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"La policía siempre se pone de parte del delito"

Montero Glez saca de las cloacas los desmanes del “Estado de placa y pistola” en 'Talco y bronce', una novela social sobre la España quinqui de los 80 y sus verdugos "lumpemburgueses"

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Montero Glez, Premio Logroño de Novela con 'Talco y bronce'. / HENRIQUE MARIÑO

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Montero Glez (Madrid, 1965) ha escrito tres novelas en una. La de la España quinqui, muy western: una juventud desbocada que da palos en joyerías y polígonos en frenética huida, quemando rueda de Seat 1430. La de la España negra, hard boiled cañí: una policía que mete más miedo que la chusma, terrorista de Estado, alumbrada a la sombra de la larga noche de piedra y gangrenada por la corrupción. Y la de la España roja, roja de amor y bandera roja: un atracador al límite y una princesa de barrio que maceran sus bajos instintos al ritmo de Los Chorbos; un lumpemproletariado cuatrero que reclama parte del botín capitalista acosado por una lumpemburguesía, encarnada por la mafia policial, que roba al ladrón para rapiñar las migajas del sistema, duelo a pistola que recupera la lucha de clases y termina por destilar una novela político-social.

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Montero Glez dispara titulares a la velocidad que sus personajes imprimen a los atracos, deprisa, deprisa. Ha convocado a periodistas y amigos a una comida para presentar su nuevo libro en una taberna ilustrada a espaldas de los chiqueros de Las Ventas, pero él no prueba ni la muestra durante las dos horas en las que sienta su cátedra fronteriza, libertaria y flamenca. “Se puede mentir de muchas formas, pero la más repugnante es diciendo la verdad”, afirma este madrileño con alma del sur que escribe a mano y después, como él dice, lo pasa a la sala de máquinas. “Lo importante es el sentimiento. Luego puedo construir una obra a partir de la lucha de clases”.

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