Cargando...

Músicos guiris que se quedaron en España

Desde que Joe Strummer vino a Granada a desenterrar la tumba de Lorca hasta la llegada de James Rhodes, una legión de artistas anglosajones se ha dejado querer por nuestro país: Mike Oldfield, Paul Collins, Gary Louris, Josh Rouse, Ronnie Wood...

Publicidad

Joe Strummer, líder de The Clash, en Granada. / JUAN JESÚS GARCÍA

madrid, Actualizado:


Alguien se ha llevado la placa de Joe. No era de acero ni de aluminio, sino de azulejo de Fajalauza. Y tampoco es plaza, más bien placeta. Un rincón en el Realejo que los granadinos le han dedicado al líder de los Clash, insigne vecino que llegó buscando la tumba de Lorca y terminó encontrando a los 091, a quienes produjo el disco Más de cien lobos. Años ochenta, Spanish bombs en Granada, ¡oh, mi corazón!

Publicidad


Dudanski perdió la oportunidad de su vida, pero se ganaría otro galón punk al engrosar la nómina de P.I.L., el grupo del sex pistol Johnny Rotten. Tras pasar por varias formaciones, ahora acompaña a Tymon Dogg & The Dacoits, quien prestó su violín a los Clash y militó en The Mescaleros, la otra banda de Joe, con el que había compartido casa okupa y gorrilla, pues ambos solían tocar en clubes folk londinenses por la voluntad.

Click to enlarge
A fallback.


Durante una de sus visitas, a bordo de un Dodge Dart —comprado en Madrid con el dinero que le prestó Santiago Auserón y objeto del documental I need a Dodge! Joe Strummer on the run— y acompañado por Jesús, quien ejercía de guía e intérprete, dio un frenazo en la plaza mayor de Víznar y exclamó:

“Cuando Strummer detuvo el coche cerca de la Fuente Grande y aspiró el aire de la tarde, la paz del lugar, comprendió que era una tarea imposible encontrar la tumba de Lorca y rescatar sus restos”, recordaba Arias en el artículo. “El sol se estaba poniendo y el cantante caminó en solitario unos pasos mientras se encendía un porro. Se quedó en silencio”. Y susurró:

Publicidad

Joe Strummer y Jesús Arias, en Granada. / JUAN JESÚS GARCÍA

Británicos en la piel de toro

Desde que el líder de los Clash puso un pie en Granada hasta hoy, la nómina de músicos británicos que se han quedado a vivir en nuestro país es ingente. AmyJo Doherty se vino a Madrid con un contrato de seis meses para dar clases en el British Council, conoció a su paisano Ross Stewart —antes, embarcado en The Mardous— y decidió montar el grupo antifolk The Ezra Beats, al que se sumó el batería argentino Martin Dalla Ghirarda, quien había tocado la guitarra en Aline & The Splendids. Cuando Ross se volvió a Margate, ella —hermana de Pete Doherty, el cantante de Babyshambles y The Libertines— decidió seguir al frente de AmyJo Doh & The Spangles, cuyas letras anteponen el Museo del Jamón al Prado y al Reina Sofía.


Tras el brexit, Alex Roddom —quien ha dado el salto del rock metal al country folk— participó en el concierto Música sin fronteras, que tuvo lugar en la sala El Sol para exigir la libertad de movimientos en la Unión Europea. Lo acompañaron en el escenario el nigeriano John Grvy, abanderado del soul electrónico, y Rob Picazo, cantante madrileño de blues y soul residente en el sudeste de Inglaterra. “Organizamos el concierto porque lo que para algunos es un simple viaje de trabajo, para otros se convierte en una auténtica odisea”, denuncia la programadora del local, Marcela San Martín.

Publicidad

Mike Oldfield, en el olimpo celta

La flecha que impactó en Mike Oldfield procedía de Cambre, en A Coruña. El guitarrista Rick Fenn, que giró y grabó cuatro discos de estudio con el autor de Tubular Bells, le presentó en Londres —a través de la que luego sería su mujer— a Rosa Suárez, con quien entablaría una relación sentimental en los noventa, señala Chris Dewey en su libro Mike Oldfield. A Life Dedicated To Music. Oldfield se dejó caer en varias ocasiones por Galicia, donde buscó y encontró inspiración para sus discos.


