Este artículo se publicó hace 11 años.
Mucha mierda para el teatro íntimo
Microteatro por Dinero, La Casa de la Portera o Teatro Lliure acogen nuevos formatos que desafían la crisis de la cultura incrementada por los recortes de Rajoy
El teatro se reinventa, renace a golpe de imaginación para sobrevivir en tiempos difíciles. Las tablas se llenan de nuevos formatos para complacer a un público que sigue demandando cultura pese al capotazo del gobierno a todas las alternativas de ocio.
"No hemos inventado nada", insiste José Martret, cabeza pensante de La Casa de la Portera . El teatro íntimo e independiente se plantea ahora como una alternativa. La calle, una casa deshabitada e incluso las habitaciones de un antiguo burdel valen para dar rienda suelta al arte de la dramaturgia.
En tiempos de crisis no hay opción: hay que hacer más con menos y tanto La Casa de la Portera y Microteatro por dinero en Madrid como Teatro LLiure en Barcelona, entre otros, son especialistas en ello.
Obras que duran escasos 15 minutos con temas cotidianos en funciones de unas 10 personas son el día a día de Microteatro por dinero que utiliza un prostíbulo situado en el centro de Madrid como lugar de trabajo de 50 profesionales. El precio por función es de 3 euros. Miguel Alcantud y Verónica Larios son las almas de un proyecto que comenzó como un experimento y que actualmente está bien asentado entre los espacios culturales de la capital.
En 1989 ya había alrededor de 75 compañías de teatro independiente registradas en Madrid. Adelantados a su época, fieles seguidores de la agrupación argentina Cuarta Pared que creó escuela: los dramaturgos de los 90 iniciaron la renovación teatral mediante la inserción del espectador dentro de la función.
Se anticiparon a los años de vacas flacas creando nuevos escenarios de representación teatral que actualmente permite sobrevivir a actores, directores y dramaturgos. Este tipo de funciones son extremadamente sensoriales y están pensadas para espectadores con pocos recursos económicos.
"La iniciativa surge por la necesidad de trabajar, de crear, de formar un grupo de trabajo y poner en pie un proyecto. También de la urgente necesidad de que algo en la vida fuera un sí como un castillo", afirma Martret, actor y director mallorquín que diseñó junto con Alberto Pura Envidia un nuevo espacio escénico a punto de cumplir su primer aniversario: una casa donde representar.
Tanto el cine como el teatro han sido tradicionalmente dos formas de desahogo para los ciudadanos en momentos socialmente críticos: "El público sale entusiasmado y de esta forma se corre la voz de que lo que se hace en La Casa de la Portera es interesante y hay que verlo", explica Martret a Público. "Nos hemos dado cuenta que no sólo al espectador le seduce esta manera tan cercana de hacer teatro, sino que al actor, a los directores y a los productores también les interesa mucho".
El dramaturgo mallorquín lo tiene claro: pese a que cada vez cueste más acceder a la cultura, los españoles se van abriendo al teatro: "Es verdad que viene público de todo tipo y eso nos parece muy enriquecedor y necesario para renovar los puntos de vista. Es como si todos estos nuevos espacios estuviéramos haciendo una nueva transfusión de público y eso puede ser muy positivo para todos".
No sólo los productores están en constante adaptación a la situación económica actual. También los actores y directores están teniendo que acostumbrarse a encontrarse al público más cerca que nunca.
Mientras que Raquel Pérez triunfa como actriz en el montaje Nuestro Hermano que ofrece La Casa de la Portera, la autora Cristina Clemente escribe obras adaptadas al teatro íntimo e independiente propias del Teatro Lliure u otras salas con un aforo muy limitado. Ambas coinciden en algo: "Es mucho más fácil estrenar en una sala pequeña que en un gran teatro. Es más fácil que la gente pague 10 euros para ver una obra mía que 40", reflexiona Clemente.
"El público no está cerca, el público está dentro. Y siente lo que tú vas sintiendo", afirma Raquel, actriz consagrada en teatro íntimo e independiente. "El día del estreno, una señora, entre el público, lo estaba viviendo tanto que hablaba casi al mismo volumen que nosotros. Hizo un comentario que escuchamos perfectamente y nos dio la risa, no pudimos controlarlo. Fue muy divertido salir del aprieto", bromea la madrileña conocida por su participación en series tan conocidas como Los Serrano.
Desde que Cristina Clemente acabó sus estudios en el Instituto de Teatro de Barcelona, todos sus escritos han sido pensados para escenarios que suponen una alternativa al teatro convencional. "Soy adicta a este tipo de teatro, como espectadora", reconoce. Clemente se atreve a vaticinar que desde su punto de vista estos formatos teatrales no son una moda pasajera.
Raquel y Cristina son dos profesionales del teatro, del clásico y del revolucionario: "Es paradójico, los mejores cambios que se han hecho en el mundo del arte se han producido en épocas de crisis", reflexiona la dramaturga mientras que la actriz sentencia: "Recortar en cultura es recortar la capacidad intelectual de un país".
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.