Este artículo se publicó hace 16 años.
"Mis influencias parten de todo lo que me horroriza"
Afincada en Londres, Patricia Rodríguez se estrena en el mercado español con la novela ‘19 pulgadas'
Alos 20 años, Patricia Rodríguez (Valladolid, 1975) abandonó España. Dejó la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Salamanca y se marchó a Londres. "Una carrera a base de óleo y carboncillo no era para mí", explica. En la Universidad de Middlesex se topó con otro mundo: artistas como Cornelia Parker pululaban por las clases como cualquier alumno. No se lo pensó. Fijó allí su residencia y comenzó a participar en proyectos artísticos. Hace cinco años se plantó ante el ordenador y tecleó las primeras palabras de 19 pulgadas (El Aleph), una historia de jóvenes abúlicos perdidos en la gran ciudad.
¿Qué son esas ‘19 pulgadas'?
Es una frase que incluyo en el libro para explicar esa capacidad que tienen los hombres para no ir al grano de las cosas. Cuando no quieren hablar de algo, no lo hacen. Sa-ben guardárselo. Es algo muy masculino que siempre he envidiado. Las tías tenemos que destejer la madeja porque si no, reventamos.
Por cierto, si esto fuera una crítica literaria le diría que su novela es pura introspección psicológica. La acción, para otros.
Es que mi intención es llegar a escribir una novela al vacío, sin anclas de tiempo ni de lugar. Sólo me interesa la experiencia humana.
En este sentido, cuando se lee el libro da la sensación que no se ha enamorado mucho de sus personajes. ¿Por qué esta distancia?
Supongo que por mi personalidad. Pero es verdad que hay una distancia por esta obsesión de narrar sin asirte a nada, ya que creo que es lo más cercano a la realidad. Es lo mismo que sucede en la película No es país para viejos, que parece que está todo sin definir. Pero es que la vida real es eso: asuntos sin resolver y situaciones sin cristalizar.
Y que el lector también trabaje un poco y no se lo den todo mascado.
Sí, es que para mí escribir tiene que ver con el placer de poblar de imágenes la mente de la gente. Yo creo que uno escribe un 30% de lo que sucede y el lector pone el resto.
En ‘19 pulgadas' reúne además a una crisálida de jóvenes urbanitas que se sienten desorientados. ¿Es la verdadera fauna de las grandes ciudades?
Creo que sí pueden ser personajes muy cercanos a muchas personas, y no sólo jóvenes. Y sí, lo que les ocurre es algo que se da en las grandes ciudades. Es la sensación de lo que pudo ser y no fue. La gran ciudad señala lo que querías hacer con tu vida y lo que al final sucede. Y luego está la cuestión de identidad. En una gran ciudad te difuminas y un día puedes ser una persona y al día siguiente otra.
¿Teme que se hable de la novela como: ‘otra más de jóvenes, sexo, drogas y destrucción'?
Sí, me da un poco de miedo. Pero desde luego le he dado mucha más importancia a la forma. Yo soy muy obsesiva y pesada para escribir.
¿Quiénes le han influido?
Soy una mala lectora. Y creo que una cosa son tus gustos y otras tus influencias. A mí lo que más me influye es lo que me horroriza.
Cuando llegó a Londres había una gran ebullición creativa, ¿ahora ha cambiado?
Sé que mi facultad la cerraron por falta de presupuesto. De todas formas, Londres sigue siendo una fuerza creativa. Yo me siento muy cómoda. Pero a mí vivir en un sitio o en otro me da igual. La geografía no es determinante.
¿Cómo es el mercado literario inglés? ¿Presentaría el libro escrito en inglés en Inglaterra?
No podría escribir un libro en inglés porque el sabor de las palabras es algo que no se aprende. Además, Inglaterra es un país muy hermético y es muy difícil publicar. De todos los libros, solamente entre un 3% y 6% son de autores extranjeros. Pero bueno, tampoco es algo que me preocupe.
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