El sencillo que abre el álbum, con el que pretendía “capturar el espíritu del mundo mitológico e intentar evocar las leyendas de los antiguos celtas", se titula The Song of the Sun. Una versión de O son do ar, de Luar na Lubre, a quienes había escuchado años antes en un concierto privado organizado por Pereira en el Playa Club. Huelga decir que su autor, Bieito Romero, todavía hoy se frota las manos con los royalties de la canción; y que la banda gallega, telonera durante la gira de Voyager, se vio tan catapultada al exterior como la sonda espacial homónima.

Publicidad


Mike Oldfield
también vivió en Ibiza, aunque terminó vendiendo su chalé —construido sobre un acantilado de Es Cubells— a Noel Gallagher cuando descubrió que en las Baleares existía el invierno. Lo intentó en Mallorca, y seguía haciendo frío, por lo que terminó yéndose a las Bahamas. Podría parecer extraño, pero que se lo pregunten a Chopin, quien sufrió el invierno de 1838 en la cartuja de Valldemossa, donde compuso los Preludios. El compositor polaco había llegado a Mallorca, acompañado de George Sand, por recomendación médica. En vez de encontrarse con un clima saludable que lo librase de la tuberculosis, la lluvia y la humedad se cebaron con sus pulmones. Meses después, regresó a Francia.

Mike Oldfield, Nonito Pereira y Tom Newman, en el Playa Club de A Coruña. / ARCHIVO NONITO PEREIRA


Como puede apreciarse, las islas no siempre son un oasis: las malas lenguas dicen que el hermano de Liam Gallagher dejó Ibiza porque tenía a James Blunt de vecino, coincidía con él en las discotecas y no podía soportarlo. Mejor le fue a los náufragos que arribaron a las Canarias, caso de Andi Deris. El vocalista de Helloween reside junto al guitarrista Michael Weikath en Tenerife, donde montó el estudio Mi Sueño. Y mucho ojo, porque a veces no todos son tan guiris como parecen: detrás de Paul Zinnard, que acaba de editar Songs for a Better Past con Two Mad Records, se esconde el mallorquín Carlos Oliver.

Publicidad


En Lamas de Campos vivió David Holland, exbatería de Judas Priest, quien llegó a la parroquia de A Fonsagrada tras cumplir una condena por agredir sexualmente a un chico de diecisiete años. Como tenía problemas de aprendizaje, sus padres lo habían enviado a clases de batería con el objetivo de aumentar su autoestima. Algunas noches, se vio obligado a dormir en la casa de campo de su profesor, en el condado de Northamptonshire, donde tuvieron lugar los abusos. Holland, quien no buscó en la montaña lucense más que el anonimato, falleció el pasado 16 de enero y no merece más que la mención.


Martin Glover, fundador y bajista de la banda post-punk británica Killing Joke, se fue a vivir a Granada, donde montó un estudio en el que grabarían sus viejos colegas. Allí, bajo la supervisión de la mitad de The Fireman, el proyecto paralelo de Paul McCartney, prepararon la gira mundial del 2008. La formación original volvía a juntarse veintiséis años después y las grabaciones de los ensayos darían lugar al disco Duende. The Spanish Sessions.

Publicidad

De Australia a Estados Unidos

El último en llegar a Madrid ha sido el pianista londinense James Rhodes, pero la lista de músicos anglosajones también nos lleva hasta Australia y Estados Unidos o, lo que es lo mismo, hasta Madrid y Barcelona. El cantautor aussie Aaron Thomas vino al rebufo de su mujer, bailaora de flamenco, y durante su estancia en la capital alternó los conciertos con los trabajos esporádicos en bares o como profesor de inglés. Track Dogs, por su parte, parece la Commonwealth: Garrett Wall y Dave Mooney son irlandeses, Howard Brown es inglés y Robbie K. Jones, estadounidense; todos ellos, residentes en Madrid.


El angelino Jeff Espinoza llegó en 1980 a la capital con el grupo californiano No Justice y, posteriormente, pasó por la Vargas Blues Band y fundó Red House, en la que ha tocado el saxofonista Lou Marini, quien ha frecuentado estos pagos embarcado en The Blues Brothers. Su amistad con Espinoza viene de lejos: la primera vez que la banda fundada por John Belushi y Dan Aykroyd tocó en Madrid, se enamoró de una chica que le pidió un autógrafo. Ambos se fueron a vivir a Estados Unidos y terminaron casándose, pero desde comienzos de los noventa visitan a menudo nuestro país, donde entró en contacto con Red House.

