Entrevista a Rosana Corbacho, psicóloga de la industria musical"Las conductas adictivas y violentas de los músicos esconden una depresión encubierta masculina"
Ayuda a los artistas a superar la ansiedad, el estrés, la depresión, el pánico escénico, el bloqueo creativo o la baja autoestima.

Madrid--Actualizado a
Rosana Corbacho (Santa Marta, Badajoz, 1985) es una psicóloga especializada en la industria musical. En su día, trabajó en varias discográficas británicas y en una agencia de contratación española, donde fue testigo de los efectos en la salud mental en los artistas, ejecutivos, promotores, técnicos, productores o pinchadiscos, lo que la llevó a estudiar psicología y especializarse en el sector, un campo entonces desconocido.
Fundadora de M.I. Therapy, ha ejercido como terapeuta o impartido talleres en Spotify, Live Nation, Mad Cool, Primavera Sound, BIME, La Casa Encendida o la Asociación de Intérpretes y Ejecutantes (AIE). Ahora participará en el foro iberoamericano Inspira, organizado por la asociación MIM (Mujeres de la Industria de la Música) y dirigido a profesionales.
Durante el encuentro, que tendrá lugar el 15 y 16 de septiembre en la sala Apolo de Barcelona, hablará sobre la salud mental (depresión, ansiedad, etcétera) en el ámbito de la música. Durante dos días, la acompañarán, entre otras, Carmen Zapata, Rocío Saiz, Ivone Lesan, Queralt Lahoz, DJ Rosario, Consol Sáenz, La Tremendita, Cathy Claret o Marisa Moya, además de una escogida representación de invitadas latinoamericanas.
¿Sufren más los artistas que otros profesionales? ¿Cuál es su principal problema?
Sufren más los artistas porque su trabajo está vinculado a su identidad. Cuando sienten algún tipo de rechazo en lo laboral, no solamente se sienten rechazados por lo que hacen, sino también por quiénes son. Esa es la raíz del mayor sufrimiento, pero también sufren porque están expuestos a un juicio constante de toda la sociedad, tanto real como percibido.
O sea, no solamente qué piensan de ellos, sino también el miedo que tienen a lo que opinen de una canción íntima o a que se les note su ansiedad escénica cuando suben al palco. Algo muy duro, porque suelen ser personas con una alta sensibilidad, que les permite acceder a esa creatividad. La música en realidad no les hace daño, el problema es cuando tienen que hacer carrera y vivir de ella, sobre todo en estos tiempos.
Quizás haya una visión tópica que entraña ciertos riesgos y peligros: el artista fértil y creativo debido a su condición de ser atormentado, vulnerable y desbordado emocionalmente, por no hablar del consumo de drogas.
Efectivamente, es un tópico presente en la sociedad: "El único problema que tienen los artistas es el alcohol, las drogas y la fiesta". Sin embargo, al público le cuesta mucho situarse en el sufrimiento que hay detrás de un artista que llena estadios.
Normalmente, cuando hay algún problema de abuso de sustancias, suele deberse a que su carrera es lo primero: "Voy a hacer lo que sea necesario para poder mantenerme, seguir tocando y sentir cosas que quiero sentir o que ya no siento". O sea, cuando las drogas se utilizan como una muleta para poder amortiguar algo que no les llena o no les hace felices. El consumo es un mecanismo de afrontamiento, pero no el principal problema de los artistas.
“En el contexto del patriarcado, a las mujeres nos han permitido expresar y exteriorizar emociones de vulnerabilidad. Eso realmente es una fortaleza y una virtud que puede ayudar a que no se convierta en una patología e incluso a que no caigamos en una depresión”
De hecho, mencionas al terapeuta Terry Real, quien sostiene que existe una "depresión encubierta masculina", tapada por las drogas, el trabajo excesivo y las broncas. ¿Qué otras diferencias hay entre hombres y mujeres?
Respecto a la depresión, en el contexto del patriarcado, a las mujeres nos han permitido expresar y exteriorizar emociones de vulnerabilidad. Eso realmente es una fortaleza y una virtud que puede ayudar a que no se convierta en una patología e incluso a que no caigamos en una depresión. Porque, si tienes un duelo, lo expresas, lo sacas, te apoyas en personas cercanas y vuelves otra vez a tu centro.
En cuanto a los hombres, otro problema del patriarcado en una industria tan competitiva surge cuando un artista, debido a un pequeño trauma, se siente vulnerable y en peligro. Entonces, en vez de llorar ese duelo, exteriorizarlo, apoyarse en personas que lo quieren o tomarse un descanso, empieza a desarrollar conductas que le hacen sentir grandioso. O sea, prefiere sentir ira y rabia que tristeza.
Esas conductas lo pueden llevar a comportamientos adictivos, autolesivos, explosivos o violentos, como pelearse con los compañeros de su grupo. En realidad, busca salirse de ciertas emociones que no puede gestionar de forma natural. De ahí, como ha expuesto Terry Real, la depresión encubierta masculina, que me parece muy interesante.
Motivados por la inestabilidad, la presión, el aislamiento, la falta de reconocimiento y las condiciones laborales, entre los trastornos figuran la depresión, la ansiedad, el estrés y el agotamiento. ¿Mejor prevenir que curar?
