsa Pataky sin avisar) y se volvió a imponer un ritmo ágil y dinámico en la insufrible entrega de galardones. Esta vez no hubo más protestas que una improvisada entre el público, que unió a la voz de "¡No al Euribor!".
Sorpresa en la noche del cine español: el Goya a la mejor película se lo ha llevado La soledad, de Jaime Rosales, galardonado también con el premio a la mejor dirección.
La cinta se ha llevado los tres premios a los que optaba, con José Luis Torrijo como mejor actor revelación.
El orfanato, una de las favoritas, ha sido la más premiada de la noche, con siete galardones, entre ellos el mejor director novel para José Antonio Bayona y el mejor guión original, un texto de Sergio Sánchez.
A la quinta fue la vencida
Por lo demás, fue la noche de las puyas: por un lado, la de las dos favoritas, El orfanato y Las 13 rosas. Por otro, las actrices en un año que parece haber sido especialmente bueno para ellas: ¿Blanca Portillo o Maribel Verdú? ¿O era Maribel Portillo y Blanca Verdú, tal y como se bromeó durante toda la gala? El premio fue finalmente para una emocionada Maribel Verdú por Siete mesas de billar francés, algo que muchos consideraron de justicia tras cinco nominaciones sin premio (Amantes, La celestina, La buena estrella, El laberinto del fauno y estas Siete mesas...). Ella misma quiso compartirlo con "Blanca Verdú". Con humor. Según dijo poco después de recibir el premio, esta semana se marcha a Argentina a rodar con Francis Ford Coppola.
"No he traído nada preparado, como siempre, porque, para qué", dijo Maribel Verdú, al agradecer sorprendida y emocionada un premio al que había optado en otras cuatro ocasiones sin conseguirlo y que esta noche quiso compartir con las otras tres candidatas, en especial con Blanca Portillo, de la que dijo: "la generosidad que me demostró durante el rodaje nos ha unido para siempre".
La actriz dedicó el premio, que le entregó José Coronado, a "todos los actores y todo el equipo técnico" de Siete mesas de billar francés, que, según dijo, han sido su "familia en el cine", y se refirió especialmente a la directora Gracia Querejeta. "Me ha regalado la película más importante de mi carrera", afirmó.
Corbacho comenzó parodiando a cuatro de las grandes películas de la noche, aunque fue El orfanato la que acaparó los primeros premios, considerados "menores": dirección artística, maquillaje y peluquería, efectos especiales, mejor sonido, guión original (Sergio G. Sanchez, que se lo arrebató a veteranos como Icíar Bollaín, Gonzalo Suárez o Gracia Querejeta), y dirección de producción. Y, claro, la guinda José Antonio Bayona como flamante director novel. "Esta es una película de debutantes", se había cansado de repetir.
¿El año de los debutantes? En gran parte sí, pero sobre todo, el año en que los Goya apuestan definitivamente por la renovación, por el cine de autor, jóvenes y por las producciones al margen de la industria. Ahí está el premio a Felix Viscarret (mejor guión adaptado por Bajo las estrellas), arrebatado a Ventura Pons y Imanol Uribe; y Alberto San Juan, mejor interpretación másculina por [.REC], al la que optaban Álvaro de Luna y Alfredo Landa.
Las dedicatorias recorrieron gran parte de la geografía española y del árbol genealógico de San Juan. Támbien un deseo: "la disolución definitiva de esa cosa que se llama conferencia episcopal".
Pero, sobre todo, está Jaime Rosales y La soledad: la victoria de un cine de autor alejado de la industria y un lenguaje personalísimo. Se llevó las tres a las que optaba: mejor película, mejor dirección (Jaime Rosales) y mejor actor revelación (José Luis Torrijo).
¿Excepciones? Claro: Amparo Baró, mejor actriz de reparto por Siete mesas de billar francés.
Mutis de Landa
Un emocionado Alfredo Landa, entre la ovación cerrada del público en pie y con un discurso entrecortado, ha recogido el Goya de Honor a toda una carrera de manos de José Sacristán y Miguel Rellán en la gala de entrega de los XXII premios Goya de la Academia de Cine.
Con un discurso de palabras temblorosas, casi incomprensible y que el público interrumpía con aplausos para arroparle, el actor navarro ha insistido en que "se lo debe todo a su profesión". "No sé cómo decir gracias. Es algo fuera de lo normal..., nada más y nada menos, que el Goya de Honor", ha afirmado. "Ha sido para mi algo exultante", añadió el actor navarro, quien fue recibido en el escenario por José Sacristán y Miguel Rellán. Los tres se fundieron en un fuerte abrazo.
"Tengo tanto dentro... este Goya de Honor se lo debo a mi profesión que ha sido lo mejor de mi vida, lo que más aprecio", ha comentado Alfredo Landa, quien dentro de un mes cumple 75 años, y que ha alcanzado a recordar a Pedro Masó como la persona que le abrió las puertas del cine.
La película argentina XXY, dirigida por Lucía Puenzo, ganó el premio Goya del cine español a la Mejor Película Extranjera de Habla Hispana. El filme de Puenzo competía con las películas La edad de la peseta, de Cuba; Mariposa negra, de Perú, y Padre nuestro, de Chile.
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