Publicidad


Curiosamente, Gwyn, como Espinoza, aterrizó aquí a bordo de No Justice. Con los años, montaría Saturn Alley y Hostal Vagabundos, amén de ejercer como productor (Los DelTonos, Surfin' Bichos, Los Flechazos) y de girar con grandes de ayer (Miguel Ríos) y hoy (Quique González).


El saxofonista Bob Sands se vino a los veintiséis años de Manhattan a Madrid, donde se hizo un habitual del circuito de jazz: Clamores, Café Central, El Junco, Populart… Ha tocado con gigantes patrios como Jorge Pardo, Chano Domínguez, Pedro Iturralde o Javier Colina, al tiempo que grabó y giró con Miguel Ríos, Sabina, Martirio o Serrat.

Publicidad

Paul Collins y los apóstoles del Americana


Kurt Baker nació en Portland. Currículo: del punk de The Leftovers al power pop de su banda homónima, pasando por The New Trocaderos. Vive en Madrid, pero flirtea con San Sebastián, pues ha prestado su voz al punk rock de Bullet Proof Lovers, cuyos miembros proceden de Nuevo Catecismo Católico y de Discípulos de Dionisos. Aterrizó aquí en 2013 tras una exitosa gira por Francia y España, se pateó la piel de toro en solitario y, cuando quiso electrificar su directo, se dio cuenta de que sus músicos estaban a miles de kilómetros. Tiró de escuderos locales y le otorgó el bajo al leonés Juancho López, quien además ha prestado sus servicios a Paul Collins.

James Rhodes. / CHRISTIAN GONZÁLEZ


Cuando conoció la capital en los ochenta, se quedó fascinado con su ambiente. "La vida era más interesante y romántica. Todo el mundo era fotógrafo, pintor, músico, se dedicaba al teatro, al cine. Era un miniparaíso", declaraba a Efe hace una década. Luego, sería vecino del barrio de las Letras, apreciaría las carnes del mercado de Antón Martín y llegaría a regentar el Manhattan Martini Bar, ubicado en la cercana calle Moratín, donde se dejaba ver tras la barra.

Publicidad


Varios músicos americanos de alt-country pasaron tiempo en España y llegaron a grabar con Paco Loco en El Puerto de Santa María, caso de Steve Wynn —líder de The Dream Syndicate— o Gary Louris —al frente de The Jayhawks—, con quien usted llegó a compartir casa.

Venía mucho de gira y le gustaban mucho nuestras tradiciones. En el Puerto nos juntamos una colonia musical muy chula: el productor Paco Loco, Bunbury —también con casa— y el propio Gary. Además, invitó a mucha gente del mundillo a pasarse por allí, como Stephen McCarthy, el guitarrista de The Long Riders, por citar a alguno.


Pese al robo que sufrió su casa, sigue adorando estas tierras.

Sí, aunque el destrozo fue bastante grande, porque se llevaron hasta la fontanería y la instalación eléctrica. Al final, terminamos vendiéndola, porque la habíamos comprado a medias.

Publicidad


[Aterrizó en 2006, coincidiendo con la salida de Subtítulo, un disco en el que ya colabora su pareja, Paz Suay, con quien un año después publicaría el álbum a dos voces She's Spanish, I'm American. Su apego a Valencia, adonde se fue a vivir tras una temporada en Altea, está presente en un epé bautizado con el nombre de la ciudad del Turia, un título en español al que habría que sumar El turista. Por cierto, Rouse ganó un Goya a la mejor canción original por Do you really want to be in love?, incluida en la banda sonora de La gran familia española].


Actualmente, trabaja con los argentinos Cápsula: Martin Guevara y Coni Duchess.

Vivían en Buenos Aires y buscaban un lugar en el que asentarse con su proyecto. Eligieron Bilbao, donde cayeron muy bien y están encantados. Han iniciado una carrera desde aquí y, al margen de haber obtenido nuestra nacionalidad, podríamos catalogarlos como artistas españoles o incluso europeos, porque tocan en Francia, Alemania y Estados Unidos, donde han llegado a editar discos. Yo los llevo en España, pero también tienen un mánager y un sello discográfico franceses. De hecho, tocan poco en Argentina.