Siempre. Y también no patologizar todo —una cosa es estar triste y otra, tener una depresión—, aunque es positivo que ahora los pacientes vengan antes a terapia. Cuando empecé a trabajar, llegaban después de haber tocado fondo varias veces, en situaciones muy precarias, vulnerables y peligrosas para su integridad física.
Una de las claves de la prevención es aprender a identificar qué es lo que siento y qué necesidades hay detrás de esas emociones. Si hay algo que se me atasca, que repercute en mi vida diaria y que me impide hacer ciertas cosas, ya sea a nivel laboral o personal, entonces es el momento de pedir ayuda cuanto antes.
Los músicos consolidados se enfrentan al bloqueo creativo, al miedo o a la insatisfacción. Sin embargo, entiendo que la frustración también puede afectar a quienes no consiguen lo esperado. ¿Quizás los artistas deberían recibir terapia desde sus inicios?
Por supuesto, porque algunos han invertido mucho dinero, tiempo y pasión sin llegar a vivir de la música ni conseguir lo que cada uno se había marcado como éxito. Mientras, algunos artistas consolidados no disfrutan de la fama, porque la entendían como una solución a su vida entera. Sin embargo, cuando la alcanzan y hay más dinero en juego, tienen mucha presión y ven la otra cara de la moneda, porque aflora todo lo que no han podido gestionar.
Es mejor prevenir y contar con herramientas para enfrentarse a los retos, porque he tratado a muchas bandas exitosas que llegaron a terapia demasiado tarde, como una pareja que pide ayuda cuando está a punto de firmar los papeles del divorcio.
¿Es la industria musical demasiado endogámica? ¿Puede resultar perjudicial relacionarse solo con personas del mismo entorno?
Sí. Por una parte, hay una parte muy positiva: la sensación de pertenencia. Por otra, si surge un conflicto, resulta un inconveniente, porque fuera de esa familia no tienes a dónde ir. Yo lo comparo con el mundo del circo, porque es muy difícil abandonar el entorno donde te has criado.
“Las giras provocan roces y cansancio, pero cuando terminan surge el ‘post tour blues’, una sensación de depresión transitoria que se produce cuando, tras estar sometidos a un ritmo muy intenso y a una montaña rusa emocional, tienen que volver a la vida normal”
A veces el fin de una gira resulta tan perjudicial como la propia carretera, aunque la composición y grabación de un disco también puede ser intensa, caso de la gestación de Honestidad brutal, de Andrés Calamaro, una auténtica locura.
Las giras provocan roces y cansancio, pero cuando terminan surge el post tour blues, una sensación de depresión transitoria que se produce cuando, tras estar sometidos a un ritmo muy intenso y a una montaña rusa emocional, tienen que volver a la vida normal. Tras haber llenado un estadio olímpico, no le encuentran sentido a que su pareja les diga que vayan a comprar el pan o a buscar a los niños a la escuela.
Sin el reconocimiento del público, no comprenden ni se adaptan esa rutina y, de ahí, la necesidad de tocar para sentirse alguien grande. En esa situación, después de haber pasado tiempo fuera de casa, les cuesta hasta descansar.
Al principio le preguntaba si hay diferencias entre hombres y mujeres. O, si lo prefiere, ¿cuáles son los problemas de las artistas?
La edad, porque cuando eres muy joven no te toman en serio, por no hablar de los abusos dentro de la industria. El físico y el sometimiento a un juicio extremo, porque la necesidad de tener un cuerpo perfecto es brutal para las mujeres, de ahí que ellas tengan muchos más trastornos alimentarios. La comparación con otras artistas en un mundo muy volátil donde nadie te asegura nada. Y, finalmente, la presión que sienten quienes desean tener hijos, pues deben elegir entre formar una familia o su carrera, algo que no sucede con los hombres.
“No hay muchos entornos donde la gente que te rodea esté de fiesta mientras tú trabajas, por eso el abuso de las sustancias —sobre todo el alcohol— está muy normalizado”
¿Y respecto al consumo de ansiolíticos, antidepresivos y drogas ilegales?
Todos y todas tienen algo en común: consumen para poder seguir trabajando. Unos se resisten a tomar medicación psiquiátrica porque tienen miedo a perder la creatividad y otros abusan de las sustancias porque sienten pánico escénico. La casuística es amplia.
¿Se consume más que en otros sectores?
El principal problema es que, aparte de los bares, no hay muchos entornos donde la gente que te rodea esté de fiesta mientras tú trabajas, por eso el abuso de las sustancias —sobre todo el alcohol— está muy normalizado. Hay que ser fuerte para decir: "Esta noche no puedo beber porque estoy de gira y mañana tengo otro concierto".
Se ha referido al pánico escénico o al bloqueo creativo, aunque otros males del artista son la baja autoestima o el síndrome del impostor. ¿Cuál ha sido el mejor fruto de su trabajo?
Que un músico logre superar un bloqueo creativo, pero lo que me toca el corazón profundamente es cuando alguien con una depresión grave, que ha pensado o intentado suicidarse, me diga que ha vuelto a disfrutar, que ama su vida y que ya se siente fuerte para poder seguir trabajando en la industria musical. Basta que una sola persona haya experimentado eso para que toda mi carrera haya merecido la pena.




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