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La moda de la calle

Adiós a la cadena de trabajo: cada vez más creadores prescinden de intermediarios // Son ellos los que diseñan, confeccionan, venden y llevan el papeleo de sus negocios

M. D. RIEZU/ I. REPISO

Tres en uno ¡señores! y no es la Minipimer. Dibujan, cortan y venden. Tampoco son robots japoneses aunque siempre quedará la duda. Henar Gordillo no es una profesional al uso. Desde su tienda de Tribunal (Madrid) diseña, confecciona y vende sus prendas.

Controla la producción y la comercialización, sin pasar por alto temas menos creativos, como la contabilidad. Lo suyo es un 4x1, que se diría en argot publicitario. Pero su caso no es el único y cada vez son más los creadores que prescinden de intermediarios.

Rafael Álvarez es un diseñador gráfico que hace dos años abrió Ikonhaus, en el corazón de Madrid. Aparte del portón del local (puro frenesí de Pollock incrustado en madera y vidrio) la particularidad de su negocio radica en que “el cliente puede escoger el diseño de su camiseta en una galería virtual”. La pantalla llama mucho la atención del cliente y gracias a una plancha que está en la trastienda, la prenda estará lista en diez minutos.

“Lo bueno es la cantidad de opciones que le das al cliente, porque elige el color, logo y talla que quiere, y la desventaja es que llegas a muy poca gente, si bien es verdad que, los que vienen, son fijos”. Para Rafael, el anzuelo que conquista al cliente salta a la vista: “Les gusta involucrarse en el diseño de la prenda”.

Tras cinco años en el mercado, Henar conoce algunos secretos para vender. “Poco a poco te das cuenta de que es inútil abarcar todas las tallas, así que suelo ceñirme a dos y juego con las cinturas para hacerlas elásticas”.

Pero Las Gildas no sólo sobrevive gracias a las ventas casuales (ojo al dato: los encargos suponen el 45% de la caja). Cuando mete la quinta, Henar puede hacer hasta tres prendas, aunque hay días en los que sólo se dedica a hacer arreglos o a confeccionar algo muy personal para bodas o vestuario de baile.

A Carmen Ñu siempre le gustó el patronaje, aunque se decidió comercializar sus creaciones en tienda propia hace dos años y medio. Cada seis meses viaja a Tailandia para comprar tejidos. “Hasta ahora me he limitado a hacer prendas de mujer, pero en 2008 empezaré con guayaberas (camisas típicas de América Latina) para hombre”, adelanta.  
Los precios de Ñu van de los 75 a los 200 euros.

Algo en lo que coincide con Henar es que “ahora la exclusividad se valora mucho”. Y aunque el sector no está para tirar cohetes, ambas reconocer que hay un boom creativo. “Y más gente no se lanza por el miedo y el riesgo que entraña”, manifiesta Ñu. “¿Qué si merece la pena? -dice Henar-. Pues claro, ¡sólo por no aguantar jefes!”.     

Control y filosofía   

Los barceloneses Marijo y Jesús formaron Malahierba en el 2006. En enero de este año se estrenaron en su primer Bread&Butter, y hoy venden en 11 tiendas. Su punto fuerte son los colores acuarela, lo retro-femenino y los detalles artesanos. “Tener un contacto directo con las tiendas y los clientes nos aporta una dosis de realidad muy importante. La marca no es un producto, es parte de nosotros.

Al controlar todos los procesos, puedes transmitir exactamente tu filosofía. Lo malo es que, al hacerlo todo tú, querrías que los días tuvieran 48 horas”. Sus camisetas están numeradas, ya que sólo producen un centenar por modelo.

Sergio, Santi y Mich dieron luz a Moshko en 2005, como un homenaje a todo lo que el cine les había dado a cambio. Sus camisetas, ilustradas y con un gran sentido del humor, son guiños para connoisseurs iniciados en films míticos.

La explicación de su organización resume las de sus compañeros. “Investigamos, vemos muchas películas, pensamos conceptos, dibujamos, seleccionamos, corregimos y filtramos, enviamos a producir, buscamos las tiendas (tenemos ya 25), cerramos los pedidos, hacemos los envíos, cobramos, elaboramos el material de promoción, hacemos pegatinas, chapas y postales.

Buscamos colaboraciones estratégicas y cerramos promociones especiales. Llevamos la prensa. Vamos a festivales como el Primavera Sound o el de Cine de San Sebastián a vender directamente”.
The Mystic Onion seguramente suscriban ese frenesí polifacético.

La diseñadora gráfica Eva Riu y el ilustrador Alberto Gabari emprendieron en el 2004 un proyecto “en el que vincular la moda con más formas de expresión artística”, ayudándose de eventos, exposiciones, ‘performances’ y festivales. Estos dos barceloneses apuestan por las ediciones limitadas.

En nuestro país (y también en Italia, Bélgica o Dinamarca) han recibido una buena acogida. Mundo raro es su última última colección, llena de contrastes y de espíritu surfero de los 60.

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