Fee Reega. / CHRISTIAN GONZÁLEZ


"Aquí no me siento muy comprendido como artista”, confesó Thomas en una entrevista a Miguel Martorell antes de despedirse en 2013 con un concierto en la sala El Sol. “Culturalmente, soy muy diferente a los españoles y hay obstáculos que no pude superar. No he tenido la capacidad de conectar con la gente”, añadía el australiano, quien se quejaba de que quizás no había hecho contactos con las personas adecuadas. Thomas se iba después de probar durante diez años, no sin antes criticar lo ruidosos que eran los españoles: “Hay una cultura de pasárselo bien y eso hace que muchos vayan a los conciertos a ver a sus amigos o a beber, y no a escuchar música”. Quizás en nuestras antípodas siga echando de menos “lo sociable que es la gente, los pimientos de Padrón y la tortilla”.


Mientras, su compatriota Bernard Fanning mata la morriña hablando de anguilas, conejos y otras vainas con los camareros españoles de un restaurante de su ciudad, Brisbane, adonde regresó después de una temporada en Madrid. Había disuelto su exitosa banda, Powderfinger, y decidido irse de vacaciones a España con su mujer, Andrea Moreno, para desconectar. La escapada terminó durando dos años y un hijo. Desde entonces, ha publicado tres discos en solitario, que se suman a su larga lista de éxitos con su extinto grupo de rock alternativo. 


En Viveiro sigue, por amor, el australiano Chris Masuak, cuyo currículo apabulla: Radio Birdman, The Hitmen, The Screaming Tribesmen y, actualmente, junto a The Viveiro Wave Riders. Y en Dénia, Johnny Casino, quien también ejerce como tatuador. De Asteroid B-612 pasó a Egos, en el que militó Lindsay McLennan, voz y guitarra en The Meanies. De ahí que sea conocido como Linky Meanie, habitual del circuito español, en su día voz de Bakelite Age y, actualmente, en Sun God Replica.


¿Más músicos que hablen inglés y hayan vivido en estos lares? Son multitud, pero por citar solo a algunos: Lyndon Parish (Swansea), guitarra y teclados de The Sunday Drivers; Sebastian Maharg (Chicago) y Mervyn McManus (Manchester), voces, bajo y guitarra de Mechanismo; Louise Sansom (Lambeth, Inglaterra) cantante de Anímic; Alvin Lee (Nottingham), frontman de Ten Years After... En cuanto a Lisa Kekaula y Bob Vennum, originarios de Riverside, dejaron temporalmente su California y a los souleros The Bellrays para embarcarse, por sugerencia de los madrileños The Right Ons, en Lisa & The Lips.

Los pioneros de los sesenta


Si buceamos en el calendario, nos encontramos con el pionero Phil Trim (Trinidad y Tobago), cantante de los Pop-Tops, quienes a finales de los sesenta se atrevían a tocar casi en pelotas y pintarrajeados, como dios y la portada de Pepa los había traído al mundo y a las estanterías de las tiendas de discos.


En 1968, los carlistas casi los linchan en el club Larraina de Pamplona, donde algún testigo, como el escultor Ángel Garraza, asegura que el solista acabó en la piscina. Phil Trim sigue viviendo en Madrid, donde trabaja como vigilante en un centro comercial, y quizás guarde la multa de 25.000 pesetas que le impuso el gobernador civil por herir la sensibilidad de los espectadores. Quizás lo recuerden por la canción Mamy Blue, que da título al disco homónimo, número uno en media Europa.


Como Kevin Ayers (Herne Bay, condado de Kent), de la psicodélica Soft Machine, quien dejó la escena de Canterbury por las playas de Ibiza, donde intentó quitarse de la heroína y compuso su primer disco en solitario, Joy of a Toy. El guitarrista de la banda, Daevid Allen, recaló en Deià, previa escala en Londres —de donde lo echaron— y  en el mayo parisino, del que llegó a Baleares huyendo de la policía. Una vez aquí, dejó Soft Machine y publicó el primer disco de Gong.


Mike Kennedy era alemán, como la cantautora neoasturiana Fee Reega, Thomen Stauch —exbatería de los heavies Blind Guardian, quien vivió en Torrejón de Velasco emparejado con una fan vallecana— o Andreas Prittwitz —flautista, productor y escudero de Javier Krahe hasta su muerte—. El cantante de Los Bravos y vivía en Oliva con su pareja, aunque cambió la localidad valenciana por Vitoria cuando conoció a su actual mujer en una panadería.


El éxito de Black is Black le reportó tanto la fama como el pasaporte español, concedido por Franco por la internacionalización de la música española… cantada en inglés. Los Bravos llegaron a ser unas estrellas del celuloide, pero Mike se lo gastó todo y, como no cobra una pensión, tiene que seguir subiéndose al escenario para pagar las facturas.

Publicidad