Este artículo se publicó hace 13 años.
El otro muro de la discordia
El líder de Pink Floyd llega con 30 años de retraso a España con el espectáculo 'The Wall'
Un fiasco económico de grandes proporciones. Ese fue el resultado de la gira original de The Wall en 1980 y 1981. Pink Floyd quiso equiparar su presentación escénica a la monumentalidad del sonido del álbum y el morrazo fue considerable. La escenografía, precursora de los grandes espectáculos audiovisuales de las giras de U2 o Rolling Stones, era tan compleja que sólo actuaron en cuatro ciudades (Los Ángeles, Nueva York, Londres y Dortmund).
Antes de la primera actuación, el grupo ya se había gastado un millón y medio de dólares. Tras los primeros conciertos, se dieron cuenta de que peligraba la inversión. Por si fuera poco, la guerra soterrada entre David Gilmour y Roger Waters estalló en pleno tour y, como el gigantesco muro que presidía sus actuaciones, el grupo se derrumbó.
Sabino Méndez: "En su momento fue un concierto impresionante"
Aquella fue la última gira de Roger Waters con Pink Floyd. El bajista y compositor principal de la banda se enfrascó entonces en una batalla judicial que terminó de forma salomónica: Waters se quedó con The Wall y el resto, con el nombre del grupo. Ahora, 30 años después de aquellos acontecimientos, Waters llega a España para volver a levantar el muro: el viernes y el sábado en Madrid (Palacio de los Deportes) y el próximo martes en Barcelona (Palau Sant Jordi). Esta vez, suponemos, no le fallarán las cuentas: las entradas llevan tiempo agotadas.
Sabino Méndez, escritor y antiguo guitarrista y compositor de las canciones de Loquillo y Los Trogloditas, asistió a uno de los conciertos de la gira original de The Wall, a principios de los ochenta, en el Earls Court Arena de Londres. "Fue un gran concierto. Con el desarrollo de la técnica, la escenografía ha quedado ampliamente superada, pero en su momento era impresionante. Me queda el recuerdo de las luces, el humo y lo sugestivo del ambiente colectivo. Era un poco teatro, pero un buen teatro", destaca el músico.
Sin embargo, acto seguido expone sus reticencias a The Wall y por extensión a la obra de Pink Floyd: "Al finalizar el concierto, eché de menos a Syd Barrett. Pink Floyd son los más minuciosos y los más sólidos, pero también los menos creativos. Roger Waters es un gran organizador a nivel de sonido y espectáculo, pero luego los contenidos no son muy innovadores".
"Es buen disco, pero me decepcionaron ideológicamente", dice Quimi Portet
De locos a plomizosEsta percepción sobre la obra de Pink Floyd está muy extendida: defiende que los mejores Pink Floyd son los de sus inicios, los que envolvían las canciones de The Piper at the Gates of Dawn (1967) en una nube de psicodelia esquizofrénica, cuando Syd Barrett todavía lideraba la formación. Los Pink Floyd de los setenta habrían dilapidado esta herencia lanzándose a un rock progresivo de grandes pretensión líricas y sonoras, construyendo artefactos sonoros de una densidad plomiza y convirtiéndose en una banda de masas. The Wall vendría a materializar esta segunda versión del grupo.
Quimi Portet, exguitarrista de El Último de la Fila y ahora en solitario, no anda muy lejos de esta visión del grupo: "The Wall fue el primer disco al que no presté atención. Se hicieron muy populares y por entonces sonar en la radio era un descrédito para el que hacía música, que se suponía debía estar fuera del sistema. Sé que es un disco bonito, porque luego lo he escuchado, pero me decepcionaron ideológicamente".
"Fueron los primeros en meter elementos circenses", explica Álvaro Urquijo
Antonio Luque (Sr. Chinarro) reconoce que les tiene manía sin haberlos escuchado a fondo. "Era música de los setenta, me pilló de niño y supongo que no estaba preparado para escuchar eso. Y ahora tengo ganas de volver a grupos como King Crimson, porque me dicen que recuerdan a Tha Flaming Lips o Mercury Rev, bandas que me gustan mucho. No sé, igual tengo que escuchar The Wall a ver qué me dice...".
De fondo está la guerra de este tipo de rock con el punk, que estalló en la misma época en la que se editó The Wall como reacción, precisamente, a discos como ese: sonido sucio, canciones cortas, amateurismo y letras descreídas. "A nosotros nos gustaba Pink Floyd, pero lo veíamos como la música de nuestros hermanos mayores", explica Sabino Méndez.
Álvaro Urquijo, de Los Secretos, reconoce su condición de pioneros: "Innovaron mucho. Fueron los primeros en introducir elementos circenses y eso al público le gusta. Al público hay que impresionarle, conmoverle y entretenerle". A ver si lo consigue 30 años después.
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