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El jazz y la intensidad, por Ornette Coleman

PEDRO CALVO

Acudir a la llamada de Ornette Coleman ha sido la experiencia más iluminada del XXIV Festival de Jazz de Madrid. Era una cita con el riesgo, con un creador obstinado en portar la antorcha del jazz innovador. Desde mi punto de vista, ésta ha sido la vez que más he disfrutado a Ornette. Y no es fácil. Todo está fiado a la intensidad: desde esos acelerados brotes sicóticos que duran un par de pestañeos hasta las dolientes hemorragias free.

Tocó temas del último disco, Sound Grammar, revisiones adaptadas al nuevo formato del álbum, como Prime Time, y Song X, aquella maravilla del paroxismo que grabara con Pat Metheny. El funky futurista en Turn Around y la excelsa mirada hacia el barroco en Bach Prelude también convencieron. La fibra de Texas le sale al saxo de plástico de Ornette cuando se mete en blues. ¡Ah!, y las baladas: ese Ornette tierno de Lonely Woman. Con él siempre hay dolor, Taking The Cure, y bálsamo para los sentidos, Dancing in Your Head.

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