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La misteriosa muerte de Mehdi Ben Barka

El líder marroquí desapareció en 1965 y su cadáver nunca fue hallado

GUILLAUME FOURMONT

París, 29 de octubre de 1965. Son las doce y media de la mañana y Mehdi Ben Barka, líder socialista marroquí en el exilio y figura mundial de la lucha anticolonial, ha quedado con un periodista, un cineasta y un productor para almorzar en el restaurante Lipp, en pleno corazón de la capital francesa. Está a escasos metros de la puerta del Lipp, delante del número 151 del bulevar Saint-Germain, cuando dos policías le piden la documentación: Ben Barka es detenido en el instante. Nunca reaparecerá. Lo asesinaron y, 45 años después, aún se desconoce a los autores del crimen y el paradero del cadáver.

Mehdi Ben Barka nació en Rabat, capital administrativa del Protectorado francés de Marruecos, en enero de 1920. Poco se sabe de su infancia, pasada en el seno de una familia humilde: sus padres sólo pudieron mandar al colegio francés a su hijo mayor y Mehdi, quien seguía a su hermano de camino a la escuela, fue invitado por la maestra a seguir las clases.

Brillante, se licenció en Matemáticas, aunque la Universidad se convirtió para él en un hervidero político: ocupada por los nazis, la Francia del general Pétain, la potencia colonial, era cada vez más débil y criticada por nacientes movimientos independentistas. En 1945, cuando terminó la II Guerra Mundial, Ben Barka era uno de los altos cargos de Istiqlal, partido nacionalista marroquí.

El opositor del rey Hasán II fue torturado en un chalet de las cercanías de París

Su fe en un país independiente y moderno llevó a Ben Barka a ser una de las grandes figuras socialistas del nuevo Marruecos. Fue presidente de la Asamblea Consultiva, el primer Parlamento tras la independencia de 1956, aunque vio con malos ojos los excesos absolutistas de la restaurada monarquía alauí y los denunció. Fundó la Unión Nacional de las Fuerzas Populares, desde la que denunciaba 'las estructuras medievales de la sociedad marroquí' y llamó a modernizar el país, inspirándose en experiencias en el bloque soviético. Ben Barka se convirtió en un opositor peligroso para Hasán II, rey desde 1961 que ampliaba su poder en el Estado. Condenado a muerte por la Justicia de su país en 1963, Ben Barka se exilió. No tenía residencia fija y vivía entre Francia, Suiza, Argelia, Egipto y Cuba.

Tras detener a Ben Barka, los dos policías franceses lo llevaron a un chalet de las cercanías de París, donde el líder socialista fue torturado por agentes marroquíes y mercenarios franceses, y asesinado. Ben Barka acababa de llegar a París y, a pesar de saberse amenazado salió ileso de un atentado en 1962, no había pedido protección. En los años sesenta era más que un simple opositor de Hasán II: era un gran portavoz de los movimientos tercermundistas, que rechazaba el maniqueísmo de la Guerra Fría y reunía a corrientes socialistas y de liberación nacional. Ben Barka debía presidir la Conferencia Tricontinental de La Habana en enero de 1966, tres meses después de su secuestro en París.

Desde entonces, no se sabe absolutamente nada sobre el cuerpo de Ben Barka. Y las circunstancias exactas de su desaparición tampoco fueron aclaradas. Algunas fuentes aseguran que sus restos fueron trasladados a Marruecos y disueltos en una cuba de ácido; otras dicen que su cadáver fue incinerado cerca de París. La fiscalía francesa paralizó en septiembre del año pasado órdenes de arresto emitidas contra cuatro altos cargos marroquíes. Tanto Francia como Marruecos niegan su implicación. La familia de Mehdi Ben Barka, su esposa y sus cuatro hijos, siguen esperando la verdad.

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