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Ni chicha ni limoná

'Remake' de 'El hombre Lobo'.

SARA BRITO

Director: Joe Johnston

Intérpretes: Emily Blunt (Gwen Conliffe), Benicio del Toro (Lawrence Talbot), Anthony Hopkins (Sir John Talbot), Hugo Weaving (Inspector Francis Abberline), Geraldine Chaplin (Maleva), Elizabeth Croft (Ophelia), David Sterne (Kirk), Sam Hazeldine (Horatio)

Clasificación: No recomendado menores de 13 años

Género: Thriller

 

El remake, como el biopic, está entre las criaturas preferidas por el nuevo Hollywood, si bien planea sobre ellas la sombra de una sospecha: ¿Son reflejo de la escasez de ideas o por el contrario surgen de una inquietud por aportar nuevos elementos a lo ya hecho?

Nadie le discute a Benicio del Toro, protagonista y productor del remake de El hombre lobo las ganas que tenía de traer al siglo XXI a uno de los personajes predilectos de su infancia, pero las buenas intenciones no son suficientes si los estudios no dejan hueco a la creatividad y si no hay un director que sepa dar con el tono adecuado.

La zozobra se impone así en El hombre lobo de Joe Johnston, que no acaba de vincularse a la ética y la estética B de los clásicos del terror de Universal, ni se atreve a desarrollar una propuesta formal contemporánea.

La elección del maquillaje, por encima de los efectos digitales, y la ambientación victoriana remiten a la película de 1941 que protagonizó Lon Chaney Jr., pero esta nueva versión opta por cambiar la relación paterno-filial cordial del clásico por una tortuosa, y elige para ello, como no, a un clásico del desquicie, Anthony Hopkins.

Este resulta ser el principal conflicto del remake, que aspira a dotar a los personajes de una profundidad psicológica que no tenía la versión original. Para elevar el tono intelectual, el guionista Andrew Kevin Walker (Seven, Sleepy Hollow) mete con calzador referencias a Hamlet, aprovechando que Lawrence Talbot (Del Toro) es un exitoso actor de teatro clásico.Pero, ¿por qué remitirse a la tragedia de Shakespeare si en esta el príncipe danés planea matar a su tío a partir del absoluto amor que le profesa a su difunto padre? La referencia es equívoca y contribuye a reforzar la sensación de que el filme es un producto a la deriva.

Tampoco acaba de convencer la trama romántica: el affair Del Toro-Emily Blunt (que encarna a la prometida del hermano del protagonista) está muy poco desarrollada y la química entre ambos simplemente no sucede.

¿Nos queda una trepidante película de acción con monstruos? Tampoco. Salvo la secuencia de la transformación en el manicomio, y la veloz persecución por los tejados de Londres, no existen momentos memorables.

Quizás lo más interesante sea la contraposición entre la opresiva ciencia victoriana, que pretende conocer al ser humano sin hacerlo, y la superstición encarnada por los gitanos, que paradójicamente entiende mejor los misterios del hombre. Nos quedan unos refrescantes fogonazos de gore, que, sin embargo, no logran que este hombre lobo se sacuda el tedio de encima.Visto lo visto, alquilaremos con ganas aquellos licántropos ochenteros (Landis/J. Fox) que nos trajeron al menos unas cuantas risas.

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