Este artículo se publicó hace 14 años.
Monteagudo, en la piel de un minero accidentado
La fantasía vuelve a estar presente en la segunda novela del autor de 'Fin'
"Con Monteagudo uno no espera descubrir quién es el asesino, porque uno disfruta con sus habilidades de narrador", apunta el editor Jaume Vallcorba. Acantilado fue el sello que descubrió a un escritor que hasta hace apenas un año se levantaba a las cinco de la mañana para ir a trabajar a una fábrica de cajas de cartón. Después del éxito obtenido con Fin, su primera novela publicada, ha llegado el turno de Marcos Montes, una novela breve protagonizada por un minero.
Una tema de actualidad
"Hay quien puede pensar que esta historia la escribí hace un mes por lo que ha ocurrido en Chile, pero Marcos Montes nació en 2007", aclara Monteagudo. Cuenta que una tarde escuchó en la radio que un grupo de hombres había quedado atrapado en una explotación de oro a 2.000 metros de profundidad y en total oscuridad. La noticia le empujó a escribir las reflexiones de un hombre al encontrarse en un momento difícil.
"Intento hacer literatura de calidad, pero, dentro de mis posibilidades, también quiero entretener. Procuro que el lector no dependa de la trama o del final para que disfrute", cuenta el escritor.
En este nuevo título de Monteagudo, los elementos fantásticos vuelven a estar presentes, una característica a la que está abonado. "Me gusta entrar en un terreno no estrictamente realista, me gustan mucho los cuentos de Cortázar. Aunque soy muy racional, las raíces gallegas están", confiesa. Según avanza su editor, el próximo título publicado de Monteagudo será Brañaganda, una novela ambientada en una aldea gallega y protagonizada por un hombre lobo.
Asegura que poder dedicarse a la literatura no le ha cambiado la vida: "Tengo la misma casa, la misma familia, lo que ha cambiado es que ahora soy más maruja, mi hijo no come en el colegio y me he puesto en forma, ahora corro diez kilómetros al día". En los últimos meses, no ha escrito todo lo que le hubiera gustado pero revela con una sonrisa que en una libreta tiene anotados "los retos literarios".
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